Muchas mujeres en Gran Bretaña enfrentan un gran dilema. Abortar su tercer hijo o perder la ayuda que les otorga el Gobierno por los dos primeros. De acuerdo con el Servicio Británico de Asesoramiento sobre Embarazo (BPAS, por sus siglas en inglés), más de la mitad de las mujeres encuestadas que tuvieron un aborto durante la pandemia mencionaron el límite como un factor importante en su decisión de poner fin a la preñez.
Incluso una madre le dijo al BPAS que si no hubiera un límite de dos hijos, ella no habría abortado al tercero, pero no podía alimentarlo y vestirlo. Fue una decisión que le costó aceptar y le dolió en el alma.
El límite prohíbe a los padres reclamar créditos fiscales o crédito universal para el tercer hijo o hijos posteriores nacidos después de 6 de abril de 2017. Los beneficios equivalen a 2.900 libras por niño al año.
La ingeniería social vuelve a fracasar
La política se introdujo con la intención de obligar a las familias desempleadas a tomar las mismas decisiones financieras que las que tienen trabajo. Sin embargo, los datos del Gobierno muestran que casi tres de cada cinco hogares afectados tienen al menos un adulto trabajando. Los estudios han encontrado que las familias con tope reducen el consumo de alimentos, medicamentos, calefacción y ropa.
Un controvertido «límite de dos hijos»
La política restringe la cantidad que las familias más numerosas pueden recibir en beneficios de seguridad social y fue un factor clave en las decisiones de muchas mujeres de interrumpir su embarazo. Algunas mujeres confesaron al BPAS que la combinación de inseguridad económica y laboral provocada por la pandemia y el límite de dos hijos eliminó efectivamente su elección de tener un tercer hijo.
La medida terminó por persuadirlas de interrumpir un embarazo que habrían mantenido en una situación financiera menos tensa. De hecho, una madre aseguró que aunque entiende que no es responsabilidad del Gobierno ser financieramente responsable de que los padres tengan hijos, también sintió que por esta política se vio obligada a abortar.
El límite, que se introdujo como una forma de recortar 1.000 millones de libras esterlinas al año de la factura de asistencia social, ya afectaba la tasa de embarazos antes de la pandemia. BPAS indicó que entre 2016 y 2019 hubo un aumento muy grande de abortos por madres con 2 o más hijos. 16,4%, en comparación con 10,4 y 7%, respectivamente, para mujeres sin hijos o con uno.
Familias afectadas y peticiones para eliminar el límite
De acuerdo con las estadísticas oficiales, 243.000 familias se vieron afectadas por el límite de dos hijos en los tres años hasta abril de 2020. A unas 900 mujeres se les permitió la exención oficial del límite después de ser obligadas a revelar formalmente que su hijo fue concebido como resultado de una violación.
El Servicio Británico de Asesoramiento sobre Embarazo pidie que se elimine el límite. Katherine O’Brien, directora asociada de la organización, indicó que si el Gobierno no quiere que más mujeres se sientan obligadas a arrinconarse entre dificultades económicas o poner fin a un embarazo deseado debe revocar el límite con urgencia.
Jonathan Reynolds, secretario de seguridad social, también cree que es una política que se debe suprimir. La califica de cruel e innecesaria que pone a las familias en una posición en la que tienen que tomar «decisiones imposibles»., inhumanas. Aseveró que el límite ahora afecta a más de un millón de niños y está aumentando rápidamente la pobreza infantil.
Una situación que se agrava en medio de una pandemia y una crisis de empleo. BPAS encuestó a 240 mujeres con 2 o más hijos que habían interrumpido un embarazo desde marzo. De ellas, 59% dijo que conocía la política de 2 hijos antes de la terminación del embarazo. De quienes reciben crédito universal o créditos fiscales y que probablemente se verán afectados, 57% dijo que la política los ayudó a decidir.
La situación que se da en la Unión Europea dista de parecerse a lo que ocurre en Gran Bretaña. Mientras que las mujeres se ven obligadas a abortar debido a un límite de beneficios económicos, en los países de la UE el nivel de fecundidad se mantiene bajo y las políticas están dirigidas a aumentarlo para garantizar el reemplazo generacional.
Políticas de natalidad en países europeos
Países como Suecia y sobre todo Francia llevan la delantera en políticas de natalidad. Presentan las tasas de fecundidad más altas, con 1,88 y 1,92 respectivamente; una cifra que refleja el número de nacimientos por cada 1.000 mujeres en edad fértil y que en ambos países se acerca al mínimo requerido para garantizar el reemplazo generacional.
Situaciones que distan de la de España, por ejemplo, con 1,3 de tasa. Muy por debajo figura la comunidad gallega, con 1,12. Pero claro, las políticas de natalidad que han dado resultados en Francia o Suecia no dieron resultado de un año para otro. Se han mantenido durante décadas y las ayudas y prestaciones que conceden están muy por encima del resto de países, a lo que parece contribuir, de acuerdo con diversos estudios, la alta participación femenina en el mercado de trabajo.
No se penalizan a madres o padres solteros y se destina a apoyo familiar un alto porcentaje del producto interior bruto, que en el caso de Francia llega al 4%. En España anda por el 1,5%, lo que implica que las ayudas apenan superan los 900 euros por hijo, que el 92% de las plazas de guarderías sean gratuitas y que los padres tengan 16 semanas de permiso por cada nacimiento y 26 en caso de que sea el tercer hijo.
En el caso de Suecia, los padres tienen derecho a 489 días de baja pagados, de los cuales el padre debe tomar 90. También tienen días libres si un hijo se enferma.
España, el segundo país europeo la natalidad más baja
España entró en el grupo de economías de fecundidad muy baja en 1975, desde entonces, aunque ha presentado pequeñas mejoras, el bajo índice de natalidad ha sido la tónica general. El país presenta el segundo nivel más bajo en la UE, solo Malta lo supera.
Los datos son clarificadores: si en 1975 las mujeres españoles tenían de media 2,8 hijos, en 2017 la media se situó en 1,3 hijos. Aunque claro, el escenario general europeo tampoco es mucho mejor. Todos los países de Europa, sin excepción, desde Francia y Suecia, con las tasas más altas; hasta Malta y España, enfrentan el problema de la insostenibilidad demográfica.
En España, para garantizar la estabilidad de la población se necesita un nivel de reemplazo generacional de 2,1 hijos por mujer. El análisis por provincias de la situación demográfica española revela que ninguna de ellas, con excepción de Melilla (2,4) está cerca de los 2,1 hijos de media necesaria para garantizar la continuidad de la población.
Las provincias que están más cerca de esta cifra son Ceura, con 1,7; Almería, con 1,6; Murica, con 1,5; y Girona, 1,5; mientras que las que más se alejan del umbral del 2,1 son Ourense, con 0,92; Tenerife, con 0,96 y Las Palmas, con 0,99.
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