Por Andrés Tovar
12/01/2017
Donald Trump llevó a cabo su primera conferencia de prensa el miércoles para responder directamente a la pregunta sobre lo que planea hacer para contrarrestar sus muchos conflictos de interés. Su respuesta: ninguna, más o menos.
Como se señaló días antes su abogada Sheri Dillon, lo único concreto planteado por Trump hasta ahora en ese sentido es poner sus negocios en un fideicomiso administrado por sus dos hijos Eric y Donald Jr., y de Allen Weisselberg. director financiero de la Organización Trump. «De hecho, podía llevar mi negocio y el funcionamiento del gobierno al mismo tiempo. Por supuesto que no lo voy a hacer«, dijo Trump. «Pero yo sería capaz de hacerlo si quisiera«.
Trump se comprometió a donar las ganancias de las reservas extranjeras de sus hoteles a la Tesorería de su nación. Y dijo que «limitaría sus derechos de información» para que sólo la Organización Trump sea la que maneje la información sobre los negocios, pérdidas y ganancias de sus empresas. Asimismo, se dio un espaldarazo a si mismo diciendo que estaba «haciendo más de lo que se requiere legalmente para deshacerse de los conflictos de interés.
En la legislación estadounidense, el presidente está exento de las rígidas leyes sobre conflictos de interés que rigen a otros empleados del gobierno. El problema no es si Trump está en el marco o al margen de la ley sino, precisamente, abordar su problema.
La Organización Trump es una empresa cerrada, muy privada, con intereses comerciales en todo el mundo. Lo cual plantea todo tipo de cuestiones éticas, muchas de ellas ni siquiera imaginadas, porque Trump se ha negado a hacer públicas sus declaraciones de impuestos. En lugar de separarse de estos lazos -el mantenimiento de la propiedad de la empresa y el un interés financiero-, le entrega la gestión a sus propios hijos, creyendo que sólo basta con prometer «no hablar nunca de negocios» con ellos.
La confianza no es ciega
Muchos observadores han pedido a Trump establecer parámetros que permitan que la sociedad tenga una verdadera confianza que va a poner distancia entre él y su negocio. Un fideicomiso a cargo de miembros de su familia no es, precisamente, un verdadero desprendimiento -inclusive, la Oficina de Normas de Ética del Gobierno estadounidense establece que liberarse de la participación en un fideicomiso implica que ésta sea vendidas y luego la ganancia sea reinvertida-.
Pero si Trump quiere saber «cómo va el chiringuito», todo lo que tiene que hacer es hablar con sus hijos. Sheri Dillon, su abogada, aseguró en una conferencia de prensa previa que «la prensa se asegurará de que cualquier nuevo desarrollo en la Organización Trump será bien publicitado». Consultada sobre si es posible una «confianza ciega», sus respuestas quedaron reducidas al hecho de que la venta de sus negocios sería «un inconveniente y muy complicada (…) uno no debe esperar que el presidente Trump destruya la empresa que construyó», dijo. «Si Trump vendiera sus negocios, dijo, entonces comenzarían a plantearse preguntas acerca de si los compradores estan pagando un valor inflado para ganarse el favor del presidente. Si se las vende a sus hijos, tendrían que sacar grandes préstamos comerciales. Si financia la venta, todavía tendría un interés financiero en sus propiedades».
Pero nada de esto es imposible. Y todos estos posibles conflictos eran muy conocidos antes de que Trump se postulara a la presidencia.
¿Qué significa para la política estadounidense?
Lo cierto ahora es que Trump no ha dado una respuesta efectiva cómo va a hacer frente a los conflictos internos de interés en la formulación de sus políticas.
Entre las cosas que ha dicho el mandatario están: que nombrará a los miembros de una junta de relaciones laborales que supervisará cualquier conflicto de interés que pueda suscitarse con sus propiedades y que donará las ganancias extranjeras de sus hoteles al Tesoro. Pero él todavía estaría beneficiando, incluso si se deshace de las ganancias, según las cláusulas que sobre emolumentos establece la Constitución estadounidense. El asunto no deba de ser complicado para el futuro gobierno.
Y si bien puede no ser ideal para Trump vender sus propiedades, es razonable que un grupo de la sociedad estadounidense lo espere. Si Trump estuviera en otra posición en el gobierno no tendría otra opción; pues sus conflictos de interés serían penados bajo la ley federal, y no le quedaría más remedio que crear esa «confianza ciega». Esa es la razón por la Oficina de Ética Gubernamental estadounidense sugiere que se expliquen los requisitos de divulgación de información financiera a los miembros del gabinete al principio de su proceso de nominación, de manera tal de que decidan si vale o no la pena pasar por todo eso en para conseguir una posición de alto nivel del gobierno.
Pero la ley de conflicto de intereses no se aplica al presidente.
En una broma al final de la rueda de prensa, Trump dijo que le dirá a sus hijos su popular frase de sus tiempos en el Celebrity Apprentice -«Estás despedido!»- si hacen un mal trabajo en la empresa. Trump parecía confirmar que él estaría volviendo a los negocios. Y que lo que es bueno para la Organización Trump en los próximos cuatro a ocho años va a ser bueno para el presidente de los EE.UU.
Las preguntas que definirán el futuro
El punto crucial de todo este entramado, según los expertos en ética y analistas políticos, es que si Trump no vende su participación en su empresa y permite que una parte desinteresada administre su dinero, él no será capaz de evitar los conflictos de interés. Y si él no hace eso, las preguntas se multiplican.
- ¿Se comprometerá Trump vender su parte en la Organización Trump y poner sus intereses comerciales en un fideicomiso ciego, como lo recomiendan los expertos en ética para una administración «limpia»?
- ¿Qué medidas va a tomar para asegurar que sus hijos Eric y Donald Jr ., ejecuten su negocio lejos de su formulación de políticas?
- ¿Cómo se asegurará de que hay una pared entre sus empresas, sus empleados y su Presidencia?
- ¿Qué papel tendrá su hija Ivanka Trump en su administración? ¿Cuál es su plan para evitar conflictos de intereses? -más ahora con la designación de su yerno, el empresario Jared Kushner (más conflictos de interés), como su asesor-
- ¿Cómo interpretarán sus socios comerciales extranjeros la forma de pensar de Trump acerca de las relaciones de Estados Unidos con otros países?
- ¿Emplazará Trump a los diplomáticos extranjeros no reservar eventos en sus hoteles?
- ¿Existe la posibilidad de que las propiedades de Trump en todo el mundo sean objetivos de los terroristas? Y si es así ¿cómo tomar una decisión acerca de la implementación del aparato de seguridad de los Estados Unidos para proteger las propiedades asociadas con su marca?
- ¿Trump hará públicas finalmente sus declaraciones de impuestos para demostrar que, como apuntan los medios estadounidenses, no tiene amplios vínculos financieros con Rusia?
Las futuras respuestas a estas preguntas van a definir lo que será el futuro de la presidencia de Donald Trump. Esto apenas comienza.