Por Cambio16
27/03/2017
La crisis económica e institucional ha proporcionado combustible de alto octanaje a una amalgama de partidos que no dejan de crecer. Su objetivo: cambiar Europa. Cada uno a su manera. Algunos quieren abandonar la moneda única o incluso dejar de ser miembros. Europa se tambalea.
Frente Nacional (Francia)
La amenaza que desde años se escuchaba en Francia se ha hecho realidad. El Frente Nacional, el partido de ultraderecha por antonomasia de la vieja Europa, fue la fuerza más votada por los franceses en mayo de 2014. La imagen renovada con Marine Le Pen al frente del partido, unida a la crisis de las grandes formaciones tradicionales francesas, permitió el shock de ver al FN como ganador.
Un 24,86% de votos en las europeas no es una cifra para soñar con el Eliseo teniendo en cuenta el habitual frente común que hacen votantes de izquierda y derecha tradicional en Francia para evitar cargos electos del FN. Pero sí es un éxito para un partido que hace pocos años corría el riesgo de quedarse sin representación relevante en la política francesa y que ahora lidera las encuestas.
El salto se ha apoyado en la crisis económica, en la debilitada figura del presidente Françóis Hollande y en la explotación sin fin del tradicional mensaje xenófobo, cada vez más islamófobo pero vestido ahora de “defensa de la identidad nacional”. Lejos quedan los sueños de ‘Grandeur’ de Jean Marie Le Pen, de recuperar las colonias y anular todos los acuerdos internacionales.
El FN ha identificado a los enemigos de sus potencia les votantes. Muchos son los mismos de siempre pero que la crisis ha amplificado. Los fondos europeos que lastran a los agricultores franceses, los inmigrantes que aceptan trabajos mal pagados, la maldita moneda única… “Todo se acabaría si se cierran las fronteras”, proclama Marine Le Pen. Incluso se atreve a fijar entre 3 y 4 puntos el % de aumento del PIB de Francia si se aceptan sus medidas. En resumen: poca libertad, nada de igualdad y fraternidad, la justa.
Podemos (España)
Con la explosión del 15M los ahora dirigentes de Podemos detectaron un espacio electoral que era imposible de alcanzar para los partidos tradicionales en España: los indignados. Ese grupo de personas decepcionadas con el bipartidismo era mucho más amplio que los jóvenes que acampaban en la plaza. El reto era transformar ese cabreo con la clase política en votos.
Tras haberse pasado años asesorando a Izquierda Unida, Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, decidieron lanzar su propio partido. Primero a través del manifiesto “Mover ficha: convertir la indignación en cambio político”. Un texto presentado el 12 de enero de 2014 en el que 30 intelectuales, periodistas, artistas y políticos de izquierda pedían una candidatura que plantara cara a las políticas de la Troika en las elecciones europeas. El texto no iba firmado por Iglesias pero dos días después de su lanzamiento se anunció que el profesor y tertuliano sería la cabeza visible del nuevo partido.
El partido Izquierda Anticapitalista había apadrinado la operación con todo el secretismo. En los boletines internos se referían al dirigente como “P.I.” y el proyecto fue bautizado como “Operación Coleta”. Acababa de nacer Podemos.
“Si me preguntas si quiero convencer a Izquierda Unida de que participe con nosotros, te digo: evidentemente”, afirmaba Iglesias el día de la presentación de Podemos.
Izquierda Anticapitalista sirvió de plataforma para lanzar el partido. Con su estructura nacional permitió a la nueva formación tener presencia activa en toda España. En abril de 2014, Pablo Iglesias era elegido en votación para liderar la lista a Bruselas. Su cara era la que aparecería impresa en las papeletas para identificar al partido. Durante la campaña, los sondeos le otorgaban un máximo de un eurodiputado y sus mítines apenas tenían repercusión en los medios generalistas. Su principal altavoz era su presencia en las tertulias televisivas. Por eso, cuando el 25 de mayo, en el que 1.245.948 personas les dieron su voto y lograron 5 eurodiputados la sorpresa fue mayúscula.
Esa misma noche y desde una plaza del barrio de Lavapiés millones de personas escucharon por televisión y por primera vez el mantra del partido: “Nuestro desafío es convertirnos en alternativa a los partidos de la casta”. Y la amenaza se ha convertido en realidad según todos los sondeos y encuestas. La irrupción de Podemos ha dejado descolocados a los partidos
tradicionales. PP y PSOE los califican de populistas y les piden propuestas más allá de la crítica al sistema. La agenda la marca la coalición de Pablo Iglesias desde las europeas.
Desde entonces Podemos ha mutado su mensaje. De su programa para las europeas desaparecieron en los últimos meses varios de sus pilares a edad de jubilación ya no será a los 60, no habrá renta básica para todo el mundo, no se habla de nacionalizar empresas, la deuda será “reestructurada” pero no “impagada por ilegítima” y nadie menciona ya la eliminación de las ETT. El objetivo es llegar a la mayor parte posible del electorado dejando atrás la etiqueta de extrema izquierda. El mensaje, a falta de programa, se reduce a “terminar con la mafia”.
La autoproclamada imagen de limpieza y oposición a “la casta” se ha visto enfrentada a la realidad. “Todos los animales son iguales pero algunos son más iguales que otros”. La maldición orwelliana de ‘Rebelión en la granja’ se cumplía también en Podemos durante el proceso para definir la estructura y dirigentes de la formación. La fractura, entre el núcleo duro que se hizo con todo el control (Iglesias, Errejón y Monedero) y los del grupo del euro diputado Pablo Echenique, transmitía una imagen moderna y suavizada de las purgas y culto al líder de los partidos totalitaristas.
El cisma se ha certificado en las recientes primarias para las autonómicas. Por entonces Podemos ya había fagocitado a Izquierda Anticapitalista. El núcleo duro estableció que era incompatible ser dirigente de Podemos y miembro de cualquier otro partido. Izquierda Unida les lanza cantos de sirena para pactar pero Podemos los obliga ahora a aceptar someterse a sus tesis para cualquier pacto.
Partido de la Libertad (Holanda)
Recientemente vencido en las elecciones holandesas, Geert Wilders, el hombre de melena platino que lidera la extrema derecha en Holanda, se superó a sí mismo hace justo un año. Celebrando la victoria en las elecciones municipales de La Haya, Wilders, ebrio de éxito, preguntó a sus seguidores: “¿Queréis más o menos marroquíes en esta ciudad y en Holanda?”. Sus fieles contestaron a coro: “¡Menos, menos, menos…!” La respuesta de Wilders le llevó a los tribunales: “Entonces lo arreglaremos”. Así se las gasta el líder del Partido de la Libertad.
El historial de Wilders está plagado de ataques contra la comunidad islámica. Su obsesión son el islam y la inmigración procedente de países musulmanes. Aunque sea en un parlamento plagado de partidos y en el que es difícil lograr una mayoría, las encuestas le sitúan como el partido más votado. Ahora mismo contaría con 31 de los 150 escaños en disputa. La actual coalición de liberales y laboristas bajaría de los 79 diputados que tiene a 28.
Tras el asesinato en 2002 de Pim Fortuyn, el primer candidato que adoptó una postura radical contra la inmigración en Holanda, el partido de Wilders se aprovechó de la conmoción que generó su muerte para alentar el miedo contra el mundo musulmán e impulsar su propia formación. “El Islam es una mentira” o “Mahoma era un criminal” son algunas de las perlas habituales de Wilders, que se declara un firme defensor de la libertad de expresión aunque quiera prohibir el Corán.
Además de medidas contra la inmigración musulmana, el Partido de la Libertad propone reducir drásticamente los impuestos y la tolerancia con las drogas de uso recreacional, aumentar la inversión en energía nuclear y otorgar derechos a Partido de los animales dentro de la Constitución.
Movimiento 5 Estrellas (Italia)
Su blog es el que más visitas recibe en lengua italiana. En su currículum: cine, televisión, teatro y política. Bajo la lupa, Giuseppe Piero Grillo (Génova, 1948), cómico, actor y cofundador junto a Gianroberto Casaleggio del Movimiento 5 Estrellas (M5S). Nunca fue candidato -pesa sobre él una condena por homicidio involuntario de una familia en accidente de tráfico- , pero siempre ha sido el referente de esta formación.
No hace tantos años que Beppe Grillo sólo era un cómico que hacía gala de una afilada crí- tica contra los políticos en sus actuaciones. Fue la repetida pregunta de su público: “¿Y qué hacemos?”, la que le puso en la senda de M5S. Agua pública, movilidad sostenible, desarrollo, wifi gratis y medio ambiente son sus ejes, las cinco estrellas que nacieron el 4 de octubre de 2009.
Con el euro como enemigo, euroescéptico, con grandes dosis de populismo y una cruzada contra la vieja política, su partido se convirtió en el más votado en las elecciones legislativas de 2013. No obstante, su negativa a pactar
con otros partidos le dejó relegado a tercera fuerza. Éste es uno de los puntos que ha frenado su ascenso y ha provocado cerca de 40 deserciones y expulsiones entre diputados y senadores.
Grillo consultó al banquero Mohammad Yunos y al premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz de cara a su programa y eligió a sus candidatos a través de Internet (amas de casa, estudiantes, parados), pero ningún político de profesión. Algo a lo que recurre a la hora de hablar de tensiones internas. Asegura que muchos no se conocían y que ahora son mucho más fuertes.
De lo que ahora sí parece lamentarse es de su posición frente a los medios de comunicación durante la campaña. No concedió entrevistas, su ring fue las redes sociales y su blog. También las plazas. Se trata del único político que recorrió Italia en una caravana para explicar propuestas como la de devolver los cien millones de euros que les tendrían que dar de reembolso electoral si entraban en el Parlamento, o que el 40% de sus candidatos serían mujeres.
Pero con el paso del tiempo reconoce que no es suficiente, y más si se tiene en cuenta el envejecimiento de la población y lo difícil que es llegar a la gente mayor a través de Internet. En las elecciones europeas del año pasado consiguió un 21,2% de los votos y 17 diputados, integrándose en el grupo Europa para la Libertad y la Democracia, que encabeza el UKIP británico. Para tomar esta decisión se realizó un referendum online.
Otros partidos
Partido de la Libertad (Austria): Con el énfasis puesto en el orgullo de ser austriaco y un discurso xenófobo e islamófobo, cumple cerca de 60 años de historia en los que ha pasado por horas muy bajas, y también muy altas: se convirtió en el primer partido de extrema derecha de la Europa de posguerra en acceder al gobierno de un país. Fue con Jörg Haider al frente, quien pactó con el Partido Popular (ÖVP). Tras años con una presencia discreta, de la mano de Heinz -Christian Strache- se convirtió en tercera fuerza en 2013. Jobbik (Hungría) Fundado en 2003, el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik) se ha convertido en uno de los partidos de ultraderecha más populares, consiguiendo en las europeas un 14,68% de los votos. Su gran obsesión son los judíos y los gitanos. Todo mezclado con un gran dosis de populismo.
Partido Popular (Dinamarca): Esta formación xenófoba venció en las europeas con un 26% de los votos, 11 puntos más que en 2009. “Hay una gran parte de la población que dice que está bien estar en la UE, pero que debemos luchar porque la UE decida menos”, declaró su líder Kristian Thulesen Dahl.
Verdaderos Finlandeses: Sus banderas: sacar al país de la Unión y limitar la inmigración, todo bajo el paraguas del populismo, del que aseguran sentirse muy orgullosos. Como al resto de partidos de extrema derecha, la crisis también ha impulsado su ascenso.
Alternativa para Alemania: Con pocos años de vida, pero los suficientes para amenazar a Ángela Merkel. Economistas, profesores, periodistas y políticos están entre sus fundadores. Su deseo de volver al marco alemán, su política contra los rescates y su lucha por el regreso de las competencias a nivel nacional, le otorgaron 7 escaños en las pasadas europeas.
Ciudadanos Descontentos (República Checa): El millonario Andrej Babis (1954) ha hecho temblar al sistema tradicional checo y ha repetido en varias ocasiones que no es partidario de avanzar en la integración comunitaria ni del euro.