El gol es una consecuencia. Es hijo directo del juego. Sin embargo, en el fútbol hay ejemplos que son la excepción a esa regla. Pero son esos casos menos frecuentes los que confirman la paternidad del juego sobre el gol.
Este deporte tiene premisas muy sencillas de comprender, aunque sumamente complejas de ejecutar. La victoria será del equipo que anote un tanto más que su adversario, y esto lo conseguirá sacando el máximo provecho del tiempo en el que disponga de la pelota. Cuando no posea el balón, el conjunto se verá obligado a adaptarse y a autoorganizarse, con el fin de evitar la anotación del contrario y recuperar la titularidad de la bola.
Esa autoorganización, dentro de lo que se conoce como fase defensiva, es explicada brillantemente por el Dr. Ricardo Olivós Arroyo, en su libro “Fútbol: Análisis del juego”, publicado en el año 1997: “En los juegos que se practica con un balón y entre dos equipos es necesario transformar el ataque colectivo en un ataque individual”.
El reduccionismo ha promovido a la ausencia de un goleador como el hecho diferencial en la actualidad blanca. Una revisión un tanto más dedicada ayudaría a divisar que el equipo merengue no genera situaciones claras de gol, sino que, salvo contados episodios, su juego ofensivo se explica a partir de respuestas individuales.
Se puede concluir entonces que la falta de gol merengue no es consecuencia de la ineficacia de sus atacantes, sino de una incorrecta interpretación del juego. De nada vale la posesión si no hay desmarques, o si la circulación de la pelota se ejecuta a un ritmo cansino. Es preocupante que a estas alturas no se comprenda la intención de la tenencia del balón, y se le confunda con un estilo; la disposición de la pelota es una herramienta efectiva, siempre y cuando esté acompañada de la creación de espacios y de la sorpresa.
Llorar a Cristiano
El rol de Cristiano Ronaldo no ha sido reemplazado. No son sus goles, sino su influencia en el juego blanco lo que todavía no encuentra respuesta. Esto trae como consecuencia que el Madrid viva una inestabilidad mayor de la que caracteriza a los sistemas complejos; desequilibrio al que, con el entrenador que fuese, iba a enfrentarse en este cambio de identidad. Por ello, debe aclararse que el proceso es mucho más profundo que el aumento en los porcentajes de posesión o la supuesta falta de efectividad de los atacantes.
Lopetegui debe construir con su equipo nuevos patrones de conducta, descartando otros que los futbolistas tienen como muy propios. Más que combatir la nostalgia por Cristiano Ronaldo, debe ayudar a que el Madrid encuentre el gol @FutbolBenedetti @Cambio16 https://t.co/SFSn2j9sqC pic.twitter.com/LPcKENiMoD
— Juan E. Ballesteros (@JEcambio16) October 9, 2018
Para entender mejor esto que aquí se expone es necesario repasar el concepto de Interdependencia. Según las doctoras Natalia Balagué y Carlota Torrents, en su libro “Complejidad y Deporte”, este fundamento determina que “de la misma manera que una táctica deportiva surge por la interacción del juego desarrollado por los miembros de un equipo, dicha táctica se impone a su vez sobre los jugadores, constriñendo su comportamiento individual”.
Por lo expuesto anteriormente, no sería una locura entonces concluir que esa versión goleadora de Cristiano Ronaldo era producto de esa relación equipo-jugador. Las cualidades del futbolista se veían potenciadas por el colectivo, y el grupo mejoraba las virtudes del portugués.
Como resultado de su ausencia, y la no contratación de un futbolista que reemplazara su rol, Lopetegui está frente al desafío de que su del Real Madrid olvide al goleador luso y desarrolle nuevas conductas que lo acerquen al triunfo. Esto sólo lo conseguirá a través del juego colectivo, para evitar que los rivales, como avisó Olivós Arroyo, y viene sucediendo en esta temporada, conviertan los ataques merengues en comportamientos individuales.
Destituir a Lopetegui
Destituir al entrenador, cuando apenas van un puñado de episodios competitivos, no garantiza la celeridad del proceso de cambio antes descrito. Lopetegui debe acompañar a su equipo en la construcción de nuevos patrones de conducta, descartando otros que los futbolistas tienen como muy propios, para, más que combatir la nostalgia por el viejo ídolo, ayudar a que el Real Madrid encuentre el gol. Pero esto sólo será posible a través del juego colectivo, aunque a muchos les pese la complejidad de semejante afirmación.
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