No es un secreto que nos dirigimos a una catástrofe medioambiental. Estamos viendo fuertes indicios. Si no tomamos conciencia de esta situación y libramos la batalla a favor del ecosistema será una derrota irreversible. Aunque la ciencia ayuda a comprender las amenazas que enfrentamos, no será suficiente. La verdadera transformación depende de nuestra lengua, arte y experiencia con el mundo natural, y para desempeñar el papel crucial cada día se suman más artistas al frente para reconstruir los lazos entre lo humano y la naturaleza.
La situación es tan grave que organismo internacionales reclutan artistas para que ayuden a implementar soluciones creativas a la crisis climática y a la falta de compromiso con la naturaleza. La Comisión Europea lo hizo en 2022, reunió 20 artistas en su Centro Común de Investigación para recordar la simbiosis entre las vidas humanas y el mundo natural.
Este año, la Agencia de Protección Ambiental de Estado Unidos, en colaboración con el Fondo Nacional de las Artes, anunció el Programa Inaugural de Artistas en Residencia. El objetivo es integrar a los artistas en el esfuerzo de crear ideas para la restauración del agua y la resiliencia climática. Y esto no son iniciativas aisladas, porque cada vez más se está reconociendo que el arte, además de conectar con el público, ayuda a impulsar a quienes formulan e implementan políticas.
La urgencia demanda acciones rápidas
La urgencia es evidente: las políticas ambientales ya no pueden ser lentas. Enfrentamos los mayores desafíos de la historia humana, y los responsables de la toma de decisiones deben implementar regulaciones efectivas que produzcan mejoras ambientales de manera inmediata. El reciente informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de 2023 ha dibujado un panorama sombrío del daño causado por la crisis climática y pide una acción urgente. No se puede esperar pasivamente a que los avances científicos resuelvan los problemas. Se debe presionar para que se adopten políticas ambientales audaces y efectivas en todo el planeta.
En lugar de las políticas audaces que se necesitan, se ha puesto toda la fe en la tecnología para resolver el problema. Sin embargo, un enfoque diversificado tiene más probabilidad de llevarnos a un futuro más seguro. Creer que si se tienen los argumentos correctos y se está en lo cierto, automáticamente se podrá convencer a todos, es una afirmación que choca contra la realidad. El fracaso será el resultado si no tenemos la capacidad de traducir lo que descubrimos y que asusta porque afecta. Si no somos podemos traducirlo en imágenes, en palabras, en conceptos que se relacionen con las personas. Y hacerlo principalmente con aquellas que pueden tomar las medidas que se necesitan.
Bofetadas artísticas
Existe una grave falla en los mensajes relacionados con las crisis climática y la biodiversidad porque, como dijo el filósofo francés Michel Serres, se debe crear un contrato entre la Tierra y sus habitantes. Sin embargo, no podemos hacerlo porque desconocemos o hemos olvidado aquello con lo que debemos pactar. Por ejemplo, en 2007, y nuevamente en 2012, el Oxford Junior Dictionary diseñado para niños de siete años eliminó una cantidad significativa de palabras relacionadas con la naturaleza en favor de términos como banda ancha, sala de chat y correo de voz. El argumento de los editores es que eran más apropiados para la experiencia infantil de hoy en día.
Cuál fue la respuesta del mundo artístico a este grave error. Robert MacFarlane y Jackie Morris publicaron The Lost Words: A Spell Book , con la esperanza de devolver a los niños británicos el esplendor del mundo fuera de lo virtual. Pero esto o son los únicos ejemplos de iniciativas de artistas por todo el mundo para llamar la atención y tratar de llegarle a la gente a través de la creatividad. La instalación Ice Watch, de Olafur Eliasson, recogió hielo glacial de Groenlandia y lo llevó a espacios públicos alrededor de las principales ciudades europeas para que la gente viera cómo se derretía. Su trabajo trastocó la cotidianidad urbana con una experiencia inmediata de la crisis climática. Esto creó un encuentro tangible con algo que a veces se puede sentir lejano.
Otras manifestaciones artísticas
Para despertar emociones similares, Agnes Denes hizo realidad Wheatfield-A Confrontation. La artista plantó un campo de trigo en el bajo Manhattan, en pleno corazón de Wall Street, que finalmente fue cosechado. La obra era un símbolo de alimentos, residuos, comercio, ecología y economía, en un terreno valorado en 4.500 millones de dólares.
Asimismo, se suma Midway: Message from the Gyre, de Chris Jordan. Una serie de fotografías que muestran los cuerpos de albatros juveniles que murieron por consumir desechos plásticos en el atolón Midway. Las imágenes conmovedoras e inquietantes hicieron ver cómo el consumo masivo moderno ha afectado el medio ambiente.
También los artistas se valen de la belleza de la naturaleza para generar impacto. Los Ruup , diseñados por Birgit Õigus, son megáfonos gigantes de madera que amplifican los sonidos de los bosques. Con ellos el público está apreciando la sutileza de los bulliciosos ecosistemas. En Londres, Wolfgang Buttress’ Hive, una instalación inmersiva de luz y sonido, usa datos que captan en tiempo real de una colmena para tararear cómo suena la vida dentro de una colonia de abejas.
«Los hechos son una parte. Así como la culpa no inspira iniciativa, la gente no actuará basándose únicamente en los hechos. Nos inspiramos a actuar por la experiencia emocional y física. El conocimiento puede decirnos qué debemos hacer para lograr nuestras metas, pero las metas y la necesidad de actuar deben surgir de nuestras emociones».
Ensayo de Olafur Eliasson y Minik Rosing (ecólogo)
Arte ambiental
Como se ha visto, en el fascinante mundo del arte ambiental los límites entre la creatividad humana y la naturaleza se desvanecen. Este movimiento artístico, también conocido como arte ecológico, busca establecer un diálogo profundo entre lo humano y lo natural. El arte ambiental se manifiesta de diversas formas, pero su esencia radica en la conexión con el entorno natural.
Este enfoque artístico surgió a finales de los 60 y no se limita a representar el medio ambiente. Lo transforma en la propia obra para crear conciencia sobre el daño que causamos al planeta. Abordan desde la contaminación del aire y de los océanos, hasta el calentamiento global y la deforestación. Y se valen de la fotografía, la pintura, el teatro, la danza y la escultura, entre otras disciplinas, para difundir su mensaje. El ecoarte utiliza materiales naturales sostenibles, como tierra, piedras, hojas o ramas, para sus creaciones.
Entre las corrientes que lo animan están el Land Art, que busca modificar artísticamente el medio ambiente natural. También está la intervención en el entorno. Los artistas crean obras de gran escala que interactúan con el paisaje natural. Estas instalaciones pueden ser temporales o permanentes, pero siempre respetan el ambiente. Además, está lo que se denomina concienciación ecológica, cuando no solo se busca la belleza estética, sino hacernos reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza.
El arte ambiental nos recuerda que no podemos esperar pasivamente a que los avances científicos resuelvan los problemas. Debemos presionar para que se adopten políticas ambientales audaces y efectivas en todo el planeta. Cada uno de nosotros tiene un papel vital en la preservación de la biodiversidad y la protección del ecosistema.