La omnipresente contaminación plástica que desde el siglo pasado destruye el planeta está minando también el cerebro humano. La descomposición de los plásticos en partículas muy pequeñas, les da la capacidad de invadir órganos y tejidos. Las consecuencias no son nada alentadoras. Las evidencias científicas muestran se do en órganos humanos críticos. Recientes estudios han descubierto microfragmentos de plástico en pulmones, placentas, órganos reproductores, hígados, riñones, articulaciones de rodillas y codos, vasos sanguíneos y médula ósea, entre otros.
Aún no hay precisión sobre los riesgos para la salud, podrían desencadenar afecciones como el estrés oxidativo, daño celular y enfermedades cardiovasculares. Los estudios realizados en animales los vinculan con problemas de fertilidad, diversos tipos de cáncer, alteraciones del sistema endocrino e inmunológico, deterioro del aprendizaje y la memoria.
EL DATO
Un estudio de febrero de 2024 determinó que el 90% de las muestras de proteínas animales y vegetales dieron positivo para microplásticos que pueden oscilar entre menos de 5 milímetros y 1 micrómetro.
Por todos lados y niveles
Los minúsculos polímeros están presentes en la cadena alimentaria en todos los niveles. Iniciando con el zooplancton marino y otros invertebrados hasta terminar con peces, aves y mamíferos. También funcionan como vectores de transporte pueden llevar sustancias químicas tóxicas y medicamentos a los ecosistemas y agravar otra crisis latente: la resistencia a antibióticos.
Al llegar a todos los organismos a través de diversas rutas (por ejemplo, al adherirse a polinizadores) han logrado hacerse un lugar en nuestra dieta cotidiana. Se han encontrado microplásticos en el agua que bebemos, en productos enlatados y hasta en la miel y se van acumulando en múltiples regiones del cuerpo humano. Micro y nanoplásticos atraviesan todos los órganos, están en la sangre y hasta en la placenta, esa vital estructura que provee de oxígeno y nutrientes a los fetos.
Los efectos a largo plazo son relativamente desconocidos. Las investigaciones de reciente data indican que podrían causar dificultades respiratorias por exposición a partículas en el aire, efectos inflamatorios por acumulación e, incluso, enfermedades autoinmunes. Además, los químicos tóxicos que tiene el plástico en su propia composición o que se haya adherido a su superficie añaden otros daños.
EL DATO
La sal rosa gruesa del Himalaya -seguida de la sal negra y la sal marina-, el azúcar, el arroz, las bolsitas de té y el agua embotellada contienen grandes cantidades de microplásticos.
Un reto científico
Un estudio de la universidad australiana de Newcastle calculó que cada semana penetran en el cuerpo una media de 5 gramos de plástico, una tarjeta de crédito. Extraer, caracterizar y cuantificar los micro y nanoplásticos en el cuerpo humano y conocer su impacto constituye un reto de una complejidad mayúscula. «A nivel de investigación estamos ante un lienzo en blanco», subraya la neurocientífica de la Universidad de Rhode Island Jamie Ross, considerada una de las pioneras en ofrecer luz sobre el impacto de los microplásticos en el cerebro de los ratones.
Su equipo llevó a cabo múltiples experimentos. Durante tres semanas les hicieron beber agua con microplásticos que contenían unos marcadores a ratones y determinaron que traspasaron la barrera hematoencefática. Al llegar al cerebro producen una inflación similar a las propias de las demencias y alteraciones de conducta parecidas a quienes las padecen.
EL DATO
Si el plástico es lo bastante pequeño, las frutas y verduras pueden absorber microplásticos a través de sus sistemas radiculares. Luego transferir esos trozos químicos a los tallos, hojas, semillas y frutos.
Ninguna barrera los detiene
Entre la variedad de tejidos y órganos del cuerpo que los micro y nanoplásticos logran cruzar se encuentra la barrera hematoencefálica del sistema nervioso central, algo de extrema gravedad. Es el mecanismo crucial de protección del cerebro. Impide el paso de toxinas, patógenos y, en general, de cualquier agente que pueda dañar el sistema nervioso. Los micro y nanoplásticos han logrado burlarla.
En una reciente investigación se encontró una acumulación preocupante de microplásticos en muestras de cuerpo humano. Encontraron microplásticos en hígado, riñones y cerebro pero las 91 muestras de cerebro presentaban hasta 20 veces más que los otros órganos. El autor principal, Matthew Campen, toxicólogo y profesor de ciencias farmacéuticas en la Universidad de Nuevo México, dijo que 24 de las muestras de cerebro tenían en promedio alrededor de un 0,5% de plástico en peso. «Hay más plástico en nuestros cerebros de lo que jamás hubiera imaginado o aceptado. Es uno «uno de los tejidos más contaminados por plástico», asentó.
Para volverse loco
Cuando el tejido nervioso se inflama en una persona sana, el sistema inmune lucha contra el agente que produce esa inflamación y todo vuelve a la normalidad. El problema con enfermedades como alzhéimer o parkinson es que la inflamación se cronifica y destruye un tipo concreto de neuronas en cada caso. El párkinson daña la dopamina (por eso los síntomas son motores), y el alzheimer un tipo de neuronas llamadas colinérgicas, que regulan la memoria a corto plazo en el hipocampo.
Una vez en el cerebro, las partículas microscópicas de plástico producen una inflamación continuada y prolongada en esas mismas zonas y causa alteraciones similares a las de alzhéimer o parkinson. Las investigaciones con ratones revelan que los nanoplásticos afectan la comunicación entre neuronas y la producción de neurotrasmisores.
En otro estudio, se analizaron 12 muestras de cerebro de personas que habían muerto por demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, y contenían hasta 10 veces más plástico en peso que las muestras sanas. «No sé cuánto plástico puede almacenar el cerebro causar algunos problemas», dijo Campen.
Además, a cantidad de microplásticos en muestras de cerebro de 2024 era aproximadamente un 50% más alta que el total de las que datan de 2016, lo que indica que la concentración de polímeros encontrados en cerebros humanos está aumentando a un ritmo similar al que se encuentra en el medio ambiente. La mayoría de los órganos procedían de la oficina del investigador médico en Albuquerque, Nuevo México, que investiga muertes prematuras o violentas.
Bajo ataque
Los efectos tóxicos de los micro y nanoplásticos en el cerebro afectan el aprendizaje y la memoria de ratones. Los plásticos se localizan especialmente en el hipocampo, la zona que controla la memoria reciente y que particularmente dañada en la enfermedad de Alzheimer. Ahí se almacena la memoria a corto plazo y, eventualmente, si es de relevancia puede transferirse a la corteza cerebral para ser una memoria más persistente.
Si se afecta el hipocampo de alguna manera (como con los plásticos), muy posiblemente no podremos generar más recuerdos duraderos. Además, la neuroinflamación por la exposición a los polímeros influye negativamente en la plasticidad sináptica, la fuerza de las conexiones entre las neuronas, muy importante para el aprendizaje.
Un estudio publicado en Journal of Hazardous Materials encontró microplásticos en 16 muestras de médula ósea examinadas. Contenían poliestireno, utilizado para hacer envases de alimentos y productos electrónicos; y polietileno, utilizado en envoltorios transparentes para alimentos, botellas de detergente y otros productos de uso doméstico. Otro artículo, informa que en 45 pacientes sometidos a cirugía de cadera o rodilla en Pekín, China se encontraron microplásticos en el revestimiento membranoso de cada articulación examinada.
Más estudios, más plástico
Otra investigación publicada en Toxicological Sciences se refiere al hallazgo de microplásticos en 23 testículos humanos y 47 de caninos estudiados. Las muestras humanas tenían una concentración casi 3 veces mayor que las caninas. En un artículo del International Journal of Impotence Research se registra la detección de partículas de plástico en el pene de cuatro de cada cinco hombres que recibieron implantes para tratar la disfunción eréctil.
«Los posibles efectos de la acumulación de microplásticos en el cuerpo humano sobre la salud son preocupantes, si se consideran las consecuencias desconocidas a largo plazo de la acumulación de microplásticos en tejidos sensibles como los órganos reproductivos», dijo Ranjith Ramasamy, autor principal del estudio e investigador médico y urólogo de la Universidad de Miami.
Enemigo de cuidado
Los microplásticos son partículas de plástico de entre 5 milímetros y 100 nanómetros de diámetro (10 veces más delgado que un cabello humano). Cualquier cosa más pequeña que eso se conoce como nanoplástico.
Los microplásticos «primarios» se fabrican para ser pequeños y se utilizan en cosas como cosméticos y pinturas. Los microplásticos «secundarios» son el resultado de la descomposición de materiales plásticos más grandes, como botellas de agua y bolsas de plástico.
Los secundarios son más diversos. Desde fibras desprendidas de ropa sintética (como el poliéster) hasta trozos de una cuchara de plástico dejados en el medioambiente. Se convertirán en microplásticos secundarios a medida que el viento, las corrientes de agua y la radiación UV lo descompongan en pedazos cada vez más pequeños.