El cambio climático estaría empujando los manglares a regiones hasta hace poco impensadas, emigran a zonas templadas. Estudios recientes evidencian una resiliencia admirables y sorprendente capacidad de adaptación de estos bosques acuáticos que protegen las costas, la biodiversidad y retienen el carbono.
Adaptados a las aguas tropicales, los manglares han sufrido un duro golpe. Un informe reciente de la FAO muestra el cambio climático sigue siendo una creciente predador. En los últimos 40 años, se ha perdido el 20% de esos ecosistemas. Víctimas de las actividades humanas y la retracción natural vinculada al aumento del nivel del mar, las temperaturas y los patrones de precipitación. Representó el 26% de las pérdidas y se prevé un aumento por desastres naturales.
El cambio climático ha hecho que el mundo reconsidere la importancia del manglar como recurso natural. Es creciente la conciencia de que los manglares son mucho más valiosos cuando se encuentran en buen estado. Más allá de proteger las costas, contribuyen a la seguridad alimentaria, son de los ricos en carbono del planeta y constituyen uno de los ecosistemas más extraordinarios.
Avances globales
Los gobiernos y comunidades costeras ha avanzado en tratar de salvaguardar los manglares. Entre 2000 y 2020, se perdieron 677.000 hectáreas de manglares, pero la tasa de pérdida se redujo en casi un 23% en la última década. Los avances se deben a la disminución de la acuicultura, una de las principales causas de la tala de manglares. Ahora representa el 21% de las pérdidas, una caída del 31% en la década anterior.
Es crucial redoblar los esfuerzos y las inversiones para proteger sus ecosistemas. Los manglares cubren 14,8 millones de hectáreas de la superficie del planeta y son vitales para las costas de 123 países. Cuando ocurren desastres, pueden contener el aumento del nivel del mar y absorber gran parte del impacto. Una valiosa protección. Los manglares tienen la capacidad de propagarse rápidamente en las condiciones adecuadas. Durante el período estudiado, se crearon más de 393.000 hectáreas de nuevos manglares.
Hallazgos en Florida
Un estudio publicado en ScientificAmerican reseña que hace dos décadas, la ecóloga Ilka C. Feller descubrió un sorprendente avance de los manglares en la costa atlántica de Florida. Los robustos árboles que tradicionalmente han protegido las costas de huracanes y tsunamis, migraban hacia el norte a un ritmo sin precedentes. Feller ha dedicado las últimas dos décadas a seguir de cerca este fenómeno en todo el Caribe, Belice, Panamá, Ecuador, Australia y Nueva Zelanda, así como en Florida y el Golfo de México y sus estudios han cambiado drásticamente los conocimientos sobre la dinámica de los manglares.
En las últimas cuatro décadas, el mundo ha perdido más del 35% de sus manglares debido al desarrollo, la contaminación y las condiciones meteorológicas extremas. Mientras que en algunas zonas del sur de Florida han sufrido pérdidas del 50%, en el norte de la península se ha duplicado la superficie de los bosques costeros. El patrón se repite en otras partes del mundo.
En Australia, los manglares migran de este a oeste, mientras que en Brasil y Sudáfrica se desplazan tierra adentro a medida que sube el nivel del mar. La migración de los manglares a latitudes más altas ofrece una ventana a los cambios futuros a medida que aumentan las temperaturas, se alteran los patrones climáticos y el nivel del mar sigue subiendo.
Feller, considerada una pionera de la ecología experimental de los manglares, ha establecido centros de investigación en todo el mundo para seguir este fenómeno. Sus más de 700 publicaciones han sido fundamentales para comprender su papel en la protección de las costas, en la seguridad alimentaria y como sumideros de carbono.
Tres tipos
De acuerdo con los estudios de Feller, la marisma del arroyo Bulow, a 160 kilómetros al sur de la línea de Georgia, alberga 3 especies de manglares no emparentadas que han evolucionado de manera conjunta durante millones de años en el mismo entorno hostil y salino. Las tres especies -el mangle rojo, el mangle blanco y el mangle negro- comparten características morfológicas y reproductivas similares.
Los mangles rojos (Rhizophora mangle) son los primeros en florecer cuando llegan las lluvias de verano. Sus delicadas flores de color chartreuse dan paso a un propágulo largo y curvo que caen directamente al agua y son transportados por las corrientes cientos de kilómetros. Al abrirse un propágulo maduro, en su interior hay una plántula lista para establecerse en un nuevo hábitat.
Los mangles blancos (Laguncularia racemosa) que producen flores más pequeñas y frutos densamente organizados, con propágulos del tamaño de una judía verde, al igual que l propágulos del mangle negro (Avicennia germinans), ligeramente más grandes y asimétricos que los del mangle blanco, también caen al agua y se dispersan de manera similar.
Candy´s Margrove
Uno de los hallazgos más sorprendentes fue el descubrimiento en 2016 de un espécimen de mangle negro a 30,3 grados norte, a un tercio del camino entre el ecuador y el Polo Norte. El espécimen, bautizado como «Candy’s Mangrove», se encontraba 60 millas al norte de la distribución geográfica previamente registrada para la especie. Es el mangle más septentrional de Estados Unidos. El descubrimiento puso de manifiesto la capacidad de adaptación y expansión de los manglares. Han logrado prosperar en un entorno salino y hostil durante millones de años y ahora su presencia en latitudes cada vez más altas también sugiere que el cambio climático expande los límites geográficos de los manglares.
Se adaptan en Norteamérica
Poco después, los compañeros de investigación de Ilka Feller comenzaron a encontrar otros manglares negros en esa misma zona. En 2021, William «Ches» Vervaeke, ecologista del Servicio de Parques Nacionales, en el río Fort George, unas millas al sur de Amelia Island, se topó con un mangle rojo, la especie más septentrional de América. Vervaeke esperaba encontrar manglares negros, que pueden tolerar hasta cierto punto temperaturas más bajas, pero no manglar rojo. «Aún no comprendemos y no podemos predecir adónde van a aparecer exactamente los manglares», dice el ecólogo Scott F. Jones, profesor adjunto de la Universidad del Norte de Florida.
En diciembre, Vervaeke y los investigadores examinaban las hojas de los arbustos de los manglares buscando señales de un tipo de cangrejo y un insecto llamado psílido, que suelen encontrarse en los árboles más al sur. A medida que los árboles se desplazan hacia el norte, también lo hacen las especies de su ecosistema. El cambio climático, que reduce el riesgo de heladas en latitudes cada vez más altas, es el factor detrás de la expansión de los manglares. Los inviernos suaves ayudan a las plantas jóvenes a echar raíces después de que las tormentas esparcen propágulos hacia el norte.
Prometedor futuro para aves
La migración de los manglares hacia la marisma podría tener un impacto significativo en las aves migratorias. Andrew Farnsworth, científico del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, señaló que más del 30% de las aves europeas pasan el invierno en los manglares de África Occidental.
Samantha Chapman, profesora de biología de la Universidad de Villanova, cree que la transformación del hábitat no será sencilla y que probablemente habrá una matriz de marismas saladas y manglares. Los peces de Florida, como los róbalos y los sábalos, utilizan los manglares como viveros. Pero los investigadores han encontrado juveniles de las especies en marismas sin manglares un signo de que pueden sobrevivir en diferentes hábitats.
No solo es Florida
En el norte del delta del Amazonas, los manglares se están expandiendo tierra adentro. Desplazando a peces de agua dulce como el arapaima. Carlos David Santos, ecólogo y profesor adjunto de la NOVA School of Science and Technology de Portugal, vigila 800 km de manglares ininterrumpidos en Brasil y observa cómo el agua salada se abre camino tierra adentro a lo largo de los canales de navegación y los senderos de los búfalos de agua salvajes.
En Australia, el aumento de las precipitaciones y de la acumulación de sedimentos ha provocado la expansión de los manglares hacia el Golfo de Carpentaria. En Nueva Zelanda, los investigadores han documentado una rápida migración de los manglares hacia el mar en torno a Auckland.
Baile entre el frío y el calor
Tras rastrear el movimiento de los manglares por la costa de Florida, Feller encontró una anécdota de 1867 en la que el naturalista John Muir describió grupos de manglares al norte de Candy’s Mangrove. Desde entonces, Feller ha encontrado otras menciones de manglares en la zona que datan de 1837 y 1821, e incluso una referencia de 1788. Esto sugiere que los manglares podrían haber crecido más al norte en el pasado de lo que se pensaba anteriormente.
Feller recopiló una línea de tiempo de heladas basada en los registros de los citricultores y un mapa de las trayectorias de los huracanes. Encontraron propágulos de mangle en la isla de Jekyll, 20 millas al norte de la línea de Georgia, después del huracán Irma en 2017. Kyle Cavanaugh, profesor asistente del Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la UCLA, recopiló datos climáticos de la costa de Florida entre 1950 y 2017. Wilfrid Rodríguez, investigador del Smithsonian, reunió imágenes aéreas de la ensenada de Matanzas, al sur de San Agustín, que se remontan a 1942.
Dictado por el clima
Al analizar registros históricos y datos climáticos, junto con imágenes aéreas, Feller y su equipo descubrieron que la migración de los manglares no es un simple movimiento lineal hacia el norte. En cambio, se trata del baile complejo entre el frío y el calor. Un movimiento sofisticado y a largo plazo de las plantas tanto hacia el norte como hacia el sur. Es un «cambio de régimen» dictado por el clima.
En el noreste de Florida, las transformaciones fluidas entre manglares y marismas saladas se produjeron al menos seis veces entre finales del siglo XVIII y 2017, según Feller. Las heladas invernales actúan como un freno para el avance de los manglares, empujando su límite hacia el sur. Las marismas saladas suelen reemplazar a los bosques de manglares. Pero, cuando los inviernos son suaves y las temporadas de huracanes son activas, los manglares aprovechan la oportunidad para expandirse hacia el norte.
Futuro subtropical en el norte
En el noreste de Florida, las transformaciones entre manglares y marismas saladas se han producido al menos seis veces desde finales del siglo XVIII hasta 2017. Sin embargo, los investigadores advierten que el aumento constante de las temperaturas anuales, la disminución de las heladas y la mayor potencia de los huracanes podrían convertir la migración hacia el norte en un fenómeno permanente.
Un equipo de científicos, liderados por Feller, Vervaeke y Jones, se embarcó en una expedición para encontrar la nueva frontera biológica de los manglares subtrópicales. Navegando por ríos y marismas, el equipo descubrió manglares rojos y negros cada vez más al norte, incluso en Georgia.
El avance de los manglares hacia el norte podría transformar las marismas saladas en una matriz de árboles y hierbas. Incluso apoderarse de ellas por completo. El cambio podría tener un impacto significativo en las especies que dependen de tales ecosistemas, como las aves playeras y los peces.
Conservación es crucial
Ahora más que nunca, la conservación de los manglares es crucial. Bosques que cubren solo 14,8 millones de hectáreas a nivel global, y desempeñan un papel vital en la protección de las costas de 123 países. La migración de los manglares es un fenómeno fascinante que nos muestra la capacidad de los ecosistemas para adaptarse al cambio climático.
Sin embargo, también plantea interrogantes sobre el futuro de las costas y las especies que dependen de ellas. La investigación será crucial para comprender y gestionar los cambios de una manera sostenible. A medida que los impactos del cambio climático se intensifican, la labor de científicos como Ilka Feller será fundamental para guiar los esfuerzos de restauración y preservación de los resilientes ecosistemas.