Teniéndolos como acompañantes de vida o como vecinos, casi siempre saltan algunas preguntas que inquietan sobre los perros: ¿tendrán conciencia?, ¿tendrán alma?, ¿en qué piensan? Lo que está claro es que los perros, como las personas, no son iguales: tienen personalidad.
Muchos son ideales para los niños, por dóciles y juguetones. Otros se destacan en la defensa y rescate de personas en peligro, por su rapidez y valentía. Algunos corren en círculos alrededor de sus dueños durante los paseos. La mayoría son fieles y entrañables amigos. ¿Tiene que ver con su raza, con su evolución ancestral, con la convivencia social o con el gran órgano rector, el cerebro?
Konrad Lorenz,uno de los etólogos más importantes del siglo XX, premio Nobel, pensador y ensayista, escribió varios libros sobre las conductas de muchos animales. En Cuando el hombre encontró al perro (1950) nos transporta hasta los orígenes del “encuentro” entre el hombre y el perro, y los antepasados de ambos. Entonces, explica en su texto cuidadoso y entretenido, que los perros experimentan fácilmente muchas de las mismas emociones humanas: miedos, alegrías, expectación, malhumor, agresión.
Diversos estudios se han realizado para indagar en el ‘yo’ perruno. Uno de los últimos lo emprendió Erin Hecht, profesora asistente de biología evolutiva humana en la Universidad de Harvard. La científica agregó una pregunta: ¿por qué los perros se comportan de manera tan diferente, incluso dentro de sus propias razas? Busca las respuestas a través del Canine Brains Project.
La personalidad de los perros
Recientemente, en una charla organizada por la Brain Science Initiative de la Universidad sobre el campo emergente de la neurociencia canina, dijo que los amigos peludos tienen el potencial de enseñarnos mucho sobre el desarrollo del cerebro. Los perros fueron domesticados hace aproximadamente 20.000 a 40.000 años. Un punto en la línea de tiempo evolutiva. Los humanos modernos surgieron hace 300.000 años. Debido a que la domesticación es relativamente reciente, las razas de perros modernas conviven con razas antiguas, y es posible la comparación.
El laboratorio analiza razas domesticadas como el gran danés u otros perros de caza o perros de diseño (una práctica que se afianzó durante la época victoriana) y perros antiguos como los huskies y los llamados perros de aldea. “Aproximadamente el 80% de los perros que viven hoy en el planeta son los perros de aldea. Estos son animales en libertad que viven como comensales humanos”, explica.
«Darwin vio a los perros como una ventana a los mecanismos de la evolución, Cuando observamos a los perros y su personalidad, como evolución del comportamiento cerebral, todo lo que tenemos que hacer es mirar sus cerebros para identificar qué hizo la evolución para satisfacer esos requisitos de selección», explicó
El laboratorio de Hecht realiza resonancias magnéticas en casi 100 cerebros caninos al año. Luego encuesta a los dueños acerca de las habilidades laborales de los perros, como cazar, pastorear y vigilar en comparación con la forma del cráneo, el tamaño del cuerpo y la raza.
Algunos hallazgos iniciales del laboratorio incluyen el descubrimiento de diferencias neurológicas en las razas de perros. Incluido el hecho de que los caninos premodernos en general tienen una amígdala más grande, la parte del cerebro que controla el procesamiento emocional y la memoria. Estas habilidades mejoradas de monitoreo ambiental serían útiles para que los perros decidan a qué humanos robarles sobras y a cuáles no.
El tamaño del cráneo
Los perros modernos tienen una neocorteza más grande, la parte del cerebro que controla la función motora, la percepción y el razonamiento. Puede desempeñar un papel en la mayor flexibilidad conductual de los perros modernos o en su capacidad para adaptarse a nuevos entornos. El laboratorio de Hecht conecta las diferencias de personalidad y habilidades en los perros con seis partes diferentes del cerebro: las regiones que controlan el impulso y la recompensa; olfato y gusto; navegación espacial. Así como comunicación y coordinación social; pelea o vuela; y el olfato y la visión.
Si bien las razas que vemos en los hogares comparten similitudes en estas vías, la investigación sugiere que los rasgos pueden atribuirse más a la reproducción selectiva que al ADN ancestral.
«Ha habido una selección específica reciente muy fuerte en razas individuales en lugar de efectos fundadores en poblaciones fundadoras ancestrales. “Entonces podemos preguntar si los tipos de comportamientos para los que se han seleccionado históricamente diferentes linaje explican la anatomía de cada perro y las seis redes cerebrales. Aquí hay algunas relaciones interesantes”, apunta.
Más que la raza en sí, las vías se ven afectadas por la forma y el tamaño de la cabeza de un perro. Por ejemplo, el laboratorio de Hecht ha descubierto que los perros más grandes tienen neocórtex más grandes que sus homólogos más pequeños. Y, por lo tanto, en general son más entrenables y menos ansiosos. Los perros criados por sus cráneos estrechos pueden ver que eso afecta su comportamiento. «Si manipulas la forma de un cráneo, manipulas la forma del cerebro. Esto confirma que los perros con estos morfotipos craneales extremos tienen impactos en la anatomía de su cerebro que probablemente afecten el comportamiento».
Comportamientos caninos, la explicación científica
Junto con la exploración por resonancia magnética, el laboratorio de Hecht mide el comportamiento de los perros con una evaluación llamada C-BARQ, el Cuestionario de Investigación y Evaluación del Comportamiento Canino. La encuesta, que completa el dueño del perro, evalúa comportamientos como la agresión, la capacidad de entrenamiento y la rivalidad, por nombrar algunos.
“Hubo un estudio que recopiló datos C-BARQ sobre 32.000 perros de 82 razas diferentes y luego realizó una agrupación de las respuestas. Los datos se concentraron más en la altura corporal de los perros que en el parentesco racial. Por lo tanto, el tamaño fue un mejor predictor que la raza a la hora de predecir las puntuaciones de temperamento en esta evaluación C-BARQ”, subraya Hecht.
Añadió que el hecho de que ciertos perros tengan una estructura cerebral que sugiera una determinada disposición no los limita a esos comportamientos. Esto se aplica especialmente a las habilidades laborales. “La formación casi siempre es necesaria. Todavía no he oído hablar de ninguna raza particular de perro de trabajo que nazca sabiendo cómo hacer su trabajo”, comentó
Pero ya sea que tengas un pitbull que actúa como un chihuahua o un Yorkie al que le gusta correr con los perros grandes, una mirada al interior de su cerebro podría ayudar a explicar por qué son como son y el por qué de su personalidad.