Hasta el 24 de enero, la madrileña sala Galería CN Arte (Lagasca, 95), presenta la exposición ‘Los pasos de Isadora Duncan’, del pintor Jaume Mach Planas. En esta muestra interactiva es posible profundizar en la obra a través de un código QR, visible cuando se captan los cuadros desde un teléfono móvil. De esta manera, se escucha un fragmento de la melodía que da título a la pieza y que Isadora Duncan bailaba en el momento escogido por el Mach para inmortalizarlo. El espectador puede escuchar la pieza, ver las líneas que la representan y la imagen de Duncan bailándola y rodeada de un aura cromática particular.
Según Jaume Mach, esta colección es fruto de la admiración que asiente por Isadora Duncan, la mujer que libró su cuerpo y alma para revolucionar el concepto de danza conocido hasta ese momento. “Desde su infancia pasó muchas horas imaginando formas con su cuerpo y escuchando piezas musicales de compositores como Schumann, Schubert y Mozart, entre otros. Se inspiraba bailando temas basados en pinturas de Botticelli o en figuras danzantes de vasijas griegas”.
Comunión con la naturaleza
A Jaume Mach, según el historiador del Arte Enric Tuber Canada, le gusta decir que su pintura se caracteriza por ser esotérica y cargada de simbolismo. De hecho, los títulos que suele dar Jaume Mach a las numerosas exposiciones que ha realizado en diversos países de Europa –destacan dos premios europeos a la innovación técnica– quieren anunciar una actitud personal preocupada por la percepción y representación de una realidad que transciende la dimensión física del mundo y de los objetos.
Para Mach, todo arte se respalda en el principio de la unidad constante, absoluta y universal de la naturaleza. “La línea característica es la ondulación. Escuchar las inquietudes de nuestra alma y transformarlas en imágenes es el reto de la creación artística. Para mí, el hecho de crear es expresar una emoción y una inquietud interna. Con mi obra intento transmitir ideas y valores inherentes a la cultura humana. A través de la expresión pictórica he encontrado una vía para hacer florecer mis sueños y las inquietudes más interiores en imágenes que buscan provocar un placer estético con el objetivo de hacer más humano el mundo que nos rodea”.
Innovación técnica
En realidad, según Tuber Canada, cuando se analiza con atención la obra de Jaume Mach, se detecta de inmediato un gusto por el uso de una técnica en la cual el color se utiliza de manera muy licuada y se trabaja a menudo con la presión del aire más que la del pincel, dando una sensación muy etérea, ligera, ideal para expresar temas o ideas cargadas de espiritualidad. Cabe añadir que la elección del metacrilato como soporte sobre el cual se realiza la pintura es también importante en la imagen final de la obra de este artista, ya que le confiere una luminosidad especial.
Representar el ritmo universal
Inmerso en un proceso en el cual paulatinamente se ha ido alejando de la figuración y profundizando en la búsqueda de paisajes interiores para explorar las posibilidades de la línea abstracta, Jaume Mach da un paso más en su trayectoria personal dentro del mundo de la plástica y lo hace con una propuesta de síntesis de tres de los activos que él ha aprendido a gestionar con solvencia.
Así, en el conjunto de piezas de la serie “Los pasos de Isadora Duncan” Mach parte de la proyección de una o dos líneas espontáneas, fuertemente gestuales, surgidas de las sensaciones que le ha producido una pieza musical. Estas líneas se combinan con la representación de un paso de danza de Isadora Duncan escogido entre los momentos de una actuación de la “bailarina de los pies descalzos” interpretando la misma pieza musical y finalmente todo esto queda inmerso dentro de una atmósfera creada mediante un fondo que actúa a modo de un aura y que en sí mismo ya es un ejercicio de abstracción lírica.
Estética y ritmo
Cuando Jaume Mach vio algunos vídeos de actuaciones de Isadora Duncan, quedó literalmente atrapado por la magia de su movimiento y esto actuó como una llamada, como un reto para representar pictóricamente el ritmo de una pieza musical y la particular estética de la que, para muchos, fue la renovadora del ballet de raíces clásicas.
Desde su naturaleza intuitiva, Mach percibió inmediatamente que la heterodoxia de Duncan y su capacidad para singularizarse era una actitud gemela de la que lo ha guiado a él en su particular búsqueda de un lenguaje personal a través del cual poder expresar aquello que su mente y su espíritu le comunican.
Los motores del cuerpo
Heterodoxa, rebelde, extravagante y revolucionaría, Isadora Duncan cambió algunas de los bases de la danza clásica y sorprendió al mundo con una visión muy particular de la estética desde la que interpretaba a los clásicos. En sus memorias dice textualmente: “Lo que yo pretendía es que la mente y el espíritu fueran los motores del cuerpo y lo elevaran sin esfuerzo aparente hacia la luz”. Los que conocemos a Jaume Mach sabemos que desde planteamientos personales atípicos y cercanos al esoterismo Mach ha perseguido sin desfallecer un objetivo similar al que expone Duncan y lo ha hecho a través de este camino de investigación en el que él ha convertido la pintura.
Isadora Duncan estudió la imagen de bailarinas a partir de obras de arte, especialmente de la época griega y de August Rodin, y esto la llevó a revisar aspectos como la posición de la cabeza que ella distorsiona de manera parecida a las bacantes griegas, a prescindir de las zapatillas de ballet y bailar descalza o a vestirse con túnicas y no con tutú. Ella siempre confesó que el hecho de haber nacido al borde del mar había hecho que este fuera su primera idea del movimiento y que la danza le viniera seguramente del ritmo de las olas.
Pintura etérea
El caso de Jaume Mach es paralelo puesto que a partir del estudio de los clásicos ha ido derivando hacia una pintura cada vez más etérea, emperrada en conseguir la sensación de movimiento fluido, natural, generador de ritmos que nos conectan con el ritmo del universo, un ritmo que él como pintor o Duncan como bailarina, no pueden copiar de los clásicos ni de nadie, un ritmo interior del cual absorbe la energía, un ritmo que es nada más y nada menos que el ritmo del Universo.
Amigo de las novedades en los planteamientos expositivos, Mach facilita al espectador una herramienta, un código QR que este puede activar desde su móvil y que le permite escuchar un fragmento de la melodía que da título a la pieza y que Duncan bailaba en el momento escogido por Mach para inmortalizarlo. El espectador puede escuchar la pieza, ver las líneas que la representan y la imagen de Duncan bailándola y rodeada de un aura cromática particular.
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