Por Juan E. Ballesteros
2/3/2017
Los españoles consumen una media de 9,7 gramos de sal diarios, el doble de la cantidad recomendada por las autoridades sanitarias, que alertan sobre el riesgo para la salud de ese exceso y su incidencia en enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis o inclusos algunos tipos de cáncer, según los datos publicados por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
El 87,5% de la población ingiere más de 5 gramos de sal al día cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que no se supera esa cantidad, equivalente a una cucharadita de café o a 2 gramos de sodio al día. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEE) ha hecho pública una lista de recomendaciones tanto para su ingesta como para la forma de usarla a la hora de cocinar y condimentar los alimentos. Según los doctores Emilia Cancer y Francisco Botella, miembros del área de nutrición de esta asociación, los españoles desconocen en general qué tipo de sal consumen y conviene garantizar que la sal que se compra sea yodada pues minimiza los efectos negativos en el organismo.
La sal es indispensable en la dieta de los seres humanos puesto que constituye la mayor fuente de sodio, representando más del 90%. El 72% de la sal ingerida proviene de alimentos procesados, la denominada sal oculta, que contienen especialmente embutidos, pan y panes especiales, quesos y platos preparados. frente a esa sal invisible, la visible es la que se añade durante el cocinado de los alimentos o condimentado de los platos, que solo representa el 20% del consumo total, el 80% restante corresponde a la invisible con un 10% que se encuentra presente de forma natural en los alimentos y un 70% de la que se añade a los alimentos procesados. Esta última junto a la visible es la que se puede reducir para una dieta más saludable.
La forma más fácil de reducir la sal en la dieta es no añadírsela a los alimentos o sazonar la comida al probarla, no mientras se guisa. Es posible reemplazar el sabor con hierbas, especias, limón, pimienta, ajo, etc.
“Existe una amplia gama de alimentos con contenido reducido de sal que pueden sustituir a las variedades que habitualmente se consumen con más sal. Si los vamos incorporando de manera gradual a nuestra dieta, favoreceremos el cambio a sabores menos salados sin que se aprecie gran diferencia. El contenido de sal puede oscilar dependiendo de las variedades y las marcas, por esto es necesario comprender el etiquetado nutricional y elegir las opciones más saludables. También hay que resaltar que la cantidad de sal consumida va en relación a la cantidad de alimento ingerido. No es necesario dejar de comer alimentos con alto contenido en sal, simplemente reducir su frecuencia de consumo e intentar elegir la opción o marca que contenga menos. De esta forma se fomenta el consumo de alimentos con menos sal, presionando a la industria alimentaria a fabricar estos productos con menos sal añadida”, concluyen los especialistas de la SEEN.