Para los seres humanos solo los dioses son inmortales. Con una esperanza de vida actual en torno a los 80 años, vivir más de 100 años es excepcional. Pero hay científicos que están convencidos de que podemos alcanzar esa meta con excelentes condiciones de salud. El secreto: comer menos para vivir más. Incluso hay quienes piensan que pueden ser muchos más de cien.
No son pocos quienes aspiran a vivir eternamente. Hasta ahora los estudios indican que vivirán más quienes se alimenten saludablemente, mantengan un plan de ejercicios físicos, controlen su estrés, mantengan relaciones cercanas y tengan un propósito de vida. Pese a lo cual existen limitaciones biológicas que dificultan que la mayoría de las personas superen los 100 años. Aunque, gracias a los avances en medicina y las mejoras en las condiciones de vida, la esperanza de vida ha aumentado significativamente a lo largo de los años, alcanzando alrededor de 80 años en la actualidad.
Reto de la ciencia
La ciencia ha hecho avances impresionantes en la comprensión de la longevidad humana. Hasta se ha preguntado si estamos al borde de una vida tan extensa que podríamos llegar a cansarnos de seguir viviendo. Hemos duplicado nuestra esperanza de vida desde los tiempos antiguos, pasando de un promedio de 40 años a 80.
Sin embargo, es importante distinguir entre la esperanza de vida y la longevidad. La esperanza de vida se refiere al promedio de años que una persona puede esperar vivir. Este número ha aumentado debido a la disminución de la mortalidad infantil y a la mejora de las condiciones de vida. La longevidad, por otro lado, se refiere a la edad máxima que un ser humano puede alcanzar. Aunque la esperanza de vida haya aumentado, la longevidad parece estar estancada.
La persona más longeva confirmada fue Jeanne Louise Calment, que vivió más de 122 años. En el 2024, la persona viva más anciana es Maria Branyas, que tiene 117 años. Aunque el número de supercentenarios, personas mayores de 110 años, ha aumentado exponencialmente, la edad máxima que alcanzan no ha aumentado en la misma medida. El récord del bíblico Matusalén y sus 969 años sigue intacto. Esto sugiere que, aunque la ciencia ha logrado prolongar la vida, aún no hemos extendido sustancialmente la longevidad.
Algunos creen que estamos cerca del límite de la longevidad humana, alrededor de los 115 años. Otros son más optimistas y elevan este límite hasta entre 120 y 150 años. Sin embargo, aún no conocemos ese límite. Por lo que la ciencia tiene margen para seguir avanzando.
Limitados a 100 años de vida
A pesar de los avances en medicina y las mejoras en las condiciones de vida que han contribuido a un aumento significativo en la esperanza de vida, superar los 100 años sigue siendo un logro excepcional. Algunas razones clave incluyen:
- Factores biológicos: El envejecimiento biológico conlleva cambios en el cuerpo que pueden aumentar la vulnerabilidad a enfermedades y disminuir la capacidad de recuperación con el paso de los años
- Genética: La influencia genética juega un papel importante en la longevidad. Pero existen límites biológicos intrínsecos que afectan la duración máxima de la vida humana
- Estilo de vida y entorno: Factores como la alimentación, el ejercicio físico, el estrés y el entorno social pueden influir en la longevidad. Aún así, alcanzar edades muy avanzadas sigue siendo poco común para la mayoría de las personas
Aires italianos
El The New York Times dedicó un reportaje al Dr. Valter Longo. Un gerontólogo que aspira a vivir hasta los 120 o 130 años. Quien sostiene que el secreto de la longevidad se encuentra en la intersección de una dieta saludable y el ayuno simulado. Italia, con su población envejecida y sus numerosos centenarios, es, según sus palabras un campo de pruebas ideal para sus teorías.
Longo, que dirige un laboratorio en un instituto oncológico de Milán y también es director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, ha dedicado su carrera a la búsqueda de una vida más larga y saludable. Su enfoque se basa en la alimentación Lite Italian. Una dieta que combina plantas y frutos secos con suplementos y galletas de col rizada para imitar los efectos del ayuno. Según Longo, su dieta permite a las células eliminar los desechos dañinos y rejuvenecer, sin el inconveniente de pasar hambre.
El gerontólogo italiano ha patentado y vendido sus kits de dieta ProLon y ha publicado libros superventas como “La dieta de la longevidad”. Su influencia en el campo de la gerontología es tal que la revista Time lo bautizó como el “evangelista del ayuno”. Recientemente, publicó un estudio basado en ensayos clínicos con cientos de personas mayores, incluyendo a habitantes de la ciudad calabresa de la que procede su familia. Según él, los resultados sugieren que los ciclos periódicos de ayuno simulado podrían reducir la edad biológica y prevenir enfermedades asociadas al envejecimiento.
A través de su fundación privada, con sede en Milán, Longo adapta dietas para pacientes con cáncer y asesora a empresas y escuelas italianas, promoviendo una dieta mediterránea que, en realidad, es ajena a la mayoría de los italianos de hoy. Según Longo, casi nadie en Italia sigue la dieta mediterránea y muchos niños italianos, especialmente en el sur del país, son obesos debido a lo que él llama las cinco P venenosas: pizza, pasta, proteínas, patatas y pan.
Islas de longevidad
Estos lugares, conocidos como «Zonas Azules», se caracterizan por factores como una dieta saludable, actividad física regular, lazos comunitarios fuertes y un estilo de vida que contribuye a la longevidad y al envejecimiento saludable de sus habitantes. Los lugares del mundo con una alta concentración de personas centenarias o de edades avanzadas incluyen:
- Barbagia y Ogliastra (Cerdeña, Italia): Estas regiones de Cerdeña albergan la mayor concentración de personas centenarias del planeta, con una gran parte de sus municipios considerados Zona Azul
- Isla de Icaria (Grecia): En esta isla del Mar Egeo, se encuentra una población con una alta proporción de centenarios y bajos niveles de demencia senil
- Isla de Okinawa (Japón): En Okinawa, se estima que habitan las mujeres más longevas del mundo, con una esperanza de vida que supera en una década la media de otros habitantes estadounidenses
Gen de la longevidad
En los últimos años, el campo de la gerontología ha atraído la atención de multimillonarios de Silicon Valley que esperan vivir para siempre, y los artículos sobre bienestar han conquistado las portadas de los periódicos. A medida que más y más personas buscan la fuente de la juventud, las teorías y prácticas de Longo están ganando más relevancia. Conceptos como la longevidad, el ayuno intermitente y la edad biológica han ganado popularidad. Pero los gobiernos, incluido el italiano, están más preocupados por un futuro en el que la creciente población de ancianos agote los recursos de una juventud cada vez más escasa.
No obstante, científicos, nutricionistas y entusiastas de la longevidad de todo el mundo siguen mirando a Italia. Buscan en sus numerosos centenarios un ingrediente secreto para la longevidad. Longo sugiere que las relaciones estrechas en las pequeñas ciudades de las colinas italianas podrían haber generado el genoma de la superlongevidad. Según su hipótesis, los inconvenientes genéticos del incesto desaparecieron gradualmente, ya sea porque esas mutaciones mataron a sus portadores antes de que pudieran reproducirse, o porque la comunidad detectó una enfermedad grave en una línea familiar específica y se mantuvo alejada.
Inspiración en el sur de Italia
Longo se pregunta si los centenarios italianos, durante la pobreza extrema de la Italia rural de la época de la guerra, habrán estado protegidos de enfermedades posteriores por un periodo de inanición y una dieta mediterránea tradicional en los primeros años de vida. Posteriormente, el aumento de proteínas y grasas y la medicina moderna tras el milagro económico de la posguerra les protegieron de la fragilidad a medida que envejecían y les mantuvieron con vida. Podría ser, dijo, una “coincidencia histórica que nunca se volverá a ver”.
Los misterios del envejecimiento capturaron a Longo a una edad temprana. Creció en Génova, pero cada verano visitaba a sus abuelos en Molochio, un pueblo conocido por sus centenarios. A los 16 años se trasladó a Chicago para vivir con unos parientes y se dio cuenta de que sus tíos de mediana edad, alimentados con la “dieta de Chicago” de salchichas y bebidas azucaradas, sufrían diabetes y enfermedades cardiovasculares que sus parientes de Calabria no padecían.
Encontró su inspiración en la dieta pescatariana de Génova y en las legumbres de Calabria. Considera que Italia es un laboratorio increíble para el estudio del envejecimiento, gracias a la interacción de los genes y la nutrición. Sin embargo, también ha descubierto que la dieta italiana moderna, rica en embutidos, lasaña y verduras fritas, es una fuente de enfermedades.
Predicar con el ejemplo
Longo obtuvo un doctorado en bioquímica en la Universidad de California en Los Ángeles y realizó su formación posdoctoral en neurobiología del envejecimiento en la Universidad de Carolina del Sur. Lamenta la falta de inversión italiana en investigación. Especialmente por la rica historia del país y la abundancia de información sobre el envejecimiento. Superó el escepticismo inicial sobre este campo para publicar en revistas de primera línea y se convirtió en un ferviente defensor de los efectos de la dieta sobre ese proceso.
En su laboratorio, Longo y su equipo han identificado un importante regulador del envejecimiento en la levadura y están investigando si la misma vía actúa en todos los organismos. Su investigación se ha beneficiado una mente abierta a posibilidades inesperadas. Como la utilización de su dieta para matar de hambre a células afectadas de cáncer y otras enfermedades.
Considera que su misión es prolongar la juventud y la salud. No simplemente aumentar la esperanza de vida. En su opinión, un escenario más probable a corto plazo es que la humanidad se divida entre dos poblaciones. La primera viviría como ahora y alcanzaría los 80 años o más gracias a los avances médicos. Pero tendrían que cargar con unos años largos, potencialmente solitarios y cargados de enfermedades. La otra población seguiría dietas de ayuno y avances científicos y viviría hasta los 100 y quizá 110 años con relativa buena salud. Practicante de lo que predica, Longo se ve a sí mismo en esta última categoría. “Quiero vivir hasta los 120 ó 130 años”, afirma.
Más de 1.000
Pero si 100 años parecen muchos, hay científicos que van más allá. El gerontólogo biomédico Aubrey de Grey ha hecho una afirmación audaz: los humanos podrían vivir mil años. Aunque su propuesta, conocida como Estrategias para una Senescencia Inapreciable por Ingeniería (SENS, por sus siglas en inglés), ha sido criticada y hasta calificada como pseudociencia, la idea de extender la vida humana ha ganado tracción. De hecho, han surgido numerosas empresas biotecnológicas dedicadas a este fin. Algunas de las cuales cuentan con el respaldo de magnates reconocidos.
Joao Pedro de Magalhaes, catedrático de biogerontología molecular del Instituto de Inflamación y Envejecimiento de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido, se ha planteado la misma pregunta. Sorprendentemente, cree que, si se dan los pasos adecuados, el ser humano podría llegar a vivir más de 1.000 años. Superando el récord de los 969 años que según la Biblia vivió Matusalén.
Según Magalhaes, una de las claves para lograr este hito radica en las enormes inversiones que se están realizando para descubrir cómo frenar el envejecimiento. Magalhaes cree que pronto podremos detener casi por completo el envejecimiento. Para ello, será crucial entender cómo eliminarlo y el efecto que provoca en nuestras células. Este estado se alcanzará cuando sepamos cómo reparar el ADN y cómo reprogramar células. Aunque esto pueda sonar a ciencia ficción, ya existen indicios de que conseguirlo en unos años es posible.
Adiós Matusalén
El investigador dedica su carrera a “engañar a la muerte” y por ello cree que es posible conseguir este tipo de retos. “No creo que vayamos a tener pronto un fármaco que ‘cure’ el envejecimiento como la penicilina cura las infecciones. Pero un compuesto llamado rapamicina es bastante prometedor”.
Es optimista. “Hace años hice algunos cálculos y llegué a la conclusión de que, si pudiéramos curar el envejecimiento humano, la duración media de la vida humana sería de más de 1.000 años. La esperanza de vida máxima, salvo accidentes y muertes violentas, podría llegar hasta los 20.000 años”.
Sin embargo, para ello sería necesario poder detener el proceso de deterioro celular por completo. “Esto puede parecer mucho, pero algunas especies ya pueden vivir cientos y, en algunos casos, miles de años”, dice Magalhaes. “Si pudiéramos rediseñar nuestra biología para eliminar el cáncer y eludir las acciones perjudiciales de nuestro ‘software genético’, los beneficios para la salud serían alucinantes”.
Muchos multimillonarios sueñan con poder vivir ya no cientos, si no miles de años, eso sí como jóvenes y sanos. Por lo que al parecer para esas investigaciones sobran los financistas. Los escritores ya han explorado esa posibilidad en obras como “Entrevista con el vampiro” o “El hombre bicentenario”. En ambas hay una lección. Al final los protagonistas creen que vivir eternamente más que una gloria divina es una penitencia. Tan pesada que solo los dioses u hombres santos como Matusalén pueden sobrellevar.