Por Carlos Martínez*
29/01/2017
*Director general de IMF Business School
El último trimestre del año nos ha dejado datos agridulces dentro de nuestro mercado laboral. Por un lado, observamos que las cifras van mejorando en líneas generales, pero, por otro lado, la ralentización en la creación de empleo cada vez es más evidente.
Como datos importantes debemos destacar que el paro ha bajado hasta el 18,6% de la población, frente al 20,9% que teníamos por estas mismas fechas el año pasado, se han incorporado al mercado de trabajo 413.000 personas, un 21% menos que en 2015. El paro bajó en 541.700 personas, un 11,3% menos que en 2015 con 678.000 personas, dejando la cifra de desempleados en 4.237.000 personas. Por último y como dato principal, el número de ocupados creció hasta los 18,5 millones, su nivel más alto desde el año 2010.
Por sectores, aunque como es lógico la mayor creación de empleo se ha producido en el sector servicios con más de la mitad de las contrataciones, las cifras han mejorado en todas las áreas de actividad destacando especialmente la industria que creó 115.700 empleos, seguido de la agricultura y la construcción.
Aunque la contratación temporal sigue siendo la modalidad de contratación predominante, vemos como el número de contratos indefinidos aumentó en casi 170.000 personas.
Sin duda, si hay dos colectivos que preocupan a la sociedad por su especial vulnerabilidad y por sus dificultades de acceso al mercado laboral, son los jóvenes y los parados de larga duración. Si analizamos los datos de 2016, observamos que el paro juvenil ha bajado 3 puntos hasta el 42,9% y que el paro de larga duración ha caído un 16,4%. Aun así, casi la mitad de los 4,2 millones de desempleados son de larga duración. Por tanto, desgraciadamente tenemos a unos dos millones de personas dentro de nuestro mercado de trabajo que en el mejor de los casos hace un año que no encuentran empleo y que a través de las políticas activas de empleo, deberían tener un plan de choque específico que palíe la situación. Debemos pensar que en general, se trata de perfiles que no poseen competencias que el mercado laboral demande y que sólo podrán salir de su situación con planes de formación específicos, donde adquieran conocimientos que el mercado demande y de esa manera poder encontrar un puesto de trabajo.
Es evidente que para el año 2017 quedan muchas cosas por hacer. Seguimos teniendo, según la EPA, más de 4,3 millones de desempleados. El Gobierno debe seguir trabajando en mejorar el mercado de trabajo profundizando en las reformas introducidas que han permitido la flexibilidad laboral que nuestras empresas demandan y que nos han traído cuatro años de creación continua de empleo.
Este año será un año complicado. Lo que antes eran factores externos que nos ayudaban a crecer y a crear empleo (energía barata, inflación negativa, tipos de interés bajos, etc.), parece que este año van a cambiar paulatinamente: más austeridad en las cuentas públicas, aumentos de impuestos, subida de la energía en general, subida de la inflación, etc. y que, además, el PIB crecerá menos que en el 2016. A pesar de todo esto, el empleo seguirá creciendo, pero en menor medida.
Estamos en medio de una frágil recuperación económica; necesitamos seguir creciendo y creando puestos de trabajo para que nuestro estado de bienestar sea sostenible, todavía queda lejos la cifra mágica de los 20 millones de cotizantes, y para ello debemos seguir trabajando y facilitando desde las instituciones públicas, la innovación, el emprendimiento, y el trabajo a nuestras empresas.
Aun a pesar de todo lo expuesto, las previsiones que tenemos para el 2017 es que se creen entre 300 y 400 mil puestos de trabajo, dejando la tasa de desempleo en un 18%. Si esto se consigue entenderemos que seguimos trabajando por el camino correcto.