Se puede pecar contra Dios, contra la sociedad, contra la Iglesia, contra los hermanos. Pero ¿podemos pecar contra los árboles, contra los peces, contra la selva, contra los mares, contra la Tierra? Sí. Y son los pecados contra la Creación y constituyen el tema central de la encíclica Laudato Si.
Quizás como nunca antes en la historia de la Iglesia (al menos en su alta jerarquía), Francisco ha hecho un llamamiento a los católicos, a los cristianos, pero también a los judíos, musulmanes, agnósticos, ateos. No somos los dueños del planeta, sino los responsables de protegerlo.
Un lustro después
Han transcurrido 5 años desde que Francisco escribió Laudato Si, una pastoral que subraya la estrecha relación entre el Creador y sus criaturas. No solo nosotros, sino todas sus criaturas y minerales.
Este texto recuerda que todo está conectado. No hay un problema ambiental separado del social. El cambio climático se relaciona con la migración, las guerras, la pobreza y el subdesarrollo. La crisis medioambiental es otra manifestación de una crisis ética, cultural y espiritual.
El papa invita a reconocer cuáles son las raíces humanas de los pecados contra la Creación. “Sería equivocado pensar que los demás seres vivos deban ser considerados como meros objetos sometidos a la arbitraria dominación humana. Cuando se propone una visión de la naturaleza únicamente como objeto de provecho y de interés tiene serias consecuencias en la sociedad”, anota.
Una visión novedosa
Durante siglos, la posición en la cultura judeocristiana occidental se apoyó en las palabras del Génesis: «Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra». (Génesis 1:28)
En contraposición al primigenio concepto de que los seres humanos somos «dueños» de la naturaleza está la visión de que somos «responsables» de su cuidado y que debemos rendir cuentas ante el Creador ahora y en un futuro.
«Esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo», postula Laudato Si.
La ciencia y la fe
Si bien para la religión ha sido necesario un cambio de perspectiva, también lo ha sido para la ciencia. Utilizar los recursos naturales, moldearlos, dominarlos y encauzarlos ha sido clave en el éxito de los humanos para ser «la especie dominante» en el planeta. Pero también un poco de buena fe e ignorancia, con mucho de soberbia y egoísmo, han llevado a transformar el planeta más allá de lo que puede asimilar.
La civilización técnica se está poniendo a sí misma en peligro. Los combustibles fósiles degradan simultáneamente la salud del aparato respiratorio humano, la vida en bosques, lagos, litorales y océanos, y el clima del planeta. Los clorofluorocarbonos inertes alcanzan la capa de ozono para dañarla.
Estos son solo dos ejemplos. El mundo es complejo y la capacidad de los seres humanos para hacer daño es enorme. En todos los casos hay una clara lección. Si la humanidad no es lo bastante inteligente o prudente para prever y evitar todas las consecuencias de nuestras acciones. todos corremos peligro. La ciencia también ha cometido pecados contra la Creación.
La casa común
En este sentido, Laudo Si hace un llamamiento urgente para «proteger nuestra casa común«. Este esfuerzo «incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar».
Francisco reconoce que la tarea requiere de todos y su exhortación no es solo para los católicos. «Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos».
«La ecología integral es inseparable de la noción de bien común, un principio que cumple un rol central y unificador en la ética social», dice.
El texto aborda temas como el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad, la cuestión del agua, el deterioro de la calidad de vida y la degradación social. Todos están interrelacionados.
De cara al futuro
La crisis que estamos experimentando debido a la pandemia ha hecho que todas estas verdades sean aún más evidente. “Avanzamos a toda velocidad – dijo el papa 27 de marzo durante el Statio Orbis- sintiéndonos fuertes y capaces en todo (…) Continuamos imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo».
«Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos», expresa en Laudato Si.
Francisco advierte sobre los pecados contra la Creación, para que no seamos responsables de que el mundo llegue a su fin.
Lea también: