Por Carlos Fonseca / Fotografía: Lino Escurís
l encuentro tiene lugar en la sede central de UGT en Madrid, ubicada en el antiguo convento de Santa María Magdalena, conocido vulgarmente como Las Recogidas porque a él iban a parar mujeres de mala vida que sólo podían abandonar su encierro para casarse o vestir los hábitos. El edificio, que ardió en 1936 y fue reconstruido en la posguerra, acoge hoy las dependencias de la Comisión Ejecutiva Confederal del sindicato. Sobre la mesa del despacho del secretario general de UGT, Cándido Méndez (Badajoz, 1952) varios libros con separadores dan cuenta de lecturas simultáneas, entre las que destaca Amor y Capital, una biografía sobre Karl Marx de la que es autora la periodista norteamericana Mary Gabriel, regalo del presidente de la patronal, Juan Rosell. Ignacio Fernández Toxo (Ferrol, 1952), secretario general de CCOO, ha accedido a desplazarse hasta aquí para celebrar una entrevista conjunta en la que, al alimón, los dos máximos dirigentes sindicales del país hacen un repaso a la situación económica y política de España.
“CCOO se reinventa o se la lleva el viento de la historia”. Esto dijo usted, señor Toxo, no hace mucho, para definir la situación que vive su sindicato en particular y el sindicalismo en general. ¿Hay riesgo de que los sindicatos se conviertan en organizaciones irrelevantes?
Ignacio Fernández Toxo Con esa afirmación me refería a que el mundo ha cambiado de manera acelerada por los efectos de la crisis y hacía una apelación a las estructuras de dirección del sindicato para renovar no sólo el discurso, sino también las actitudes, para conectar mejor con la gente. El riesgo de convertirse en organizaciones irrelevantes está conjurado. Acabamos de concluir un proceso de elecciones sindicales en el que CCOO y UGT han logrado una representatividad por encima del 30% cada una. La organización que más se ha aproximado está en un 3%. Dicho esto, hay una crisis general de organización de la sociedad que afecta también a los sindicatos. Así como en el siglo pasado y a principios de éste todavía se mantenía la idea de que el trabajo era el eje vertebrador de la sociedad, hoy esa idea está siendo sustituida en gran medida por la economía financiera, de casino. Recuperar el valor del trabajo como elemento central de organización de la sociedad es clave para la calidad de la democracia.
Casi cinco millones de parados, trabajos precarios, salarios de miseria… Nunca los sindicatos han sido más necesarios y, sin embargo, nunca como hasta ahora contaron con menos apoyos. ¿Cómo explican desde las centrales esta aparente paradoja?
TOXO En este momento la lucha sindical es más defensiva que ofensiva. La percepción de que tras tres huelgas generales (una en 2010 y dos en 2012) no se han conseguido objetivos apreciables por la gente, como ocurrió con la huelga de 1988, que dio nacimiento nada menos que al sistema de pensiones no contributivas, entre otras muchas cosas, ha hecho que la gente pierda al sindicato como primera referencia. Por eso es necesario reinventarse para volver a conectar con la gente. La base de partida es sólida en afiliación, representatividad y negociación colectiva, y estoy convencido de que el sindicato va a seguir jugando un papel central en la organización de la sociedad.
CÁNDIDO MÉNDEZ Hay un cambio muy profundo en la organización de la sociedad. Vinculada a la globalización ha venido, como decía Ignacio, la expansión de la economía financiera. Los sindicatos somos criaturas de la economía productiva y ahora tiene un impacto muy fuerte la financiarización de la misma. Vamos a entrar en una etapa clave, en una etapa de crecimiento muy precario, en el que la distribución de la riqueza va a ser un elemento fundamental, y nosotros ahí somos insustituibles.
Según el Barómetro del CIS del pasado octubre, el 60% de los encuestados nunca había participado en una huelga, el 32,8% lo había hecho en un tiempo lejano y sólo el 7% en el último año. No es una imagen de mucha combatividad laboral para estos tiempos.
MÉNDEZ La clase trabajadora ni es combativa ni deja de ser combativa. Los sindicatos somos en España los que tenemos el depósito constitucional para convocar huelgas generales y, como arma suprema, la empleamos con cautela.
TOXO Es cierto que el volumen de horas perdidas por huelgas se ha reducido, pero es una constante desde hace bastantes años, entre otras cosas porque se ha instalado un reconocimiento del papel de cada una de las partes. En los años 80 para conseguir un convenio colectivo tenías que ir directamente a la disputa, a la huelga, y ahora ya no es así. Ahora bien, las dos últimas reformas laborales han venido para modificar sustancialmente esa situación. Tradicionalmente ha habido más movilizaciones en momentos de recuperación económica que de crisis, cuando la gente percibe que los beneficios que iba a tener cuando llegase la recuperación no le llegan. Estamos próximos a esa fase, y el movimiento sindical tiene que pasar de un ciclo defensivo a otro ofensivo para recuperar la calidad de vida y los derechos perdidos.
MÉNDEZ Como dice Ignacio, las manifestaciones se producen más en etapas de expectativas de crecimiento que en las de recesión. La mayor huelga general que ha habido en este país, la del 14 de diciembre de 1988, se produjo en una etapa de crecimiento económico y el objetivo era el reparto de los frutos de dicho crecimiento. Además, hay otro elemento a tener en cuenta, que es que los trabajadores han pensado que tenían que buscar alternativas en los cambios políticos.
¿Hay en España un descrédito de los sindicatos, como hay un descrédito de la política y los políticos?
TOXO Parte de lo que nos sucede tiene que ver con errores o prácticas incorrectas nuestras y en 2014 y 2015 hemos hecho un tremendo esfuerzo para adaptarnos al nivel de exigencia que tiene hoy la sociedad española, que es mucho más elevado que el que tenía hace siete años. Antes, por la bonanza económica o porque no conocía parte de las cosas que estaban pasando, la sociedad era mucho más tolerante. Hoy se ha vuelto, y eso es bueno, mucho más exigente, y el sindicato ha interpretado ese sentido y ha hecho muchas correcciones que completaremos en un futuro próximo. Ser conscientes de esto es fundamental.
Supongo que se refiere a todos los casos de corrupción que han estallado en los últimos años, desde las ‘tarjetas black’ de Caja Madrid a los ERE de Andalucía.
TOXO Defiendo la gestión del sindicato en los ERE. Estoy absolutamente seguro de que no ha formado parte de ninguna trama de corrupción en Andalucía ni en ningún otro sitio, pero tal vez no hemos sido capaces de salirnos de ese magma que se ha generado. Estamos obligados a intervenir en los ERE como sindicato, porque en ellos se juega el futuro de muchos puestos de trabajo y tiene que existir tutela. El riesgo está en la manera de gestionarlos. El caso de las tarjetas black ha sido demoledor, el peor de los episodios con los que me he tenido que enfrentar en los últimos años. El sindicato reaccionó de manera rápida orillando a las personas implicadas y estableciendo cortafuegos para evitar que esa situación pueda volver a producirse, y creo que esto la sociedad española lo ha percibido.
MÉNDEZ No creo que se haya producido una asimilación del desprestigio del bipartidismo en el campo sindical, sino que ha habido casos sobre los que estamos reflexionando y tomando decisiones. En el congreso de UGT del próximo marzo vamos a elevar los niveles de autoexigencia a los cuadros del sindicato a través de una comisión de seguimiento a la que vamos a proponer que se incorporen tres personas independientes, ajenas al sindicato, para escrutar el comportamiento de sus dirigentes. Hay que rectificar una serie de conductas que han podido ser anómalas o irregulares. Pero esto no puede significar nunca la renuncia a intervenir en los ERE.
Hay quien les acusa de haberse institucionalizado en exceso en detrimento de su papel como movimiento social.
MÉNDEZ No, lo que hacemos es cumplir con nuestro papel constitucional. En España las organizaciones sindicales tienen encomendada por la Carta Magna la defensa de los intereses generales de los trabajadores, cosa que no ocurre en otros países de Europa, cuyas constituciones ni siquiera aluden a los sindicatos. Nosotros defendemos al trabajador en la empresa, y también fuera de ella en cuestiones generales.
TOXO Hay quien cree que el sindicato debe limitar su función a la lucha corporativa y a la defensa del interés concreto del trabajador como tal, como si éste fuera disociable de su papel como ciudadano. CCOO y UGT hemos entendido desde hace mucho tiempo que la distribución más justa de la riqueza en el lugar donde se produce sería incompleta, y además con riesgo de perderse, si el sindicato no es capaz de intervenir sobre la manera en que la sociedad se organiza. Los países más avanzados de Europa y que mejor han resistido la crisis son aquellos que tienen un estado social más desarrollado y un papel más institucionalizado de los sindicatos. No participamos en el pago de las prestaciones por desempleo, mientras que los sindicatos belgas, los daneses y los suecos sí lo hacen. Estamos en comisiones de control del fondo de reserva de las pensiones, pero no las gestionamos, algo habitual en el centro y norte de Europa. La calidad democrática está asociada a la intensidad de la participación de los sindicatos en la organización de la sociedad. Nosotros estamos a medio camino.
Una crítica común es que los sindicatos defienden a los trabajadores con empleo estable, justo cuando la práctica totalidad de los que se suscriben en este momento son temporales o a tiempo parcial. ¿No deberían ocuparse también de estos otros colectivos?
MÉNDEZ Nuestra base afiliativa está en los trabajadores fijos. La baja tasa de afiliación, que es un problema general y no sólo de España, viene como consecuencia de la precarización del mercado de trabajo. Ahora bien, la realidad de lo que hacemos contradice esa imputación. Somos beligerantes con la mejora de la prestación por desempleo, y un parado lo que necesita es una ayuda mientras encuentra un trabajo; somos muy beligerantes con el salario mínimo interprofesional; hemos hecho propuestas normativas para reducir la temporalidad; acabamos de presentar una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para resolver el problema de 2,5 millones de personas, la mayoría mujeres, en situación de exclusión o de pobreza. Eso es lo que dice nuestra historia.
TOXO Es un mito eso de que el sindicato sólo defiende a los sectores más estables y acomodados. Nada más lejos de la realidad. Cualquiera que haya seguido con un mínimo rigor la trayectoria de CCOO y UGT desde la transición hasta hoy se va a encontrar con que todas las grandes iniciativas que trascienden del ámbito de la empresas tienen que ver con la situación de los desempleados, del trabajo precario, de jóvenes y de mujeres, planes de igualdad, brecha salarial… Por poner un ejemplo, el sistema de protección al desempleo se desarrolla porque hay una pelea sindical durísima a lo largo de los años 80, y ahora hay que librar otra porque más de la mitad de las personas que están en situación de desempleo no tienen percepciones de ningún tipo. También hay que crear una renta mínima para que la gente pueda atravesar la crisis.
¿No les parece vergonzoso que haya personas con trabajo en situación de pobreza, que el salario no les alcanza ni para vivir?
TOXO La lucha por un Salario Mínimo Interprofesional (SMI) decente es capital para empezar a erradicar un fenómeno que ya estuvo presente en la dictadura, que es la pobreza laboral. Hay que dignificar el SMI porque tenemos uno ridículo que afecta cada vez a más gente, y porque es la referencia salarial para centenares de miles de personas.
¿Qué cifra manejan?
TOXO No tenemos una cifra, tenemos una referencia, que es la que establece la Carta Social Europea: el 60% del valor de los salarios medios negociados de cada país.
¿Cuánto dinero sería en el caso de España?
TOXO Unos 1.100 euros.
MÉNDEZ Todos los sistemas de rentas mínimas de inserción en comunidades autónomas son fruto de una propuesta de negociación sindical.
¿Cómo interpretan los resultados electorales de las generales?
TOXO Hay un castigo muy fuerte a la gestión de la crisis del PP, que ha perdido 63 escaños. En el caso del PSOE la secuela de la gestión de la etapa anterior está todavía muy presente en el ánimo de la gente. La ciudadanía ha dicho que quiere cambio y que quiere que ese cambio se reoriente por la izquierda.
MÉNDEZ Hay una pulsión de cambio fortísima, pero los dos partidos del viejo bipartidismo casi duplican en número de escaños a los conseguidos por los dos partidos emergentes. Creo que la mayoría de la población, como dice Ignacio, pide un cambio. Hasta ahora las ecuaciones políticas en España eran muy sencillas: O tenías mayoría absoluta o pactabas con los nacionalistas. Ahora no, y eso exige un nuevo aprendizaje por parte de todos.
¿Son partidarios de alguna fórmula concreta de pacto de gobierno?
TOXO Este país necesita un giro de las políticas hacia la izquierda o hacia lo social que permita el impulso de la economía, recuperando la calidad de vida perdida por la ciudadanía. Ese giro debería estar centrado alrededor del PSOE.
No los cita, pero supongo que me está hablando de un pacto del PSOE con Podemos, IU y algún nacionalista de izquierda como ERC.
TOXO Sí, mi preferencia sería esa.
MÉNDEZ A título personal, la hipótesis más indeseable es la de convocar nuevas elecciones, entre otras cosas porque soy de los que piensa que no cambiaría sustancialmente el mapa político. Si el PP no consigue formar gobierno habría que intentar articular otra mayoría cuyo eje de actuación debería ser el empleo y la lucha contra la desigualdad.
En sus contactos previos a los comicios con los partidos propusieron una prestación de ingresos mínimos como una de las primeras medidas que debería abordar el nuevo gobierno. ¿De qué importe estamos hablando y quién sería beneficiario del mismo?
TOXO Es una prestación de 426 euros. Es poco, pero no se puede plantear en otros términos; o sube el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o una prestación de estas características no puede dar más recursos que la última protección que tiene la persona que ha perdido el empleo. Afectaría a dos millones de personas responsables económicos de hogares que suman unos seis millones de ciudadanos.
MÉNDEZ El planteamiento que tenemos es que sea ampliable en función de los miembros de la unidad familiar, y que se mantenga de manera indefinida, frente a los seis meses actuales.
Les voy a preguntar por algunas cuestiones concretas. En primer lugar, ¿hay que derogar la reforma laboral del PP de 2012, como dice el PSOE, o también la del PSOE de 2010?
MÉNDEZ Cuando se derogue la de 2012 quedará automáticamente derogada la de 2010. Hay que anular ambas y reponer los derechos.
¿Son partidarios de mantener la edad de jubilación en los 67 años u optan por volver a rebajarla a los 65?
TOXO Suscribimos un acuerdo y somos corresponsables del mismo. El sistema de pensiones está sometido actualmente a unas tensiones brutales por la larga duración de la crisis y el elevado desempleo, pero también por el uso indebido del fondo de reserva de la Seguridad Social, de las tarifas planas, de las exenciones… La afiliación a la Seguridad Social ha crecido en el último año un 3,9%, pero los ingresos lo hacen menos de un punto. Esto, acumulado en el tiempo, lleva a la quiebra al sistema. Más que hablar de la edad de jubilación hablaría de cómo dar consistencia al sistema.
Algún partido propone la posibilidad de que se financien no sólo con cotizaciones, sino también vía impuestos. ¿Es una opción?
TOXO Es una opción. Hay países donde funciona así. Lo que hay que hacer es completar la separación de fuentes de financiación, y que todo lo que es no contributivo pase a pagarse con impuestos generales. No soy partidario de que sea el IVA. La Seguridad Social necesita de cuatro puntos adicionales del PIB para financiar futuras pensiones. Si no se hace se debilitarán.
MÉNDEZ Matizo que la jubilación a los 67 años será efectiva en 2027. Dicho esto, las cotizaciones tienen que seguir siendo el elemento capital. Si hay que buscar otras fórmulas que se busquen, aunque temo que entraremos en una dinámica en la que se va a volver a plantear otro recorte.
TOXO El Gobierno actual está jugando de manera temeraria con el futuro de las pensiones. Hay que recomponer el pacto de pensiones de manera urgente, y ésta debería ser una de las primeras tareas de la próxima legislatura.
¿Hay que convertir Bankia en el gran banco público y aprovechar el desembolso realizado para su rescate a través de las arcas públicas del Estado?
TOXO Sí. De entrada, lo que hay que hacer es no precipitarse a malvenderlo como se ha hecho, por ejemplo, con el Banco de Valencia. Se pusieron 5.000 millones de euros de los impuestos de los ciudadanos para reflotarlo y luego se vendió por 1 euro. A la sociedad hay que devolverle los recursos que ha prestado para sanear las entidades. No es una cuestión ideológica, en toda Europa hay bancos públicos. Lo más parecido a una banca pública que teníamos en España eran las cajas, que eran privadas pero tenían un componente social, y se han desmantelado. Bankia es el embrión de lo que debería ser un entramado público con capilaridad para llegar al conjunto del Estado; eso no es el Instituto de Crédito Oficial (ICO).
MÉNDEZ En España la exclusión financiera está subiendo. Hay mucho dinero en el mundo pero las pequeñas empresas, las microempresas, tienen problemas para acceder al crédito. El ICO tiene recursos limitados y carece de red capital; una red que sí puede aportar Bankia.
Ustedes rechazan la independencia de Cataluña, pero ¿serían partidarios de un referéndum, de una consulta a los ciudadanos catalanes para que opinen sobre la relación que quieren tener con España?
MÉNDEZ Yo no estoy de acuerdo. Entrar en una discusión que no tiene desarrollo con las mayorías actuales no tiene sentido.
TOXO Sería deseable avanzar con la Constitución hacia un modelo de encaje distinto, en mi opinión federal, del Estado y sólo pongo el título, porque luego hay que llenarlo de contenido. Hay que fraguar un nuevo consenso con el 75% o el 80% de los españoles para un cambio constitucional que abra un nuevo periodo de estabilidad prolongada. La llave podría estar en la creación de una ponencia constitucional que apueste por una reforma de la Carta Magna de 1978 que sea sometida en su resultado a la votación del conjunto de la ciudadanía de España.