Después de la fiebre por el vegetarianismo, como fuente de alimentos saludables, surgen nuevas corrientes que añaden o quitan ingredientes a las dietas para resaltar sus beneficios y provechos. Pedidos a la carta o en la compra del mercado, las verduras y frutas destacan en primera fila. Para sorpresa de muchos, los insectos, a veces depredadores y otras veces polinizadores, están ocupando las preferencias en el consumo de los más osados. Estos animalillos se constituyen en una nueva fuente de proteínas seguras, saludables y sostenibles. Algunos promovidos por la FAO.
En un viaje de aventura por el Amazonas asombrarán sus paisajes, culturas y sus peculiares costumbres gastronómicas. Al comer o degustar pulgones, escarabajos, mariposas, moscas, grillos, gusanos de maguey, jumiles y escamoles. En el Amazonas venezolano por ejemplo, los indígenas ofrecen bachacos culones. Una especie de hormiga seca, ahumada, frita o tostada, que también es utilizada en forma de salsas: wuarubé y catara.
O, si se recorre un mercado nocturno de Tailandia, se pueden encontrar vendedores callejeros ofreciendo gusanos del bambú y grillos aromáticos y decorados. Estos platillos deben comerse crocantes y calientes.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está atenta al comportamiento de los niveles de producción y distribución de alimentos. Así como de las poblaciones que pasan hambre e inseguridad alimentaria. La agencia es partidaria y promotora del consumo de insectos comestibles.
Se consumen más de 1 900 especies de insectos comestibles en el mundo, y ya son una parte rica en nutrientes de muchas dietas. En Asia, el picudo rojo de la palmera se encuentra entre los más populares y se considera un apreciado plato en un gran número de países. En la República Democrática del Congo, el pueblo Ngandu se nutre de orugas durante los meses de lluvia.
Propiedades del consumo de insectos
Interesarse por los insectos como consumo alimenticio es de vieja data en muchos puntos del planeta. En otros lugares apenas es conocido.
En Europa y América del Norte, cada vez más personas están comenzando a almacenar estos productos ricos en proteínas en sus estantes. La Unión Europea también está tomando medidas para estandarizar los insectos como fuente de alimento definiendo reglamentos de inocuidad que permitan su venta para el consumo humano.
Ya sean tradicionales o nuevos, estas son cuatro razones por las que los insectos comestibles deberían formar parte del menú. Son nutritivos, ecológicamente sostenibles, ofrecen oportunidades económicas y son un recurso infrautilizado, dicen los expertos.
Los insectos constituyen el 80 % del reino animal y hay más de un millón de especies distintas, de las cuales casi dos mil son consumidas. Sin embargo, solo unas pocas clases de insectos se han criado para ello. Incluidos los grillos, las moscas de los soldados negros y los gusanos de la harina.
El valor potencial de los insectos para la dieta humana es importante, dado su rico contenido en proteínas, lípidos y micronutrientes. Estos valores varían según la etapa de desarrollo de los insectos.
El mayor contenido de lípidos se encuentra en las etapas de larva y pupa, mientras que el mayor contenido en proteínas se observa en adultos. Algunos insectos contienen todos los aminoácidos esenciales (que son aquellos que necesitamos incorporar a través de la dieta), lo que les da una gran calidad proteica.
Beneficios ambientales y sostenibles
Los insectos son, a su vez, ricos en grasas que oscilan entre el 8 y el 70 % de su masa. Además, menos del 40 % de estas son grasas saturadas, lo que los hace muy favorables en comparación con otros animales de granja.
Sus grasas son ricas en ácidos grasos monoinsaturados, poliinsaturados y frecuentemente contienen ácidos linoleico y alfa-linoleico. De gran interés para el desarrollo infantil y la prevención del deterioro cognitivo en personas mayores. Además de los beneficios para la salud, los insectos comestibles son también una fuente alternativa proteica sostenible.
De hecho, reseña The Conversation, la cría de insectos para consumo humano parece ofrecer varios beneficios ambientales. Entre ellos destacan el uso de desechos orgánicos, su valor añadido y la reducción de la contaminación ambiental. Asimismo, fomentan una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, un menor requerimiento de agua y una mayor eficiencia de conversión alimenticia.
La cantidad de tierra necesaria para criar insectos es significativamente menor que en el caso de la producción animal. Y los insectos son muy eficientes a la hora de convertir piensos en proteínas. Por ejemplo, los grillos necesitan 12 veces menos piensos que el ganado para producir la misma cantidad de proteína.
Por otra parte, los insectos para el consumo pueden proporcionar medios de vida e ingresos. Dado que la cría de insectos requiere un espacio mínimo, se puede realizar en zonas tanto rurales como urbanas. Resulta ventajosa en lugares en los que otras actividades agrícolas no lo son. Los insectos comestibles también se transportan fácilmente y suelen ser fáciles de criar. Por lo tanto, la cría de insectos ofrece oportunidades económicas a quienes tienen un acceso mínimo a la tierra, la formación y recursos.
Alimentación óptima y medios de vida
En vista de que la población mundial sigue creciendo, la producción de alimentos deberá aumentar. Esto implica una presión sobre la producción agrícola y sobre nuestros limitados recursos naturales.
Dice la FAO que se necesitan soluciones innovadoras para satisfacer la demanda mundial de proteína y otras fuentes alimenticias nutritivas. Y la cría de insectos ofrece una oportunidad para ayudar a satisfacer este consumo en expansión y con parámetros medioambientales.
Los insectos comestibles pueden ayudar a mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria, crear nuevas oportunidades de medios de vida y apoyar los sistemas agrícolas sostenibles.
Si bien ya se consumen en muchas partes del mundo, los insectos comestibles todavía tienen un gran potencial económico y nutricional que aún no se ha aprovechado plenamente. Ahora que se está gestando una era de nuevos alimentos, más allá del vegetarianismo y el veganismo.