Impuestos a los combustibles. Tres semanas duras de protestas, que llevaron incluso a Francia a considerar la posibilidad de un estado de emergencia, fueron suficientes para el gobierno de Emmanuel Macron, que este martes anunció la suspensión durante seis meses del aumento de los impuestos a los combustibles.
Se trata de la primera gran retractación del gobierno francés, luego de la toma de posesión hace 18 meses.
Al anunciar la decisión, el primer ministro Édouard Philippe declaró que habría que estar «sordo o ciego» para no ver o escuchar la ira en las calles por una política que Macron ha defendido como fundamental para combatir el cambio climático.
Los chalecos amarillos
Este sábado se vieron en París los peores disturbios desde 1968. Grupos enmascarados y vestidos de negro corrieron por el centro de la ciudad e incendiaron automóviles y edificios, saquearon tiendas, rompieron ventanas y lucharon contra la policía. También dañaron símbolos icónicos.
En la capital francesa las autoridades dijeron que arrestaron a más de 400 personas y 133 resultaron heridas, entre ellas 23 miembros de las fuerzas de seguridad. Se estima que solo en París salieron a protestar unas 5.500 personas y en toda Francia unas 36.000. Los manifestantes se sintieron desde Charleville Mezieres en el noreste hasta Nantes en el oeste y Marsella en el sur. Bloquearon 582 carreteras y sus acciones obligaron al cierre del aeropuerto de Nantes.
«Los franceses que han vestido ‘chalecos amarillos’ quieren que bajen los impuestos y que su trabajo rinda. Eso queremos nosotros también. Y si no conseguimos explicarlo, si la mayoría gobernante no logró convencer a los franceses, entonces algo debe cambiar», dijo Philippe en un discurso televisado donde abordó el tema de la suspensión de los aumentos de los impuestos a los combustibles.
Philippe indicó que en los seis meses se discutirán otras medidas para ayudar a trabajadores más desfavorecidos que dependen del transporte en vehículos para llegar al trabajo e ir a las tiendas.
Salario mínimo
Las protestas comenzaron el 17 de noviembre y se repitieron los dos sábados siguientes, con el fin de alzar la voz contra los impuestos a los combustibles, en este caso sobre el diésel y la gasolina implementados por el Gobierno. Esta es una medida de la gestión de Macron que busca incentivar más el uso de medios más amigables con el medio ambiente.
Las personas salieron a las calles con sus “chalecos amarillos” (chaquetas de seguridad fluorescentes que tienen que llevar en sus vehículos los conductores franceses) y en un primer momento las protestas se caracterizaron por ser muy espontáneas, pero luego las autoridades señalaron que fueron infiltradas por los violentos.
Macron makes U-turn on fuel-tax increases in face of 'yellow vest' protests https://t.co/b0o2DlhOva
— Reuters (@Reuters) December 4, 2018
El primer ministro Édouard Philippe dijo este martes, sin embargo, que los ciudadanos no pueden esperar mejores servicios públicos pagando tributos más bajos, por lo que era necesario que ambas partes hicieran concesiones, reseñó Reuters.
Varios responsables insinuaron antes la posibilidad de subir el salario mínimo, pero Philippe no hizo este compromiso.
Aunque las llamadas protestas de los «chalecos amarillos» se centraron en un principio en denunciar la reducción en el poder adquisitivo de los hogares por el alza de impuestos a los combutibles, pasaron luego a criticar la gestión del mandatario francés y convertirse en un levantamiento general.
Muchos han criticado al presidente por adoptar políticas que según ellos favorecen a los miembros más ricos de la sociedad francesa. Incluso algunos grupos violentos minoritarios han exigido la salida del mandatario.
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