Por Igor Paskual | Foto: Inge Clemente
02/09/2016
Pocos títulos definen tan bien como éste lo que contienen. Los Chinook winds son unos vientos cálidos que soplan en Canadá y que pueden derretir una gran cantidad de hielo en muy poco tiempo. De hecho, se les conoce como “comedores de hielo”. Haciendo honor a su título, el disco se abre y se cierra con las canciones más densas y heladas del álbum que, por momentos, nos dejan ecos del Scott Walker más actual, aunque con un punto a lo Sparklehorse. Pero donde los de Mark Linkous descendían en un tobogán sin final, Maika no se regodea en la oscuridad: habla de ella, convive con el abismo, pero intenta escapar de él. Y es ahí donde reside gran parte del secreto de este álbum. Y es que en ningún instante se huye de los malos momentos, sino que se enfrenta a ellos con esperanza y vitalidad. No se teme al frío, sólo se canta tras el cristal mientras llueve fuera. Y, una vez dentro de la casa y del disco, todo es distinto.
Maika nos habla de la necesitad de tener unas raíces, de una búsqueda constante hacia lo que una es, y para ello emplea una gran cantidad de recursos estilísticos. Puede tener algún deje a lo Belle and Sebastian, otro más rural, otro un poco music hall, pero se ha quitado todo rastro de sus influencias anteriores. Y aunque el disco nunca es difícil, jamás llega al pop triunfante. Parece que haya en Maika cierta reticencia a las canciones redondas, como un miedo a lo popular, así que presenta una idea melódica maravillosa y cuando crees que va a rematar en un estribillo glorioso, coge la canción y se la lleva de paseo, toma un atajo, da una vuelta, regresa… y así hasta que termina el tema. Su facilidad es enorme. Se nota en cada frase y, además, está grabado bajo la valiente producción de John Parish. Magistral. Reconozco que me encantaría escuchar a Makovski en castellano, porque no hay nadie haciendo lo que ella hace en este país. Pero soy consciente de que es una artista con una ascendente carrera internacional y parece (eso intuyo, porque no la conozco) que es bilingüe. Las letras sintácticamente son perfectas y la pronunciación es oro puro. Si las bandas españolas que cantan en inglés tuvieran ese nivel, nuestra realidad discográfica sería otra. Es un disco de piel, de sentir el sonido como agua, de intimidad, cercanía y alegría, sobre todo cuando dobla su magnífica voz.
Es de lo mejorcito en lo que llevamos del año. No tiene ni un sólo recurso superficial o gratuito, ninguna canción que sobre. Es un álbum de artista con hechuras de grande, quizá levemente ensimismada (¿algo solipsista, tal vez?) y tiene esa libertad en la composición similar al de la primera Fiona Apple, pero sin la raíz Broadway y el dramatismo adolescente. Chinook Winds es, más que un disco de refugio frente al frío, un viento que sopla cálido y te empuja hacia adelante.
Maika Makovski
Chinook Winds (Warner)
Te gustará si te gustan: Belle and Sebastian, Fiona Apple o Scott Walker.
Producción: John Parish.
Lanzamiento: mayo de 2016.
Duración: 35:38.
Single: Not in love.