La publicación del libro La familia grande de Camille Kouchner desató un nuevo movimiento en redes sociales en Francia. En la obra la autora francesa, hija del exministro Bernard Kouchner, denunció el caso de incesto que sufrió su hermano a manos de su padrastro, el politólogo Olivier Duahmel.
Duahmel negó las acusaciones en su contra y las tildó como «ataques personales». No obstante, se produjo una ola a través de las redes. Muriel Salmona, psicóloga especializada en violencia sexual, afirmó que los problemas planteados por Kouchner y la receptividad en la plataforma Twitter crearon un «espacio seguro» para que las personas se manifestaran en contra de un problema de la sociedad francesa.
El movimiento #MeTooInceste
Desde el fin de semana los testimonios en redes se hicieron virales en la etiqueta #MeTooInceste, que hace referencia a los casos de incesto sufridos por los usuarios. En la plataforma se contabilizaron casi 80.000 tuits. También se unió el movimiento feminista francés #Noustoutes (Todas nosotras) y denunciaron la falta de profesionales para la prevención de estos casos.
Aunque las denuncias de incesto explotaron en redes sociales, no es un asunto nuevo. Un sondeo realizado en noviembre pasado arrojó que uno de cada 10 franceses sufrió abuso sexual familiar. En otra encuesta realizada en diciembre, en la que participaron 6,7 millones de franceses, el 10% afirmó ser víctima de incesto. Para la integrante de #Noustoutes, Madeline Da Silva, habrá un antes y después de los pronunciamientos en redes.
Testimonios impactantes sobre casos de incesto
Derivado del movimiento #MeToo, que se viralizó en 2017 contra el abuso sexual, los testimonios son desgarradores. Los relatos tienen un común denominador: el depredador es un familiar cercano a la víctima, esta última con una edad entre la niñez y la adolescencia. Investigadores afirman que en muchas ocasiones estos traumas infantiles quedan sin expresarse durante años. El movimiento ha intentado darle voz y coraje a las víctimas, pero sobre todo protección.
En el libro de Kouchner se denuncian también a las personas complices de esos abusos, siendo su propia madre una de ellas. El fenómeno también salió de las redes sociales y ha sido discutido en programas de radio y televisión.
Las leyes de protección son insuficientes
El sexo con menores de edad es ilegal, pero hay un asterisco en esa afirmación. Para que se proceda el delito se tiene que demostrar que se utilizó violencia, amenaza, sorpresa o coacción. Expertos aseguran que esto no suele ser algo automático y el consentimiento llega a ser algo crucial. ¿Se puede considerar, legalmente, que un niño de 11 años ha consentido tener sexo con un adulto?. Activistas han trabajado en llegar a una ley que declare la edad legal de consentimiento, pero sus intentos han fracasado por el momento.
La diputada Alexandra Louis afirmó que casi 130.000 niñas y 35.000 niños son víctimas de intento de abuso sexual familiar. Las autoridades francesas se debaten entre nuevas leyes o mantener las actuales. En Francia el incesto no es un delito, pero sí es considerado agravante si existe abuso sexual, ahí entra de nuevo «el consentimiento».
La ley Schiappa, aprobada en 2018, amplió de 20 a 30 años la prescriptibilidad de delitos sexuales contra menores. En el Senado, tras lo ocurrido en las redes, se discutirá una propuesta para crear un nuevo crimen sexual. Buscarán «medios jurídicos» para proteger a los menores de 13 años.
Para los impulsores del #MeTooInceste esto no es suficiente y no apoyan el debate. Exigen que el incesto sea catalogado como delito, mientras que el Senado busca una edad de concenso. Desde el movimiento también exigen que se enseñe a tratar la violencia familiar y de género, para evitar los abusos.
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