La República Democrática del Congo es uno de los países más pobres en el globo. Tiene un índice de pobreza del 73% según el Banco Mundial y a la vez, posee el 52% de las reservas de cobalto del mundo. Los extremos de esas cifras se llevan a otro terreno, el de la terrible desigualdad social, laboral y los derechos humanos. El cobalto, particularmente del Congo, es altamente demandado para la fabricación de vehículos eléctricos hoy en auge. ¿Bajo qué condiciones para sus trabajadores?
Este elemento de color blanco azulado se encuentra en las rocas, el suelo, el agua, e incluso plantas. Sirve también para producir aleaciones usadas en la manufactura de motores de aviones, imanes, herramientas varias. Se ha convertido en los últimos años en un metal estratégico en la industria automovilística. Es capaz de aumentar la duración del ciclo de vida de las baterías de ión litio de los vehículos eléctricos.
La bulliciosa y polvorienta ciudad de Fungurume, es el cinturón minero del sur del Congo. Y primer eslabón de una cadena de suministro que está impulsando el boom de los vehículos eléctricos, como una promesa de descarbonización futura. A la que se han anotado cientos de países.
Los nombres Tesla, Renault y Volvo no significan nada para Pierre. Nunca ha oído hablar de un coche eléctrico. Él extrae cobalto. Dice a The Guardian que su salario básico es el equivalente a $ 3,50 al día, pero si trabaja durante el almuerzo y dedica horas extra, puede ganar hasta $4,60. No es que valga la pena esperar el almuerzo: afirma que solo le dan dos panecillos pequeños y una caja de jugo.
En el Congo, el cobalto tiene una dura cara
“El salario es muy, muy pequeño. Me da dolor de cabeza… La mina produce mucho y nosotros hacemos tan poco”, comenta Pierre. Si se toma un día libre, dice que se le descuenta dinero de su salario. Si está enfermo y falta más de dos días en un mes, se recorta más dinero. «Ni siquiera puedes discutir. Si lo haces, te despedirán «, dice acuclillado en el piso de tierra de la choza de ladrillos desnudos que alquila.
“La relación entre nosotros y el (mío) es como un esclavo y un amo”, afirma Pierre que extrae cobalto en su país, la República Democrática del Congo.
Las historias sobre las duras y peligrosas condiciones de trabajo allí son conocidas en años y denunciadas por medios. Abusivas situaciones soportan los mineros en las minas de cobalto informales o artesanales. En las que se observa el trabajo infantil y mineros enterrados vivos cuando los túneles se derrumban. Todo esto ha provocado una protesta internacional.
Y ha obligado a la tecnología occidental y la industria automotriz, que depende del mineral, a buscar formas de obtener cobalto “limpio”, libre de atropellos contra los derechos humanos.
Algunas empresas han prometido dejar de abastecerse de minas artesanales y, en cambio, obtener el mineral de minas industriales a gran escala, que se consideran una opción más segura. Tanto para los trabajadores como para la reputación corporativa.
Sin embargo, Pierre no trabaja en una mina artesanal. Está empleado, a través de un subcontratista, en la mina Tenke Fungurume (TFM). Una de las más grandes e industriales del país, cuyo 80% pertenece a la empresa china China Molybdenum (CMOC). En varias minas administradas por empresas chinas, los trabajadores hicieron acusaciones de discriminación y racismo que recuerdan a la época colonial.
Más coches eléctricos, más extracción
Es una situación espantosa, pero no puedo dejar el trabajo porque no tengo otra opción. ¿Dónde puedo conseguir otro trabajo?, dicen algunos trabajadores de las minas de cobalto en el Congo.
Muchas marcas de vehículos eléctricos se han comprometido públicamente con el «abastecimiento responsable» de minerales. Y algunas, como Tesla, están utilizando formas innovadoras para lograrlo. Sin embargo, los hallazgos de The Guardian sugieren hasta dónde debe llegar el sector para garantizar que el cambio a la energía limpia no se vea afectado por denuncias de abusos contra los trabajadores.
Mientras los delegados se reunían en la COP26, en Glasgow, se habló de la transición de reducir la fabricación y venta de coches a gasolina. Se espera que las ventas globales de coches eléctricos de pasajeros, excluidos los híbridos, aumenten de 3,3 millones en 2021, a 66 millones en 2040. En el Reino Unido, el crecimiento estará impulsado por la prohibición del gobierno de la venta de autos de gasolina y diésel a partir de 2030.
El año pasado, alrededor del 70% del cobalto del mundo provino de la República Democrática del Congo. Del total, unas 93.000 a 100.000 toneladas tenían su origen en minas industriales a gran escala, según Benchmark Mineral Intelligence (BMI).
Algunos fabricantes de baterías y automóviles han reducido la cantidad de cobalto en sus baterías. Pero BMI asegura que el volumen de ventas de cobalto en el sector aumentará cuatro o cinco veces durante la próxima década. El Banco Mundial estima que la demanda de producción de cobalto aumentará un 585% para 2050.
Grandes empresas, salarios y tratos miserables
Eso debería ser una buena noticia para las personas en el sur de la República, donde se encuentran la mayoría de las minas de cobalto. Pero un informe presentado por el organismo de control corporativo con sede en el Reino Unido Raid y abogados congoleños del Centre d’Aide Juridico-Judiciaire, no lo ven tan prometedor. Precisan que muchas multinacionales mineras y los subcontratistas crean trabajos mal pagados que mantienen a los trabajadores en la pobreza.
«El cobalto es un mineral esencial para la transición verde. Pero no debemos alejarnos de las condiciones laborales abusivas que contaminan las baterías de iones de litio necesarias para millones de vehículos eléctricos», dice la directora de Raid, Anneke Van Woudenberg.
Kolwezi es la capital del cobalto de la República Democrática del Congo. Una ciudad tan definida por la minería que algunas comunidades se sientan en el borde de los cráteres gigantes que se han excavado en busca de cobre y cobalto. Es minería a gran escala, altamente mecanizada y dependiente de tecnología de punta. Pero impulsada por miles de trabajadores, más de 10.000 en TFM, quienes, como Pierre, son empleados como procesadores de minerales. Conductores, mecánicos, soldadores, guardias de seguridad y trabajadores generales.
En los últimos 15 años, las empresas chinas han entrado en el negocio de la minería, comprando empresas norteamericanas y europeas para que ahora controlen la mayoría de las minas de cobalto y cobre en el Congo. Con este cambio, dicen los trabajadores congoleños, ha llegado el abuso, la discriminación y el racismo. Dicen que son insultados, en algunos casos golpeados, y afirman que les pagan menos que a los trabajadores chinos que hacen el mismo trabajo. Alegan que estos supervisores ignoran su experiencia y anteponen la producción a la seguridad.
Esclavismo y discriminación de empresas chinas
“Los chinos nos tratan muy mal. Yo mismo soy víctima de una agresión. Me abofetearon cuatro veces”, dice Mutamba, otro trabajador de TFM.
Un trabajador congoleño de TFM describió estar sentado durante una reunión de dos horas en chino, solo para recibir una traducción de dos minutos al final. “Nos sentimos humillados y avergonzados”, relata. “No puedes creer la forma en que tratan a nuestra gente. Esperamos que respeten la vida humana, en lugar de utilizar a las personas como esclavos».
En el transcurso de la investigación, los trabajadores entrevistados por The Guardian destacaron que estaban profundamente resentidos por la forma en que fueron tratados. Pero se sentían impotentes para protestar. «Es una situación impactante, pero no puedo dejar el trabajo porque no hay otra opción. ¿Dónde puedo conseguir otro trabajo?», indica uno de ellos.
Un portavoz de CMOC, que posee mayoritariamente TFM, dijo que la empresa se adhiere a una serie de convenciones laborales internacionales y leyes locales. Desde que adquirió la mina en 2016, CMOC dijo que ha contribuido con un promedio de £ 296 millones al año a los ingresos del país. “Nos dedicamos a brindar un entorno de trabajo seguro, saludable y decente a todos los empleados y concedemos gran importancia a la protección de los derechos de los empleados”, dijo el portavoz.
Por otra parte, la mina y refinería Congo Dongfang International Mining (CDM), también al sur del país, es propiedad total de Huayou Cobalt. Un conglomerado chino con intereses en cada paso de la cadena de suministro de cobalto, desde la minería hasta la producción de cátodos. Renault y Daimler, la empresa matriz de Mercedes-Benz, nombran a CDM entre sus proveedores.
Presiones para revertir esas terribles condiciones
Huayou Cobalt insiste en que se les paga a los trabajadores de acuerdo con las leyes laborales locales. CDM ha hecho contribuciones significativas a la comunidad local, asegura la empresa. Incluida la organización de la educación agrícola, la construcción y renovación de escuelas, la instalación de clínicas médicas y el suministro de agua y electricidad a las aldeas locales.
Pero parece haber pocas señales de eso en Kawama, una colección de chozas de ladrillos rojos con techos de hierro corrugado sostenidos por rocas. Una mujer lanza una bicicleta cargada de bidones de agua amarillos a lo largo de un camino de tierra seca, y un niño ayuda a empujar desde atrás. «No hay agua potable, ni electricidad, ni escuela, ni atención médica», afirma Koffi, trabajadora y vecina. «Nuestra comunidad está al lado de CDM, pero no hacen nada por nosotros».
Renault, Volvo VW y Daimler, la empresa matriz de Mercedes-Benz, respondieron a una consulta de The Guardian. Señalaron que reconocían la importancia del abastecimiento responsable de minerales, se tomaban las acusaciones en serio y discutirían los hallazgos con sus proveedores.
Una historia contada en minutos. Pero detrás hay años de vejámenes, ¿la descarbonización seguirá permitiendo esos abusos?
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