Emmanuel Macron rompió su silencio. Desde el Palacio del Elíseo, el presidente francés se dirigió a la nación este lunes. En su discurso, anunció aumentos de los salarios para los trabajadores más pobres. También recortes de impuestos para los pensionistas. En resumen, Macron ofrece concesiones luego de tres semanas de protestas, en gran parte violentas. Han sido días en los cuales los llamados “Chalecos Amarillos” han desafiado la autoridad del primer mandatario del país galo.
La semana pasada, Macron había adelantado que se dirigiría a la nación este lunes. Las manifestaciones, que han sido las peores vivido en ese país en años, lo forzaron a romper el silencio.
En su primer discurso a la nación tras los hechos recientes, Macron buscó restablecer la calma. Ha sido acusado de que sus métodos y políticas económicas están fracturando a Francia.
«Queremos una Francia donde uno pueda vivir con dignidad a través del trabajo y en esto hemos avanzado demasiado lento», afirmó Macron. «Le pido al gobierno y al Parlamento hacer lo que es necesario».
La presentación de Macron se produjo 48 horas después de que manifestantes se enfrentaron en batallas callejeras con la policía antidisturbios. El fin de semana lanzaron proyectiles, incendiaron coches y saquearon tiendas.
Una encrucijada
Macron se enfrenta a la cuerda floja. Por un lado, necesita persuadir a los trabajadores de clase media y obreros de que escucha su enfado. Debe mostrar su preocupación por atender el problema del menor poder adquisitivo de los hogares. Pero al mismo tiempo, debe evitar quedar expuesto a críticas de ceder a la presión de la calle.
En su discurso, el mandatario anunció un aumento de 100 euros del salario mínimo. También la anulación de un nuevo impuesto para los jubilados con pequeñas pensiones. Además, incluyó la exención de impuestos y contribuciones sociales a las horas extras.
Aunque Macron ofrece concesiones, dijo que mantendría su agenda de reformas y rechazó reinstalar un impuesto a la riqueza.
«Responderemos a la urgencia económica y social con medidas sólidas, reduciendo los impuestos más rápidamente, manteniendo nuestros gastos bajo control, pero no con un giro en U», destacó el primer mandatario.
Olivier Dussopt, ministro de cuentas públicas, dijo que las medidas le costarían al país entre 8.000 y 10.000 millones de euros. Ése es el precio ahora que Macron ofrece concesiones.
Inicio de las protestas
Las protestas comenzaron el 17 de noviembre. Los manifestantes se dieron a conocer como Chalecos Amarillos o gilet jaunes. El nombre hace referencia a las prendas fluorescentes que deben llevar en los autos los conductores en Francia.
El motivo de las manifestaciones fue el rechazo al aumento en el precio de los combustibles. Esta medida forma parte de las políticas ecológicas de la actual administración. Sin embargo, los ánimos se caldearon con el paso de los días.
Al arreciar las protestas, el presidente y sus ministros tuvieron una reunión urgente sobre seguridad. Allí buscaban decidir las acciones a tomar en respuesta a la violencia que convulsionó las calles de París y varias ciudades del país.
El ministro de finanzas, Bruno Le Maire, informó que las protestas afectaron a tiendas, hoteles y restaurantes.
Le Maire señaló que las ganancias del sector se vieron afectadas entre 15% y 50% y la industria hotelera tuvo una caída en las reservaciones de habitaciones de entre 15 y 25 %, según la agencia Reuters.
Crece la violencia
A la motivación inicial se sumaron otros objetivos. Las protestas terminaron convirtiéndose en expresiones contra algunas medidas del gobierno de Macron, tildadas de “pro-empresariales” por los “chalecos amarillos”. Entre ellas están excepciones impositivas a los más ricos y haciendo la vida más difícil a clase trabajadora de bajos recursos.
El primer fin de semana de diciembre, París fue escenario de las manifestaciones más violentas de este movimiento social. Los más extremistas destrozaron mobiliario urbano, rompieron escaparates, quemaron automóviles y se enfrentaron a la policía.
Como previsión luego de estos hechos, la capital francesa se atrincheró el siguiente fin de semana. Alrededor de 8.000 policías y gendarmes en París, 89.000 en toda Francia, fueron sido movilizados para evitar que las protestas vuelvan a degenerar en escenas de caos, de vehículos en llamas y barricadas incendiarias, monumentos vandalizados y centenares de arrestos.
El sábado, la policía parisina se enfrentó contra manifestantes que protagonizaron un nuevo fin de semana de protestas públicas contra el gobierno del presidente Emmanuel Macron. Los agentes dispararon balas de goma y cientos de gases lacrimógenos contra los participantes en las protestas, algunos de los cuales habían incendiado varios vehículos en la zona.
Al cierre de la jornada, el ministro del Interior, Christophe Castaner, informó que 135 personas resultaron heridas, incluidos 17 policías. El funcionario dijo que 1.385 personas fueron llevadas para ser interrogadas y 974 estaban bajo custodia.
Muy poco y muy tarde
Hasta ahora, aunque Macron ofrece concesiones, éstas parecen no ser suficientes para poner fin a la crisis que empezó hace más de tres semanas.
Los manifestantes han anunciado a través de redes sociales que continuarán luchando. Se niegan a deponer su actitud. Principalmente, le reprochan a Macron que no diera marcha atrás en uno de sus principales reivindicaciones, la supresión del impuesto sobre la fortuna. Consideran que su anulación permitiría crear puestos de trabajo.
Del lado moderado, sin embargo, llaman a una «tregua» para provechar la ventana que les abre el gobierno.
Para más información: Cambio16
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