Por Efe
15/08/2016
La Justicia hongkonesa ha condenado a tres líderes estudiantiles de la Revolución de los Paraguas de Hong Kong -entre ellos, el conocido Joshua Wong- por su participación en las protestas, pero les impuso una leve sentencia que les permite seguir con su activismo.
Joshua Wong, Nathan Law y Alex Chow, quienes movilizaron a miles de estudiantes de la isla para pedir democracia en 2014, se libraron de ir a prisión, el «peor» de los escenarios para los que se habían preparado.
Una corte hongkonesa sentenció a Wong y Law a 80 y 120 horas de trabajos comunitarios, respectivamente; y a tres semanas de prisión suspendida a Chow, por lo que en la práctica no tendrá que pisar la cárcel. Wong y Chow, de 19 y 25 años, fueron condenados por «asamblea ilegal» y Law, de 23 años, por «incitar a otros a sumarse».
«No me arrepiento de haber participado en la Revolución de los Paraguas», señalaba Joshua Wong en declaraciones a Efe por teléfono poco después de conocer el veredicto.
El joven se convirtió con tan sólo 17 años en uno de los rostros más conocidos de las históricas manifestaciones prodemocracia que pusieron contra las cuerdas al Gobierno chino en 2014, y la condena no le hará recular: «Seguiré impulsando la democracia», dice contundente. La corte condenó a los tres activistas por una protesta ocurrida el 26 de septiembre de 2014 que marcó el inicio de la «revolución».
Entonces, Wong y otros destacados líderes estudiantiles trataron de manifestarse en la explanada que antecede a la sede del Gobierno de Hong Kong, conocida como «Plaza Cívica», un lugar donde tradicionalmente se producen protestas ciudadanas pero que había sido vallado meses antes.
La Policía acabó utilizando gases lacrimógenos contra los manifestantes congregados en este enclave para intentar dispersarles pero provocó el efecto contrario: que cientos de miles de hongkoneses se movilizaran y empezaran a ocupar puntos clave de la ciudad para pedir democracia de forma pacífica y extremadamente ordenada.
Casi dos años después, y sin haber conseguido su objetivo (sufragio universal para Hong Kong), el joven Joshua Wong cree que las sentencias son «buenas noticias», pues su compañero Nathan Law podrá seguir presentándose a las elecciones al Parlamento que se celebrarán en septiembre bajo las siglas del Partido que fundaron, Demosisto.
Y es que Law, presidente de esta formación política que pretende «abrir el proceso de autodeterminación» en Hong Kong, podría haber sido descalificado como candidato a los comicios de haber sido sentenciado a tres o más meses de cárcel.
El ambiente es tenso de cara a estas elecciones, pues será la primera cita política que se celebrará desde las históricas protestas, que han dibujado un panorama político más heterogéneo en la excolonia británica. La irrupción de Demosisto y alternativas políticas a favor de la independencia son un claro ejemplo, si bien los problemas no han tardado en llegar dado el poder que Pekín ejerce sobre esta región, que cuenta con mayores libertades pero sigue siendo controlada políticamente por el régimen.
Seis candidatos independentistas han sido vetados en estas elecciones, lo que ha vuelto a airar los ánimos. El 2 de agosto, se celebró la bautizada como la «primera manifestación por la independencia» en la historia de Hong Kong y atrajo a más de 2.000 personas, un número mayor del esperado.
A pesar de que la protesta superó las expectativas, para expertos como Jean-Pierre Cabestan, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Baptista de Hong Kong, es difícil predecir si más personas saldrán a las calles a apoyar esta causa. «En cualquier circunstancia, las personas que apoyan la independencia, la mayoría de ellas, no están del todo a favor de la independencia de Hong Kong, sino simplemente a favor de una autonomía verdadera y significativa», explica.
No obstante, el veto a los candidatos «es sin duda una intromisión en las libertades políticas de Hong Kong y dibuja unas líneas más claras y estrictas sobre lo que es políticamente aceptable para Pekín» en la excolonia, destaca.
Como auguraban él y otros analistas tras los últimos coletazos de la Revolución de los Paraguas, el Parlamento hongkonés se ha convertido en el nuevo campo de batalla.