Deborah de Lange, Toronto Metropolitan University
La emoción de la final de la Copa Mundial Femenina de Fútbol entre el equipo español –la Roja– y las Leonas inglesas tuvo a los aficionados en el borde del asiento. Dos millones de personas –una cifra récord– asistieron a los partidos en Australia y Nueva Zelanda, dejando claro lo alto que pueden llegar las mujeres con las oportunidades y el apoyo adecuados.
Pero el Mundial de Fútbol femenino de este año también significó un cambio más amplio, más allá de los límites del terreno de juego. Los partidos estuvieron acompañados de demandas a favor de la igualdad de trato de las mujeres en el deporte… y mucho más allá.
Al examinar los resultados de los países que participaron en el Mundial podemos hacernos una idea de los esfuerzos que se hacen para abordar la desigualdad de género más allá del deporte.
Políticas de igualdad de género
Las naciones mejor clasificadas en el torneo, como Suecia, Inglaterra, España y Australia, han diseñado políticas e invertido en mujeres y niñas en temas que van más allá del deporte femenino.
Los países escandinavos son conocidos por sus mejores condiciones para las mujeres, como un reparto más equitativo del trabajo doméstico no remunerado, aunque el problema aún no está resuelto del todo. Suecia cuenta con una Política Nacional de Igualdad de Género que también incluye una declaración en la que se afirma que debe cesar la violencia de los hombres contra las mujeres.
También es fundamental garantizar que el acceso a la educación se traduce en oportunidades laborales, reparto del poder político e igualdad de beneficios económicos. Inglaterra exige a las empresas con 250 empleados o más que informen sobre las diferencias salariales entre hombres y mujeres, una política importante que apoya la paridad económica.
España ha sido elogiada por sus políticas feministas que facilitan el acceso a los derechos sexuales y reproductivos. La Ley de Igualdad incluye el permiso de paternidad y la representación política equilibrada entre hombres y mujeres. Además, los planes de igualdad para eliminar la discriminación de género son obligatorios en todas las organizaciones públicas y privadas con más de 250 empleados.
Australia también cuenta con una Estrategia nacional para lograr la igualdad de género, que incluye un Grupo de trabajo para la igualdad económica de las mujeres. Las investigaciones han recomendado muchas de las políticas que estos países han emprendido para integrar la igualdad de género en otras partes del mundo.
Desarrollo sostenible
Los países que destacaron en el Mundial también obtuvieron mejores resultados en desarrollo sostenible. Este vínculo entre mayores logros deportivos y desarrollo sostenible tiene sentido, ya que investigaciones recientes han relacionado clasificaciones más altas en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU con logros en deportes olímpicos y viceversa. El Índice de Desarrollo Humano mide aspectos como la esperanza de vida, la educación y la renta nacional bruta per cápita.
Los resultados del fútbol femenino parecen estar aún más relacionados con otro tipo de índice de desarrollo: el Índice de Desarrollo Humano ajustado a las presiones planetarias. Este índice tiene en cuenta el impacto humano de las actividades que se realizan en la Tierra, como la cantidad de dióxido de carbono que emite cada persona. Mi análisis reveló que una menor huella medioambiental coincidía con un mayor éxito del equipo.
Desarrollo de género
El análisis también descubrió que los resultados futbolísticos de las mujeres estaban relacionados con el Índice de Desarrollo de Género, que difiere del Índice de Desarrollo Humano.
El Índice de Desarrollo de Género mide la desigualdad entre hombres y mujeres en tres aspectos: esperanza de vida, educación e ingresos. Dado que hombres y mujeres viven en circunstancias diferentes, hay que prestar una atención específica a los problemas de las mujeres. Los gritos a favor de la igualdad salarial en el fútbol femenino dan fe de ello.
Mi análisis reveló que los países con un mayor Índice de Desarrollo de Género tenían más probabilidades de obtener mejores resultados en fútbol.
Las mujeres son la mitad de la población
Es necesario recordar al mundo que las mujeres constituyen aproximadamente el 50 % de la población mundial.
Desarrollar la mayor reserva posible de talentos para el deporte femenino se beneficiaría de aumentar el número y la calidad de esos números. Y dar a todas las niñas una mejor oportunidad desde el principio. Obviamente, reducir la reserva de talentos disponible no conducirá a resultados positivos. Por desgracia, en muchos países sigue habiendo pruebas de abortos selectivos en función del sexo y discriminación contra las niñas.
Además, las autocracias como Rusia –gobiernos en los que el poder absoluto lo ostenta una sola persona– suelen basarse en la consolidación del poder masculino en detrimento de las mujeres. Las democracias, en cambio, se basan en los derechos humanos, que incluyen los de la mujer. De hecho, los mejores equipos de fútbol femenino proceden todos de democracias.
Continuar la lucha
La historia del fútbol femenino es una historia de perseverancia. El primer partido internacional de fútbol entre Escocia e Inglaterra se disputó en 1881, pero en 1921 hubo un giro desalentador. La Asociación Inglesa de Fútbol prohibió jugar a las mujeres, lo que frenó el deporte durante 50 años.
Desde entonces, la lucha ha sido ardua. Las mujeres han experimentado una larga historia de prohibiciones en muchos tipos de actividades y ámbitos. Esto ha perjudicado el desarrollo de la mujer en todo el mundo.
La historia nos dice que debemos estar siempre alerta y seguir luchando por los derechos y la igualdad. De hecho, aún nos queda mucho camino por recorrer, sobre todo teniendo en cuenta la forma en que la pandemia agravó las desigualdades de género.
Mejorar la situación de las mujeres requiere aplicar la igualdad de retribución y de oportunidades de empleo a través de la legislación, así como cambiar de las leyes fiscales y las prestaciones para reforzar a la mujer como miembro del hogar en igualdad de condiciones.
Añadir una variable de “desigualdad de la mujer en el deporte” al Índice de Desarrollo de Género puede mejorar la capacidad de medir el impacto de los cambios en el progreso que desesperadamente necesitamos.
Deborah de Lange, Associate Professor, Global Management Studies, Toronto Metropolitan University
Publicado en The Conversation. Lea el original.