Por Matthias Blamont
Cuando Joelle Dupas enferma, va a un centro médico en su ciudad natal en el oeste rural de Francia, donde los 12 médicos han regresado de su jubilación.
Esta mujer de 66 años intentó buscar médico durante meses después de jubilarse en Laval, una ciudad tranquila de 50.000 residentes rodeada de praderas. Su búsqueda terminó en un centro pequeño dirigido por 12 médicos veteranos, con edades entre 67 y 70 años, en la planta baja de un bloque de apartamentos.
«Tienes que esperar al menos un año para obtener una cita con un oftalmólogo», dijo a Reuters Dupas, exsecretaria y comercial, en la sala de espera. «No era así hace años».
El Servicio Médico de Proximidad (SMP), donde cada médico trabaja unos pocos días al mes con la ayuda de médicos interinos, es una respuesta local a un problema nacional que ha afectado gravemente a Laval.
Aunque Francia goza de la reputación de tener uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, tiene una población que envejece y los médicos escasean, especialmente en las zonas rurales. Profesionales de la zona calculan que en Laval solo uno de cada cinco residentes tiene un médico de cabecera.
El presidente Emmanuel Macron ha situado la Francia rural en el centro de una revisión del sistema de salud anunciada el 18 de septiembre, prometiendo más dinero y médicos para lo que llamó «desiertos de atención médica» en áreas fuera de las grandes ciudades.
Estas reformas son una prueba importante para Macron. El éxito podría ayudar a revertir una caída en su popularidad desde que fuera elegido en mayo de 2017, contrarrestando las críticas desde la izquierda que lo acusan de «presidente de los ricos». Sin embargo, dado que las encuestas de opinión muestran que la atención médica es una prioridad para los votantes, el fracaso podría dañar gravemente su valoración.
«Obviamente, Francia tiene una buena base en lo que respecta a la atención médica», dijo Laurent Chambaud, director de la Escuela de Estudios Avanzados en Salud Pública de Francia. «Pero como en muchos otros países desarrollados, el sistema, que se centra alrededor de los hospitales, tiene que reformarse para adaptarse a los cambios sociales».
«Si no lo hace en los próximos cinco a 10 años, el sistema estará totalmente saturado», dijo.
Caída en los rankings globales
Francia ofrece atención médica universal, en gran parte financiada por el Estado a través de un sistema de seguro nacional de salud, aunque muchas personas cuentan con cobertura adicional de pago.
Cuando la Organización Mundial de la Salud realizó su única encuesta mundial de salud en el año 2000, calificó el sistema francés como el mejor del mundo. Pero el envejecimiento de la población, las contenciones presupuestarias y el aumento del agotamiento entre los médicos han hecho mella.
Francia ocupó el décimo lugar en un estudio global publicado el año pasado por el Commonwealth Fund, una fundación privada de atención médica de EEUU. Había sido novena en el informe anterior del organismo, en 2014, la otra ocasión en que Francia fue incluida.
Al igual que en Alemania y España, y en países más grandes como Australia o Canadá, Francia tiene una distribución geográfica desigual de médicos, y la mayoría se siente atraída por el trabajo en ciudades donde pueden ganar más dinero.
Algunas áreas rurales también carecen de hospitales, y los médicos de los hospitales organizaron una huelga en 2016 en protesta por las, a su juicio, deficientes condiciones laborales y la escasez de recursos.
«Hemos estado alertando a las autoridades durante décadas y nada ha cambiado», dijo Gilles Ollivier, miembro de un consejo regional de médicos en Laval.
«Aquí muchos viven en zonas rurales donde los habitantes, algunos de ellos muy viejos, se encuentran en pequeñas aldeas donde no hay tiendas, correos, escuelas, ni médicos».
Según los planes de Macron, se desplegarán 400 médicos en áreas rurales donde la cobertura es escasa. No se cerrarán hospitales y se reclutarán a 4.000 asistentes médicos para ocuparse de papeleos y de tareas básicas para liberar a los médicos.
El presidente también dice que terminará con un sistema que limita el número de licenciados que puede entrar en la profesión médica cada año. Con ello Macron confía en que habrá más médicos nuevos interesados en trabajar en áreas rurales.
Cerrando la brecha
Laval, junto al río Mayenne, unos 300 kilómetros al suroeste de la capital, París, es una de las comunidades donde se pondrá a prueba el destino de las reformas de Macron. También sirve de muestra para comprobar el enorme desafío al que se enfrenta el presidente centrista.
La región de Mayenne tiene 255 médicos registrados por cada 100.000 residentes, una de las tasas más bajas del país, según los datos oficiales. El promedio nacional es de 437 y París tiene la tasa más alta, con más de 1.100 médicos por cada 100.000.
En Laval, el SMP ha ayudado a cerrar la brecha. Quince meses después de abrir sus puertas, atiende a más de 5.500 pacientes.
«Había estado buscando un médico de cabecera durante años, pero me rechazaban siempre porque decían que las consultas no podían atender a nuevos pacientes», dice Fatou Diaby, de 30 años, en la sala de espera del SMP con sus dos hijas.
«La última vez que quedé embarazada, no tenía a nadie a quien acudir, excepto a emergencias hospitalarias, que siempre están llenas. Aquí alguien te escucha».
Las autoridades de Mayenne han intentado remediar la situación alentando a médicos formados en el extranjero, especialmente en Europa del Este y Oriente Próximo, a establecerse en el área. El año pasado, un tercio de los nuevos médicos que llegaron a Mayenne habían obtenido su titulación fuera de Francia.
«Zona de guerra»
El hospital de 12 plantas de Laval, construido en 1974, tiene más de 1.000 camas y atiende a 40.000 pacientes al año, pero tiene muy pocos médicos. La falta de fondos significa que algunos pacientes llaman a las enfermeras con campanillas a la antigua usanza.
«Es cierto que estamos experimentando una especie de depresión», dijo Andre-Gwenael Pors, director del hospital, que habla de falta de personal, restricciones presupuestarias y una proliferación de regulaciones en los últimos años.
Olivier Guihery, un médico general que divide su tiempo entre una consulta de Laval y varias residencias de la tercera edad, dijo que él y sus colegas a veces trabajan 100 horas a la semana con poco o ningún tiempo para descansar o para vacaciones. Es tan duro que lo denominan «zona de guerra».
«Estamos siempre a punto de quemarnos definitivamente, pero no tenemos más remedio que continuar», dijo.
Los médicos que hablaron con Reuters dieron la bienvenida a los planes de Macron para revisar el sistema, pero también expresaron su inquietud.
Pors dijo que las reformas debían explicarse con más detalle. Ollivier, representante del consejo regional de médicos, se mostró cauteloso con respecto al reclutamiento de asistentes médicos para tareas básicas.
«Obtener ayuda con el papeleo es excelente, pero ¿realmente queremos que estos asistentes tomen la presión arterial o la temperatura corporal, como en Reino Unido? Se trata de cuestiones humanas muy sensibles», dijo Ollivier.
«Muchos somos escépticos. Creemos que todas estas decisiones se toman en ciudades y oficinas, lejos de la realidad de las áreas rurales».
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