El mal de nuestros tiempos es el estrés. Vivimos estresados. Especialmente en esta época digital. Tanto en el ámbito laboral como en la vida personal puede tener consecuencias graves en la salud. Buena parte de la carga radica en que, según los especialistas, dedicamos demasiada atención al mañana. Vivir el ahora sería el primer paso para liberarse del estrés.
En algunos casos puede llevar incluso a la muerte. Un informe de la ONU indica que aproximadamente 745.000 trabajadores mueren al año debido al estrés, la ansiedad y la fatiga crónica. La Organización Mundial de la Salud informa que las enfermedades y traumatismos relacionados con el trabajo provocaron la muerte de 1,9 millones de personas en 2016. El estrés es uno de los factores considerados en esa letal cuenta.
De acuerdo con la Clínica Mayo, los síntomas de estrés pueden estar minando nuestra salud sin que nos demos cuenta. Es posible que atribuyamos a una enfermedad el dolor de cabeza constante, el insomnio recurrente o la disminución de nuestra productividad laboral. Sin embargo, la verdadera raíz de estos problemas podría ser el estrés. Puede ser el culpable silencioso de muchos de nuestros malestares diarios.
Las consecuencias del estrés son variadas y extensas. Algunas son evidentes, como la disminución de la calidad de vida, el enojo crónico, la negatividad constante y el malestar general. Sin embargo, hay otras más profundas y graves, como problemas digestivos, trastornos del sueño, y condiciones más severas como la obesidad, el cáncer, la diabetes, el síndrome metabólico, y enfermedades mentales como trastornos psicóticos. De hecho, casi todas las enfermedades pueden tener al estrés como un factor contribuyente.
Instinto primitivo
En teoría, el estrés es una respuesta física y mental instintiva a una amenaza percibida. Sin embargo, el problema surge cuando esta respuesta puntual se convierte en un estilo de vida. Como señaló Antonio Jorge Larruy, terapeuta especializado en meditación y autoconocimiento, “El ser humano vive como si estuviera constantemente huyendo de un león que intenta cazarlo. Somos la única especie que vive en un estado de alerta permanente”. Vivir al límite tiene un costo, y ese costo es el estrés.
El estrés se ha convertido en una enfermedad que nos afecta a todos, una pandemia silenciosa que empeora día a día. La ansiedad se siente a nivel mundial debido a factores como el exceso de trabajo o la falta de él, la muerte, el cambio climático, la violencia y las protestas en todo el mundo, el miedo y la incertidumbre.
Según Roberto Keoseyan, psicólogo clínico, el estrés es básicamente un recuerdo de nuestros días como cavernícolas, cuando teníamos que sobrevivir en un mundo hostil lleno de amenazas. “En aquellos tiempos antiguos, cuando un humano estaba a punto de ser atacado por un tigre dientes de sable, la respuesta al estrés se activaba para permitirle correr más rápido, ser más fuerte o hacer lo necesario para sobrevivir. Esta respuesta aseguró la supervivencia de nuestra especie. El problema es que nunca evolucionamos para eliminarla”.
Patología neurótica
Es esencial entender las palabras de Antonio Jorge Larruy. Aunque en teoría el estrés podría ser beneficioso, la forma en que lo experimentamos no tiene nada de positivo. Es una patología al 100% y, como tal, deberíamos erradicarla. Sostiene que el estrés está relacionado con el estado neurótico en el que vivimos debido a nuestra constante proyección hacia el futuro. Esta neurosis impide que vivamos plenamente en el presente. Nos empuja a imaginar y construir en nuestra mente tiempos futuros que nos atrapan.
Larruy sostiene que el estrés es el resultado de una patología previa. Un estado de neurosis que nos aleja de lo natural y nos lleva a una incapacidad para vivir conectados con nuestro presente. Gran parte de lo que somos lo proyectamos hacia el futuro o lo dejamos anclado al pasado. “Lo que hace que nuestro presente sea extremadamente limitado y esté totalmente proyectado hacia el futuro”, explica.
En su opinión la clave para entender este proceso es la “pretensión”. Se refiere a las cosas que uno espera: expectativas, futuros, objetivos, metas, deseos. Básicamente, es cómo el ser humano neurótico se ha acostumbrado a vivir. “Si le quitas el futuro a este ser humano neurótico, le has quitado la vida, ya que el futuro es una mera entelequia sin fundamento real”, afirma.
Vivimos en un momento en el que, si se le dice a una persona que no tiene futuro, se hunde. Sin embargo, si se le dice que está desperdiciando miserablemente el presente no le importa tanto. Porque piensa que, mientras tenga un mañana, todo está bien. Todo esto revela, según Larruy, el estado patológico en el que estamos viviendo.
Espada de doble filo
El estrés puede ser una espada de doble filo en nuestras vidas, y la forma en que lo manejamos determina si será beneficioso o perjudicial. La decisión de permitir que el estrés nos gobierne, o de controlarlo, está en nuestras manos. Si dejamos que nos controle, puede destruir nuestras vidas y sumirnos en la miseria. Sin embargo, si logramos controlarlo, podemos llevar una vida mucho más positiva y feliz.
Nos urge “aprender a vivir la vida”, sostiene Antonio Larruy. A experimentarla y no a pensarla. Experimentar la vida, vivirla, sentirla en cada instante. Vivir con generosidad, aprendiendo a darlo todo. La solución vendría, precisamente, al tomar conciencia de que todo aquello que se proyecta en el futuro es algo que ya está aquí en el presente.
Larruy sostiene que “cuanto mayor es la proyección hacia el futuro, es decir, cuanto mayor es la expectativa que ponemos en que algo suceda, mayor es el grado de tensión con el que vivimos”. Por eso, hay que dejar de buscar y de esperar. Hay que empezar a encontrar y a dar rienda suelta a una vida natural. “Una vida en la que uno se encuentre a sí mismo y se centre en el presente”.
Reconocer los síntomas comunes del estrés puede ser el primer paso para manejarlo. El estrés no controlado puede llevar a problemas de salud graves, como hipertensión, enfermedades cardíacas, obesidad y diabetes. Lo que para Larruy es producto de que, desestimamos y desacralizamos “lo único realmente sagrado, vivo, verdadero y hermoso que tenemos, que es el presente. Convirtiéndolo en un mero y tenso trámite que debemos superar para vivir todo lo que proyectamos en el futuro”.
En movimiento
Si tienes síntomas de estrés, tomar medidas para controlar su estrés puede tener muchos beneficios para la salud. Explora estrategias de manejo del estrés, como las siguientes:
- Hacer actividad física con regularidad
- Practicar técnicas de relajación, tales como respiración profunda, meditación, yoga, taichi o masajes
- Mantener el sentido del humor
- Pasar tiempo con la familia y los amigos
- Reservar tiempo para pasatiempos, como leer un libro o escuchar música
Vivir el hoy
La primera tarea es tomar conciencia de lo que se piensa. Evitar los pensamientos que generan estrés no es tarea fácil, pero existen técnicas que pueden ayudarnos a lograrlo. Como, por ejemplo, practicar el mindfulness, o consciencia plena. Este método nos permite comprender que no somos nuestra mente y que los pensamientos no siempre significan lo que creemos.
Una de las claves más importantes para vivir una vida sin estrés es centrarnos realmente en el aquí y ahora. No pensar, vivir en este instante, en este momento. Reconocer que el presente es el único momento que existe, ha existido y existirá en tu vida. En concreto: libérese del estrés, viva el ahora.
“Es fundamental entender que nuestra vida cotidiana es una oportunidad para celebrar, no para sufrir. No buscamos la riqueza en poseer, sino que la descubrimos en ser y en expresarla al compartir esa vida real y natural. Al rechazar la proyección de expectativas futuras quiméricas que, al no ser alcanzadas, nos provocan una tensión constante, podríamos erradicar completamente el estrés”.
Antonio Jorge Larruy