El paisaje apacible y marino de Lisboa muestra un novedoso espectáculo que acapara la atención de sus habitantes y de los visitantes que, poco a poco, se agolpan en sus costas. Los delfines han regresado al río Tajo, animados y en grupos, recobrando sus espacios naturales.
El escenario abierto y acogedor del litoral de la capital de Portugal, siempre atrapa. Ahora se presenta remozado y con una simpatía singular. De pronto, los delfines de esa región, que se habían rezagado por la contaminación y el ajetreo de las embarcaciones, decidieron regresar y atravesar sus aguas. Saltar y hacer giros en el aire para su deleite y el de todos.
Lugareños y los pocos turistas, en especial españoles, que se han movilizado hacia este sitio este verano, se han tropezado con este espectáculo que comparten a través de las redes sociales. Por supuesto, además del imponente castillo de San Jorge. Los edificios de colores pastel en la ciudad antigua y el puente colgante 25 de Abril. También el estuario del Tajo está cautivando las miradas.
El confinamiento obligado por el coronavirus y la paralización de la actividad económica mermó los niveles de contaminación en Lisboa.
Un banco de al menos ocho delfines apareció en las últimas semanas en las aguas situadas junto al emblemático puente. Estos cetáceos amigables se han plantado a las puertas de la capital portuguesa. Justo donde se ubican los botes para subirse a los transbordadores con destino a Seixal, Cacilhas o Montijo, concentrados en la estación fluvial de Cais do Sodré.
Los ciudadanos son testigos del inusual avistamiento en ese punto de la ciudad; cerca del antiguo barrio Madragoa, residencia de pescadores y de mercadillos.
Los delfines en Lisboa desde los romanos
El aislamiento social y el cese de las actividades cotidianas y comerciales libró a Lisboa de contaminación atmosférica y sónica.
También al cinturón de Oporto, con un brote industrial de calado superior, especialmente en las zonas de Matosinhos y Vila Nova de Gaia.
Pero sin dudas, Lisboa cuenta con otro espectáculo marino, el de los delfines. “Es raro verlos aparecer por aquí, la verdad”, dijo Jorge Oliveira a una emisora local, recogido por ABC. Él es el responsable de la empresa Sovena, dedicada a la distribución de aceite de oliva y jabones naturales desde sus oficinas centrales en Almada, en el otro extremo de la ruta de los barcos. “Estuve en el momento justo en el lugar adecuado”, comentó tras difundir su vídeo de los delfines.
“Ellos son muy listos y solo se acercan por estos lares cuando las aguas están limpias. Algo que está sucediendo estos días porque se ven pocas embarcaciones que cruzan de una punta a la otra”, prosigue Oliveira.
Aunque los delfines han sido vistos en el Tajo desde la época romana, los mamíferos no se veían con frecuencia, según un informe de 2015 de la Sea School y la Marine Science Association en Lisboa.
«Con la mejora en la calidad del agua, el río ha ganado nueva vida y una familia amigable de delfines ha sido vista varias veces durante el último mes», escribió la oficina del alcalde de Lisboa en Facebook.
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