Es probable que pensemos en los mosquitos como una plaga, pero son una parte integral del ecosistema mundial en cada etapa de su vida. Aunque la mala fama se la han ganado a pulso. Son responsables de propagar enfermedades a cientos de millones de personas en todo el mundo y de por lo menos 750 mil muertes anuales. Sin embargo, la mayoría de lo mosquitos se alimentan principalmente de azúcares vegetales, no de sangre. Las hembras de algunas especies son las únicas que lo hacen y solo cuando lo necesitan para completar su ciclo reproductivo.
El entomólogo Lawrence Reeves, profesor asistente en el Laboratorio de Entomología Médica de Florida en la Universidad de Florida, se ha dado a la tarea de fotografiar y documentar muchas de las más de 3.700 especies de mosquitos que existen en todo el mundo. Considera que hay mucha ignorancia sobre estos insectos, que son más complejos de lo que se piensa dado su diversidad. Argumenta que si bien los mosquitos pueden ser uno de los insectos más reconocidos, hay todavía científicos que no entienden sobre sus cuerpos, hábitats, hábitos e impactos en su entorno.
Los villanos
Los culícidos son una familia de dípteros nematóceros que incluye, entre otros, los géneros Anopheles, Culex, Psorophora, Ochlerotatus, Aedes, Sabethes, Culiseta y Haemagogus. Reeves explicó que la mayoría de las especies de mosquitos que se alimentan de sangre están altamente especializadas en qué animal la buscarán. Hay especies que solo muerden la fosa nasal de un tipo específico de rana. Estos sofisticados insectos son los señalados de transmitir algunas de las enfermedades con mayor número de muertes. El dengue es una de las más comunes en las zonas tropicales y subtropicales del mundo. Según la Organización Panamericana de la Salud, 500 millones de personas están en riesgo de padecerlo en la región de las Américas.
El vector principal del virus es el mosquito Aedes aegypti. El dengue hemorrágico tiene alta tasa de mortalidad si no se atiende con rapidez una vez que se presentan los primeros síntomas. Entre estos fiebre, dolor de cabeza muy intenso, dolor detrás de los ojos, vómitos y náuseas. El Aedes aegypti también transmite la fiebre amarilla, que es similar al dengue. Es difícil diferenciarlas por los síntomas. Se presenta con dolor de cabeza, fiebre, dolores musculares, náuseas, vómitos y cansancio. Uno de los signos clínicos característicos de la fiebre amarilla es la ictericia (color amarillo en piel y ojos).
La malaria o paludismo es otra de las enfermedades causadas por la picadura de mosquitos. En este caso la hembra del género Anopheles. Según la OMS, en 2020 hubo 241 millones de casos de malaria.
Tras la infección, los parásitos del género Plasmodium se introducen en los glóbulos rojos y los destruyen, por lo que la anemia es uno de sus múltiples efectos. Otros síntomas son heces sanguinolentas, escalofríos, sudoración, ictericia, dolor muscular, náuseas y vómitos.
Acto de desagravio
Reeves asegura que no todos los mosquitos son peligrosos para los humanos. Y como ejemplo pone al Toxorhynchites rutilus, el más grande de Estados Unidos, pero que se alimenta de néctar, nunca de sangre. Además, acota que se come las larvas de otros mosquitos que sí lo hacen: «Parece aterrador si no eres un gran fanático de los mosquitos, pero este es uno que es beneficioso, y creo que la mayoría de la gente querría tenerlo alrededor de sus hogares”.
Los mosquitos cumplen funciones vitales para preservar el ecosistema. Los huevos se desarrollan para formar larvas. Por lo general, cuelgan de la superficie del agua en la que nacieron y respiran a través de un sifón. Debido a que su movilidad es limitada, las larvas son un presa fácil para peces, ranas y salamandras. Pero incluso antes de que sean capaces de volar, pueden hacer más que ser devorados. Filtran materia orgánica en el agua. Digieren hojas en descomposición y otros microorganismos para luego excretar nitrógeno y otros nutrientes que ayudan al crecimiento de las plantas.
Al igual que otros insectos voladores, los mosquitos polinizan plantas. Reeves destacó que en algunas de las fotos de alta resolución que su equipo ha tomado, a menudo notan que los mosquitos están cubiertos de polen. Considera que es un área en la que se debe profundizar para evaluar el efecto que pueden tener en su entorno y el ecosistema en general.
Zancudos de chocolate
Especialistas ya han dado pasos en el estudio de la labor polinizadora de los mosquitos y han relacionado a la familia taxonómica Ceratopogonidae con los cultivos de cacao. Aunque en cada flor de esta planta se encuentra la parte femenina y masculina, su propio polen no es compatible con los óvulos. El fenómeno se le conoce como autoincompatibilidad y hace imposible la autopolinización. En consecuencia, el cacao necesita de los insectos para su polinización.
Aquí entran en juego los mosquitos Ceratopogonidae. Estos poseen piezas bucales perforadoras, muchas especies se alimentan de sangre de mamíferos y pueden ser de importancia médica ya que transmiten enfermedades virales y bacterianas a sus hospederos vertebrados. Sin embargo, algunas especies visitan frecuentemente las flores en busca de néctar. A diferencia de sus parientes, el ceratopogónido del cacao (Forcipomyia), tanto hembras como machos, se alimentan de néctar, en particular de flores pequeñas y blancas.
Hasta el momento, el Forcipomya es considerado el polinizador efectivo del cacao, ya que deposita su polen sobre el estigma de la flor. El polen lo adquieren cuando entran al bolsillo que forman los pétalos, y principalmente les queda pegado sobre el dorso del tórax. Cuando caminan sobre la superficie interna de los estaminodios depositan el polen en el estigma. El espacio entre el estigma y los estaminodios es lo suficientemente pequeño para permitir el paso del mosquito, pero no de su carga de polen, la cual queda adherida al estigma.
De flor en flor
Este gusto por las flores llevó a un equipo de científicos, liderado por la Universidad de Washington, a estudiar las señales químicas que llevan a los mosquitos a polinizar una especie de orquídea que les resulta particularmente irresistible. El sistema olfativo de los mosquitos es muy sensible y lo usan para localizar fuentes importantes de nutrientes, entre ellos el néctar o la sangre, dependiendo de la especie. En el estudio examinaron los procesos neurales y conductuales de los mosquitos al exponerse a los aromas de flores por las que sienten preferencias.
En ese sentido, llevaron a cabo estudios de polinización en la especie de orquídea Platanthera obtusata por mosquitos del grupo Aedes. Además, analizaron los compuestos aromáticos florales que atraen a diversas especies y grabaron la actividad eléctrica de las antenas de los mosquitos. Estas muestran cómo los aromas y compuestos afectan su actividad neuronal. Esta asociación entre los mosquitos y la orquidea proporciona una oportunidad única para identificar los mecanismos sensoriales que ayudan a estos insectos a localizar fuentes de néctar.
La Platanthera obtusata tiene un aroma que recuerda al de la hierba, mientras que otras orquídeas del entorno, y que atraen menos a los mosquitos, tienen una fragancia más dulce. La altura y la coloración verde de las flores hacen que sea difícil de distinguir de la vegetación vecina. Pero los mosquitos consiguieron orientarse fácilmente y volar en zigzag hacia sus flores.
Olores para repeler
Los investigadores cubrieron las plantas con bolsas, para evitar que los mosquitos pudieran ver las flores, Aun así, los insectos siguieron intentando alcanzar las plantas a través de la bolsa. Este sencillo experimento permitió comprobar que la orquídea genera una gran atracción olfativa sobre los mosquitos, lo que llevó a los expertos analizar los compuestos químicos de su aroma. Los científicos explican que el aroma es en realidad una combinación compleja de químicos. El de una rosa, por ejemplo, consiste en más de 300, y los mosquitos pueden detectar los diferentes tipos de químicos que lo forman.
El grupo también analizó las reacciones de diferentes especies de mosquitos (Aedes canadensis, Culiseta sp., Aedes dianteaus y Aedes cinereus) a los compuestos químicos identificados, mediante el registro de la actividad eléctrica de sus antenas. A pesar de que no todas las especies de Aedes reaccionaron con la misma magnitud a las sustancias químicas, las respuestas fueron consistentes. El estudio lo extendieron a mosquitos no autóctonas del lugar del experimento: Anopheles stephensi y Aedes aegypti.
Ambos mostraron atracción por el aroma de las orquídeas cuando estaban incluidos los aldehídos lilas. Pero al eliminar del aroma el aldehído, tanto estas especies como los Aedes nativos perdían el interés por la flor o se sentían repelidos por el olor resultante. Conocer cómo procesan los olores complejos los mosquitos para detectar fuentes de alimento u otros que les resulten atractivos, así como aquellos olores que les resultan repulsivos, podría utilizarse en el futuro para el desarrollo de repelentes más efectivos.