Por Miguel Ángel Artola
02/06/2018
La histórica compañía se ha declarado en quiebra y peligra el futuro de sus cerca de 3.000 trabajadores. Propiedad de una compañía de capital-riesgo, se ha visto afectada por la mala imagen tras ser utilizadas sus armas en varios tiroteos masivos.
Al grupo de capital privado Cerberus Capital Management, actual propietario de Remington Armas Co, ya no le resultaba tan fácil justificar ante sus inversores el apoyo cerrado a la fábrica de armas más antigua de los Estados Unidos. Si Remington se encuentra hoy en bancarrota no ha sido tanto por un problema ligado a la ética empresarial, sino por sus desastrosos datos contables. Su beneficio operativo ha descendido en 2017 a 33,6 millones de dólares y se le acumulan las facturas por valor de 770 millones de euros.
Pero es cierto que la sociedad estadounidense es cada vez más crítica con la permisibilidad que ofrecen muchos de sus estados para comprar armas de guerra –ya no simples armas cortas– por parte de la población civil, incluso a pesar de contar con antecedentes delictivos o problemas mentales.
El joven Nikolas Cruz, de 19 años, sembraba el terror el pasado 15 de febrero en un instituto de Florida. Había sido expulsado del centro por motivos disciplinarios y su venganza fue asesinar a 17 personas y dejar heridas a otras decenas. Unos ataques que se podían evitar o al menos minimizar si los jóvenes no tuvieran acceso a armas tan potentes como el Bushmaster AR-15, la versión civil del arma reglamentaria que portan en el ejército y en la marina estadounidense. El fusil que empuñaba Nikolas Cruz no había salido de ninguna de las siete plantas de producción de Remington, sino que había sido manufacturado por Smith&Wesson. Pero la firma de Carolina del Norte también lo tiene en su catálogo y en 2012 otro joven mataba a 20 estudiantes de primer grado y seis educadores en el tiroteo de Sandy Hook, en Connecticut.
Si Hillary Clinton fuese hoy la presidenta de Estados Unidos es muy probable –aunque con el poder del lobby de las armas nada puede darse por seguro– que productos para matar como los modelos AR-15 estuvieran ya fuera de la calle y solo a recaudo de las fuerzas de seguridad. Pero en el sillón del Despacho Oval se sienta un acérrimo defensor de la Segunda Enmienda de la Constitución, que proclama el derecho del pueblo a tener y portar armas. Donald Trump recibió importantes cantidades de dinero para sufragar parte de su campaña de la Asociación Nacional del Rifle, la NRA.
Aunque pueda parecer paradójico, a las empresas de armas en Estados Unidos les va mucho mejor cuando los demócratas ostentan el poder presidencial. Solo la amenaza de que se puedan vetar algunos de sus productos –como los polémicos AR-15– hace que todos los defensores de las causas de las armas se agolpen en las tiendas para aumentar su arsenal. En los primeros meses de la presidencia de Trump las ventas de Remington disminuyeron un 27%. En la actualidad, el 31% de los hogares estadounidenses cuentan con al menos un arma. Es la cifra más baja de las últimas décadas y el descenso ha evitado que se fabriquen más de 11 millones de armas que hubiesen sido necesarias si la demanda hubiese continuado al alza.
Una firma legendaria, de película
Si una firma como Remington ha sido capaz de permanecer en pie desde que fuese constituida en 1816 por Eliphabet Remington, habrá que concederle el beneficio de la duda y no descartar que su salvación es posible. Desde el Lejano Oeste a la Primera y Segunda Guerra Mundial, las creaciones de Remington han estado siempre presentes en los escenarios de conflicto y fueron claves para que los aliados pudieran hacer frente a la Alemania nazi.
Sus pistolas míticas han sido también claves para rememorar fielmente el pasado en películas como Wyatt Earp, con Kevin Costner portando un revólver Remington 1875 o más recientemente su aparición en series de culto como The Walking Dead. Quizá la salvación sea que Trump termine su mandato y que sea su sustituido nuevamente por un demócrata con ganas de cortar las alas a la industria armamentística. Pero esperar hasta el 20 de enero de 2021 igual es demasiado para Remington.