Svetlana Tijanóvskaya, es la líder opositora bielorrusa casi sin quererlo. Luego de que Alexánder Lukashenko vetó a los candidatos “serios” que se le enfrentarían en las elecciones presidenciales (incluido su marido, Serguéi Tijanóvski) ella tomó la decisión de postularse. Quisieron burlarse, pero se dieron cuenta de que cometían un gran error.
Esposa, madre y profesora, Svetlana soñaba con retomar su carrera profesional, en pausa para cuidar a su hijo enfermo. La política no era lo suyo, pero de igual manera terminó inmiscuida. Sustituyó a su marido cuando lo encarcelaron y se enfrentó a un régimen que no esperaba que su figura uniera a la oposición dividida y que ahora la considera la legítima ganadora frente al fraude electoral que cometió Lukashenko.
Le tocó exiliarse en Lituania, desde donde trata de mantener viva la llama de las protestas. Y, sobre todo, conseguir apoyo internacional. Es el objetivo de viaje a Madrid para hablar con Pedro Sánchez, pero a través de videollamada por la cuarentena, y con otros líderes españoles.
Svetlana Tijanóvskaya, voluntad inquebrantable
Desde agosto los opositores bielorrusos han tomado las calles de Minsk y otras ciudades bielorrusas exigiendo la salida de Lukashenko. Llevan varios meses de protesta y las manifestaciones han perdido alguna. Lo que no cede es la represión, las detención y la censura los medios de comunicación y de las redes sociales. Sin embargo, Svetlana no cree que la oposición esté perdiendo el pulso con Lukashenko. Al contrario, tiene plena confianza en que la voluntad de la gente se mantiene firme a favor de la democracia y la libertad.
Admite que está cansada, pues lleva 4 meses luchando. Son 32.000 personas detenidas, víctimas de palizas, torturas y 8 asesinatos perpetrados por los cuerpos de seguridad. Los presos políticos, con condena firme, son más de 160. Uno es su esposo. Con todo, asegura que voluntad no ha sido afectada y no cambiará.
En las entrevistas que ha mantenido con los medios españoles, expresa que probablemente en este invierno, que se anuncia particularmente crudo, no habrá manifestaciones tan masivas, pero aprovecharán ese tiempo para reforzar las estructuras organizativas y los vínculos con los distintos grupos.
Los cientos de exiliados se ocuparán de encontrar respaldo internacional para la democracia bielorrusa. Sabemos que debemos aprovechar para reforzar la ayuda, la organización, no perder el tiempo. Lukashenko también se prepara su ejército para la primavera. «Nosotros somos un movimiento pacífico y lucha es más compleja ”, subraya.
El apoyo popular
En otros tiempos hubo varios movimientos de protesta sin éxito. Esta vez pareciera que el país se ha unido en la meta de desalojar al último dictador de Europa.
Asegura que su objetivo no el la toma del poder, sino porque se repitan las elecciones. «No es mi lucha por gobernar, sino que la gente pueda elegir su presidente de una manera justa y transparente.
Respecto al anuncio de Lukashenko de que reformará la Constitución y no se volverá a presentar, lo rechaza como otra mentira del dictador. «Los tiranos no piensan en irse cuando comienzan a hablar de reformar la Constitución. Es la manera de atornillarse de todo régimen brutal. El país fue testigo de cómo los esbirros de régimen atacaron a los manifestantes y como los detenidos salían de la cárcel magullados y violados», dijo.
El factor femenino
Ahora los principales líderes de la oposición de Bielorrusia son mujeres. Stevlana indica que llaman a los acontecimientos «la revolución de las mujeres». Durante los primeros tres días de protestas los hombres recibieron palizas salvajes y fueron encarcelados. «En ese momento las mujeres entendieron que era el momento de dar un paso al frente.
María Kolésnikova, música y activista, y Veronika Tsepkalo, esposa de Valeri Tsepkalo, componen con Svetlana Tijanóvskaya el trío que se convirtió en el símbolo de la lucha por la democracia biolorrusa. Stevlana lo describe como algo “inesperado e inspirador”.
Las grietas del régimen
La líder opositora asegura que el apoyo de las fuerzas de seguridad a Lukashenko es pequeño, incluso en su círculo más cercano. Pero le temen y también están manchados de sangre inocente. Asegura que la mayoría de la nomenclatura y del ejército no quiere que siga al frente del gobierno. «Pero tienen mucho más miedo que el ciudadano común. Son más esclavos del régimen. Están esperando que todo termine para sentir la libertad.
La oposición espera que la Unión Europea sea más activa y sea más radical y eficiente en sus sanciones contra Lukashenko y su círculo criminal. «La inacción de la Comisión Europea y la lentitud en aplicar las sanciones ha decepcionado a los bielorruso», apunta.
Svetlana dice que los bielorrusos quieren que UE demuestre que los acompaña en la lucha por los derechos humanos y la democracia, como predica. Puso el ejemplo de las protestas en 2010, entonces hubo 850 detenidos y la Unión Europea sancionó a 200 personas del régimen. Sin embargo en la actualidad hay más de 32.000 presos y solo hay 80 funcionarios sancionados.
Se pregunta qué pasó con el tercer paquete de sanciones que Europa tenía listo. «Al principio la lista era larga pero luego eliminaron muchos nombres, a pesar de que había pruebas de su responsabilidad en la violencia, ¿qué pasó?», insistió.
La relación con Rusia
El pueblo bielorruso se ha cuidado de no atacar a Rusia. Stevlana señala que los dos pueblos siempre han sido amigos. «Claro, el apoyo ha bajado por el respaldo de Vladimir Putin al dictador», indicó.
«Somos un país neutral, con su cultura, su identidad y su lengua, pero sobre todo con su soberanía. No somos parte de Rusia, solo queremos tener buena relación sin vender la independencia», reiteró
Stevlana sostiene que Lukashenko juega con Rusia. Dice que hace un año el régimen acusó a su marido de estar pagado por los rusos, pero con las carantoñas de Putin ahora dice que la culpa es de Occidente. Subraya que Putin metió la mano para sostener a Lukashenko porque sabe que si la oposición gana en Bielorrusia puede ocurrir lo mismo en Rusia. «Putin quiere librarse de Lukashenko, pero no con una revolución”, agrega.
Por ahora, los opositores que lidera Stevlana no han tenido contacto con Rusia, a pesar de que han dicho que están abiertos al diálogo y que quieren que la nación que comanda Putin esté presente en la mesa redonda.
¿Un posible regreso a Bielorrusia?
A Stevlana le han abierto un segundo juicio por un presunto complot para un cambio constitucional. Lo desmiente. Recalca que si regresa a su país sería encarcelada de inmediato y nadie llegará para salvarla. Es lo que les ocurrido a quienes se han atrevido a alzar la voz en contra de Lukashenko. No es el momento de volver, seguirá fuera mientras pueda para atraer la atención internacional.
Su marido ya lleva siete meses preso y un abogado lo visita dos veces a la semana. Hasta ahora se comunica con él a través del jurista. Los presos en Bielorrusia no pueden hablar por teléfono con sus familiares y la administración penitenciaria puede hacer con ellos lo que quiera. Stevlanaasegura que han metido en las cárceles a enfermos con la COVID-19 para que los contagien.
Crisis bielorrusa
Tras las elecciones de agosto, grandes multitudes inundaron las calles de Bielorrusia. Fueron las protestas políticas más grandes de la historia del país. Pedían nuevas elecciones y la renuncia de Alexander Lukashenko. Recibieron una brutal represión, 32.000 de detenidos y varios cientos de heridos.
El movimiento ha ido creciendo y es un reto para el “último dictador de Europa” que lleva 26 años en el poder.
Lea también en Cambio16.com: