Desde hace más de una década un sinfín de estudios han demostrado que el tiempo que pasan los niños al aire libre puede reducir el riesgo de desarrollar problemas visuales. Sin embargo, una práctica tan sencilla se hace cuesta arriba por el ritmo vertiginoso de la vida actual y los avances tecnológicos que dejan poco tiempo para todo. Especialistas han intentado implementar que los niños tengan una hora de descanso adicional al aire libre al día para reducir la miopía infantil, pero ha resultado difícil en sociedades con un fuerte énfasis en el rendimiento académico o en áreas urbanas con acceso limitado a espacios verdes seguros.
Los expertos explican que el problema es que los niños pasan demasiado tiempo adentro mirando lo más cercano a ellos en lugar de salir y apreciar cosas que están a distancias mayores. Estos hace que el globo ocular se alargue para adaptarse a las tareas de visión corta. Este estiramiento mejora la claridad de las imágenes de primer plano en la retina. Pero crea esa dificultad para ver los objetos lejanos.
Las altas tasas de miopía antes de la pandemia de COVID-19 proyectaban que a mediados de siglo la enfermedad afectaría a la mitad de la población mundial. Sin embargo, el confinamiento hizo que aumentáramos nuestras horas tras las pantallas de televisores, celulares y computadoras. Dado que no siempre es posible que los niños pasen más tiempo al aire libre, los investigadores están buscando formas de traer el exterior adentro. Aulas de vidrio, plataformas de iluminación especiales, fondos de pantalla con temas de naturaleza y gafas emisoras de luz, son solo algunas de las innovaciones. También están explorando soluciones farmacéuticas.
Estrategias por doquier
Algunos de los enfoques son prometedores, pero los investigadores se han encontrado con el desafío de no comprender completamente cómo la exposición al aire libre ayuda a prevenir la miopía. Los ensayos clínicos siguen siendo preliminares y muchos estudios en animales siguen sin ser concluyentes. Entre las teorías hay una que sostiene que los beneficios de la exposición al aire libre podrían estar asociados con los patrones de desenfoque experimentados en la retina en diferentes entornos visuales.
A medida que el ojo se desarrolla, ajusta constantemente su forma en respuesta a ciertas señales visuales. Si esas señales indican que el ojo es demasiado corto, se estira para enfocar los objetos. Si, por el contrario, se hace muy largo, recibirá señales de parar, que son cruciales para prevenir la miopía.
Los investigadores consideran que el paisaje visual al aire libre es rico y texturizado. Que sus elementos se ven típicamente a distancias tan grandes que la gran variedad de detalles se fusionan en una imagen más uniforme. Esta uniformidad de enfoque es lo que le dice al ojo que deje de crecer.
Luz al final del túnel
Otro estudio de 2015 sobre la miopía infantil se enfocó más en la acción de la luz. Encontró que equipar las aulas con lámparas de techo más brillantes de lo habitual, junto con las de pizarra mejoradas, redujo significativamente la incidencia de miopía entre los estudiantes de primaria y secundaria en el noreste de China, de 10% a solo el 4%.
Siguiendo este mismo lineamiento, en el sur de ese país hubo una iniciativa que se centraba en crear aulas de cristal para dejar que entrara más luz natural en los entornos de aprendizaje. Aunque la solución tuvo nota sobresaliente entre profesores y alumnos, resultó inviable por los altos costos asociados con los materiales para la construcción. Otro obstáculo fueron los estrictas normas promulgadas después del devastador terremoto de 2008 que derrumbó numerosos edificios escolares.
Un método alternativo implica dirigir luz directamente al globo ocular, aunque los investigadores no están de acuerdo sobre qué longitud de onda es más beneficiosa. En Australia han realizado estudios piloto con gafas especializadas que emiten luz azul–verde. Se comercializan para aliviar el desfase horario y mejorar la calidad del sueño. Sin embargo, estos dispositivos han demostrado ser prometedores al inducir cambios transitorios en ciertas mediciones oculares relacionadas con un menor riesgo de miopía.
La compañía Dopavision, en Berlín, está probando un auricular de realidad virtual que lleva luz azul de onda corta al punto de la retina que se une al nervio óptico. Esta terapia provoca un aumento significativo en los niveles de dopamina. Un efecto molecular que podría explicar por qué, en las pruebas clínicas piloto, el tratamiento ha demostrado potencial para restringir el alargamiento del globo ocular.
Violetas y rojas
Algunas investigaciones para disminuir la miopía infantil apuntan a longitudes de onda de luz aún más cortas como el mediador clave del desarrollo de la enfermedad. Los estudios de laboratorio han encontrado que la exposición a la luz violeta podría retrasar o prevenir la progresión del mal en ratones y polluelos. Los oftalmólogos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Keio, en Tokio, probaron esta idea en un par de ensayos aleatorios. Niños con miopía de 6–12 años usaron anteojos especializados equipados con marcos que luz violeta emitida durante varias horas todos los días. Pero incluso después de meses o años de usar las gafas equipadas, el tratamiento tuvo poco efecto en el crecimiento de los globos oculares.
Sin embargo, la intervención basada en la luz que está ganando más seguidores en todo el mundo se centra en las longitudes de onda en el extremo opuesto del espectro de luz visible. Conocido como terapia repetida de luz roja de bajo nivel, el tratamiento implica el uso de un dispositivo de mesa que se parece a un microscopio. Este emite una baja intensidad láser de longitud de onda larga directamente en los ojos del usuario.
Originalmente desarrollado para una condición ocular diferente, se cree que funciona al mejorar el flujo sanguíneo en el globo ocular. Un mecanismo que sería completamente distinto de la exposición natural a la luz solar que induce la dopamina. Muchos niños en China buscan regularmente instrumentos emisores de luz roja durante tres minutos cada mañana y tarde para aliviar su miopía. “Es como cepillarse los dientes dos veces al día”, dice Kaikai Qiu, oftalmólogo del Fuzhou South East Eye Hospital.
Papel tapiz o medicina
Una investigación con estudiantes de primaria en la provincia de Yunnan, suroeste de China, buscó emular lo del aire libre en entornos interiores de manera completamente diferente. El enfoque no se basaba en la luz, sino que recrea entornos visuales naturalistas que promueven el enfoque de la retina.
En nueve aulas en la ciudad de Lijiang, un equipo dirigido por el oftalmólogo Weizhong Lan, colocó papel tapiz hecho a medida que replicaba la complejidad visual y las propiedades espaciales de un parque natural completo. Con árboles, perros saltadores, gorriones aleteando y hasta la mariposa ocasional. El techo fue pintado para parecerse a un cielo azul, con nubes blancas, bandadas de gaviotas, globos flotantes y una cometa.
Mientras, la farmacología también está dando opciones que de alguna manera buscan el mismo efecto que las terapias basadas en la luz. Se trata de un medicamento llamado atropina. El año pasado, investigadores en Hong Kong informaron que las gotas oculares que contienen atropina pueden reducir la incidencia de miopía. El medicamento ya se usa ampliamente para ayudar a controlar la progresión de la enfermedad y, en general, tiene efectos secundarios mínimos. Aun así, para un tratamiento preventivo, incluso los problemas de tolerabilidad leves podrían ser mayores de lo que algunos están dispuestos a aceptar.