Por Andrés Tovar
16/05/2017
Tres años de euro-ataques pueden estar finalmente llegando a su fin. Por primera vez desde mediados de 2014, la previsión de los comerciantes señalan que el euro va a subir de valor, en lugar de advertir caídas; técnicamente hablando, eso significa que los inversores tienen una posición larga neta en contratos de futuros y opciones sobre el euro, un espectáculo poco común en los últimos años. Y esto no es lo único destacable: Las posiciones bajistas sobre el euro de los fondos alternativos (los conocidos hedge funds, los fondos que toman posiciones en el euro para beneficiarse de su depreciación) se acercaron a cero a comienzos de mayo y la volatilidad en su cruce con el dólar se sitúa en mínimos de 2014.
Otra muestra importante fue el crecimiento de la divisa comunitaria, que subió en las primeras semanas del mes en curso para llegar a los 1.10 dólares por primera vez desde las elecciones de Estados Unidos y subió a un máximo de un año contra el yen japonés, logrando su valor más alto en seis meses. El mercado de valores de Alemania acaba de establecer un nuevo máximo histórico y Grecia -si, Grecia!- está considerando un retorno al mercado de bonos.
¿Y que originó tantas noticias positivas para la divisa comunitaria? La victoria de Emmanuel Macron, el centirsta pro-UE y nuevo presidente de Francia, que ha hecho que los mercados se muestren más optimistas sobre una economía europea en crecimiento, alimentado por las especulaciones de que el Banco Central Europeo pronto será capaz de eliminar algunas de sus medidas de estímulo de emergencia.
El triunfo de Macron sobre Marine Le Pen alivió al mercado, que temía el desbarajuste que podría seguir a una victoria populista, como ocurrió el año pasado con el Brexit y con las elecciones en Estados Unidos. La remoción del riesgo político que los inversores asociaron con la candidata Le Pen -quien prometió sacar a Francia de la zona euro si ganaba- hace que ahora la atención regrese a los fundamentos económicos y al ritmo relativo de normalización de la política monetaria en Estados Unidos y Europa; el foco se pondrá en las elecciones legislativas de junio, en las que el oficialismo debe ganar una mayoría parlamentaria para llevar a cabo las reformas prometidas.
Un sondeo publicado el lunes mostró que la confianza de los inversores en la zona euro tocó en mayo su nivel más alto en casi una década, subiendo más que lo esperado gracias a una mejor evaluación de la situación económica y a expectativas de una menor incertidumbre política. De la misma manera, el índice de volatilidad CBOE, más conocido en Wall Street como el «indicador del miedo», cayó a mínimos en más de dos décadas por el resultado del balotaje presidencial: se hundió 7,6% hasta 9,77, su mínimo desde 1993.
No obstante, los riesgos todavía abundan: se avecinan las elecciones en Alemania e Italia, que serán las próximas pruebas que determinan cuánto tiempo duran las celebraciones. En este sentido, no ayuda que Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), mostrara una medida prudencia en su última aparición pública, en el Parlamento de Holanda, donde afirmó que la institución aún no puede cantar victoria porque las presiones inflacionistas «siguen siendo limitadas», y que, para que esto deje de ser así, se necesitan «acciones a nivel estatal», un mensaje que lleva repitiendo incansablemente durante los últimos años.
Eso sí, una mayoría de los analistas encuestados por Bloomberg espera que en la reunión que el BCE celebrará en junio, el economista italiano dé pistas sobre el fin de los estímulos monetarios, que todas las voces fechan a partir de 2018. Actualmente, no es hasta abril del próximo ejercicio cuando más de un 50 por ciento de los expertos consultados por agencia de información económica coinciden en que Draghi anunciará un incremento de los tipos de interés.
Entre las previsiones más optimistas sobre el cruce se encuentran pesos pesados como HSBC o JP Morgan Chase, que ven al euro cambiándose por 1,20 y 1,15 dólares, respectivamente, al final de 2017. La media de los estimaciones de los analistas que recoge Bloomberg se sitúa en 1,08 dólares.