A principios de marzo, un tribunal ruso confirmó la pena de tres años y medio de prisión contra Alexéi Navalny dictada en 2014 por fraude comercial a la compañía Yves Rocher Vostok. Tendrá que cumplir dos años y ocho meses en una colonia penal
Un tribunal de Moscú condenó al activista de la oposición y crítico del Kremlin Aleksei Navalny a dos años y ocho meses de prisión, en medio de una ola de represión brutal de protestas pacíficas en la que, solo el 31 de enero, detuvieron a 5.021 personas. El Tribunal de Distrito de Simonovsky aceptó la solicitud presentada por el Servicio Penitenciario Federal de sustituir la condena condicional de Aleksei Navalny por otra de prisión que cumplirá en una colonia penal.
Aleksei Navalny es un conocido político, activista anticorrupción y una de las personas más críticas con las autoridades rusas. En agosto de 2020 lo envenenaron y estuvo hospitalizado en estado de coma. Gracias a su familia y una enérgica campaña internacional, lo trasladaron a Alemania, donde logró recuperarse.
Cinco meses después, el pasado 17 de enero, regresó a Moscú. Lo detuvieron en el mismo aeropuerto en una operación de seguridad propia de películas de espionaje. Fueron desplegados cientos de policías, que arrestaron y expulsaron a los simpatizantes que esperaban allí al activista, a una temperatura de -20 °C. La detención de Navalny desató una ola de protestas en Rusia que ha llevado a la detención de miles de personas en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades. Es tal la cantidad de gente detenida en las últimas semanas, que en los centros de detención de Moscú ya no hay sitio y se recluye a manifestantes pacíficos en centros de deportación.
Además de violencia y represión, la respuesta de las autoridades rusas ha llegado en forma de condena: el 2 de febrero, Aleksei Navalny era condenado a pasar dos años y ocho meses en una colonia penal rusa, una cárcel en la que los presos están también obligados a trabajar. Aleksei Navalny, como otras muchas per sonas en Rusia, ha sido atacado de manera arbitraria, y ahora privado de libertad, por su activismo político pacífico, sus críticas al gobierno y por el ejercicio de su derecho a la libertad de expresión. Debe ser puesto en libertad de manera inmediata e incondicional.
El Tribunal de Estrasburgo insta a Rusia a liberar a Navalny, petición que para Moscú es infundada, ilegítima y contradice sus leyes
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha pedido a las autoridades rusas la liberación inmediata del líder opositor, algo que Moscú ha afirmado que contradice la legislación y no se puede cumplir.
El TEDH ha subrayado que en su decisión «ha tenido en cuenta la naturaleza y el alcance del riesgo para la vida del demandante que, a priori, queda demostrado» y que en el futuro estudio de la demanda, se analizará ese riesgo de forma detallada.
El ministro de Justicia de Rusia, Konstantín Chuichenko, ha señalado que la «exigencia» del TEDH es «algo sin precedentes» y que es una «reclamación infundada e ilegítima». La petición del TEDH no se puede cumplir, añade, porque contradice la legislación de su país y ha subrayado que en la demanda no cita “ninguna prueba, ni ninguna norma que permitirían al tribunal tomar la decisión” de liberar a Navalny.
“La exigencia sobre la liberación de Navalny del TEDH es algo sin precedentes por muchas razones. Primero, es una clara y burda injerencia en el funcionamiento del sistema judicial de un país soberano y, segundo, es una reclamación infundada e ilegítima”, ha indicado Chuichenko.
Tratar de eliminar cualquier crítica se ha convertido para el Kremlin en una guerra contra los derechos humanos de la población de Rusia, reprimiendo las peticiones de libertad y cambio de quienes protestan. Se trata de un intento desesperado de silenciar las críticas, y debe cesar. Aleksei Navalny, sus colaboradores y todas las personas detenidas por expresarse pacíficamente deben ser puestos en libertad inmediatamente.
“En su venganza contra Aleksei Navalny y sus seguidores, las autoridades rusas han destruido cualquier rastro que quedaba de justicia y respeto a los derechos humanos. La condena por motivos políticos de Aleksei Navalny muestra el verdadero rostro de las autoridades rusas, cuya intención parece ser encerrar a cualquier persona que se atreva a denunciar sus abusos y la represión de los derechos humanos”, declaró Natalya Zviagina, directora de la Oficina de Amnistía Internacional en Moscú.
Decenas de ciudades han organizado protestas en apoyo de Navalny, que se han saldado con más de 11.000 personas detenidas
“Incluso después de años de documentar violaciones de derechos humanos y abusos perpetrados por las autoridades rusas, esta última ola de represión destaca por su crueldad y enorme envergadura. Hay ahora en Rusia más personas detenidas que celdas carcelarias, lo que hace que personas que lo único que han hecho es asistir a manifestaciones pacíficas estén recluidas en régimen de incomunicación en autobuses policiales llenos, sin saneamiento adecuado y a pesar de todos los riesgos que comporta la pandemia de COVID-19. La sentencia de hoy es la indicación más reciente de que las autoridades rusas están fuera de control en su desesperación por silenciar a quienes las critican”.
Entre los miles de manifestantes pacíficos detenidos el 31 de enero figuraba un miembro del personal de Amnistía Internacional que había asistido a una manifestación a título personal. Tras ser detenida por “interrumpir el tráfico rodado”, esta persona pasó la noche recluida en una comisaría de policía. Durante tres horas, no pudo informar a su familia de su para dero; tras lograr hacer una breve llamada a un pariente, le confiscaron el teléfono. Durante el tiempo que estuvo detenida en la comisaría, no tuvo acceso a representación letrada.
En el simulacro de “juicio” celebrado al día siguiente, el juez se negó a ver el vídeo de la presunta infracción y a interrogar a los agentes de policía o a los testigos sobre la falta denunciada. El miembro del personal de Amnistía fue condenado a diez días de “detención administrativa”. Como muchas otras personas detenidas, pasó una noche en un autobús policial y la mañana del 2 de febrero fue trasladada a un centro de deportación de Sakharovo (a 70 kilómetros del centro de la ciudad de Moscú) que se está utilizando para recluir a manifestantes ante la falta de espacio en las prisiones. Las personas encerradas en el autobús no tuvieron acceso a comida, agua ni saneamiento adecuados.
“Ni siquiera el jefe de la comisaría de policía donde estuvo detenida inicialmente esta persona nos dijo a dónde la habían trasladado. Con tanta gente detenida en lugares desconocidos, estamos ante la perspectiva de una desaparición forzada masiva”, concluyó Natalya Zviagina.
VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y ABUSOS
“Amnistía Internacional considera que las condiciones de reclusión de las personas detenidas durante las protestas abrumadoramente pacíficas equivalen a tortura y otros malos tratos. Pedimos a la comunidad internacional, incluidos los procedimientos especiales de la ONU, y a los gobiernos nacionales que respondan inmediatamente a estas violaciones masivas de derechos humanos y exijan responsabilidades a las autoridades. Aleksei Navalny, las personas asociadas a él y todas las que protestaron pacíficamente antes, durante y después de las manifestaciones del 23 y el 31 de enero, son presos y presas de conciencia y deben ser puestos en libertad inmediata e incondicional”.
“Incluso después de años de documentar violaciones de derechos humanos y abusos perpetrados por las autoridades rusas, esta última ola de represión destaca por su crueldad y enorme envergadura. Hay ahora en Rusia más personas detenidas que celdas carcelarias, lo que hace que personas que lo único que han hecho es asistir a manifestaciones pacíficas estén recluidas en régimen de incomunicación en autobuses policiales llenos, sin saneamiento adecuado y a pesar de todos los riesgos que comporta la pandemia de COVID-19. La sentencia es la indicación más reciente de que las autoridades rusas están fuera de control en su desesperación por silenciar a quienes las critican”.
Carlos de las Heras, portavoz de Amnistía Internacional en España, denuncia que la estrategia del Kremlin es silenciar a la oposición.
¿Por qué encarcelar al líder opositor puede traerle más problemas al presidente ruso Vladimir Putin?
Con la detención, y posterior condena de Aleksei Navalny, las autoridades rusas han destruido cualquier rastro que quedaba de justicia y respeto a los derechos humanos. La condena, basada en motivos políticos, muestra el verdadero rostro de las autoridades rusas, cuya intención parece ser encerrar a cualquier persona que se atreva a denunciar sus abusos y la represión de los derechos humanos. En relación a posibles problemas para el presidente Putin, hemos visto cómo la sociedad civil rusa ha salido a la calle masivamente en defensa de Navalny, y cómo la respuesta de las autoridades ha llegado en forma de detenciones y uso excesivo de la fuerza.
¿Es posible amordazar a todos los disidentes?
Parece ser la estrategia de las autoridades rusas. Silenciar cualquier tipo de oposición. No es una táctica nueva. En noviembre del año pasado se presentó al Parlamento ruso un proyecto de ley en virtud del cual se calificará de «agentes extranjeros» a las personas que reciban fondos del exterior, se les prohibirá trabajar en la administración pública o desempeñar cargos en un gobierno municipal y se las obligará a poner en sus cartas a las autoridades y en otros materiales la indicación de «agente extranjero».
Este proyecto de ley es indicativo de una nueva caza de brujas contra los grupos de la sociedad civil y los defensores y defensoras de los derechos humanos que luchan por la justicia y la dignidad. Pone de manifiesto la idea de las autoridades rusas de que los actores de la sociedad civil son destructivos «agentes de Occidente» dispuestos a desestabilizar el gobierno, en vez de aliados claves para afrontar las dificultades e intentar generar cambios positivos.
La represión brutal conmociona al mundo. ¿Por qué convertir a un líder político en un mártir de la revolución social?
En las últimas semanas, detuvieron a más de 8.000 personas, muchas de ellas en condiciones de reclusión que constituyen tortura y malos tratos. Las autoridades rusas son implacables en sus represalias contra personas que se manifiestan pacíficamente, y lo que hemos presenciado estos días no hace más que confirmarlo. La policía, ignorando su obligación de garantizar el derecho de reunión pacífica, golpeó indiscriminadamente y arrestó de manera arbitraria a las personas que protestaban, muchas de ellas jóvenes. Si Navalny se va a convertir en un martir o un abanderado de la revolución social rusa lo veremos con el tiempo, pero desde luego, no parece la mejor idea. Aunque, teniendo en cuenta la respuesta de las autoridades rusas, no parece que sea algo que tengan muy en consideración.
Nuevamente, en este escenario surge la teoría de la conspiración: agente de Occidente para socavar Rusia.
Como he dicho antes, no es la primera vez que Rusia habla de los «agentes de Occidente». Ya en 2021 entró en vigor la ley de «agentes extranjeros». Desde entonces, cientos de organizaciones han visto cómo se reduce su financiación, se empaña su reputación y se intimida o persigue judicialmente a su personal. La ley se ha aplicado de manera arbitraria contra organizaciones de la sociedad civil rusa y contra defensores y defensoras de los derechos humanos y activistas de la esfera política, incluidas voces especialmente críticas con las autoridades, como la Fundación Anticorrupción de Aleksey Navalny
La coyuntura económica y las denuncias de corrupción enardecen al pueblo ¿Qué hace la comunicad internacional? ¿Es suficiente?
La comunidad internacional ha expresado su gran preocupación por la situación de Navalny. Estados Unidos y la Unión Europea han criticado la detención de Navalny, pero nada de esto, incluida la visita del alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, a Rusia, ha aliviado la represión policial. En España, la propia ministra de Exteriores, Arancha González Laya, ha recordado cómo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya se pronunció sobre el caso y ha pedido su liberación.
Rusia vuelve a mostrar su lado oscuro: envenenamientos, extrañas muertes, bulos…
En los últimos años Rusia se ha calificado como un país en donde existen serias preocupaciones de derechos humanos. Estos continúan deteriorándose, con la restricción sistemática del derecho a la libertad de expresión, de asociación y de reunión pacífica, tanto en la ley como en la práctica. Quienes intentan ejercer este derecho en Rusia se exponen a sufrir represalias en forma de hostigamiento y malos tratos policiales, detención arbitraria, fuertes multas y, en algunos casos, procesamiento y cárcel.
Además, 21 años después de la llegada de Putin al poder, el aumento de las tensiones políticas y el descontento social, agravados por la inestabilidad general de las condiciones de vida y la creciente desconfianza popular en el partido gobernante, Rusia Unida, han colocado al país en una complicada situación: la corrupción endémica, la preocupación por el medio ambiente, una planificación urbana desacertada y cada vez más deteriorada y el empeoramiento de la situación de los derechos humanos han desatado protestas en todo el país, un país en el que expresarse libremente te puede llevar a prisión.
¿Se hace fuerte Rusia Unida ante las elecciones de otoño descabezando a la oposición?
No es trabajo de Amnistía Internacional aventurar si Rusia se hace fuerte con estos intentos por silenciar a la oposición. Desde luego, esa parece ser la técnica de las autoridades rusas: silenciar cualquier intento de oposición.
La presión en Europa para que se impongan sanciones ha aumentado desde que Moscú expulsó a diplomáticos alemanes, polacos y suecos
¿Se le compara ya con los disidentes de la era soviética como Andrei Sakharov, quien fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz?
Amnistía Internacional no valora si Aleksei Navalny debe compararse con disidentes como Sakharov. Lo privan de su libertad por su activismo político pacífico y el ejercicio de su libertad de expresión, por lo que deben ponerlo en libertad inmediata e incondicional. La organización reitera su llamamiento a las autoridades rusas para que abran una investigación penal sobre el envenenamiento de Navalny y garanticen que todas las personas responsables estén a la disposición de la justicia en procedimientos justos. Las autoridades rusas deben terminar la campaña de intimidación y persecución política contra quienes las critican, incluido personal y simpatizantes de la Fundación Anticorrupción de Navalny.
Amnistía Internacional ha dejado de considerar preso de conciencia a Alexéi Navalny por unas polémicas declaraciones realizadas por el líder opositor ruso en el pasado, aunque continúa exigiendo su puesta en libertad inmediata.
Algunas de las afirmaciones del político ruso y activista anticorrupción, «de las que él no se ha retractado públicamente, rozan la apología del odio», comportamiento que contradice la definición de un «preso de conciencia», según AI. No obstante, la ONG subraya que esta decisión no influye en la determinación de la organización para «continuar luchando por la liberación inmediata» de Navalny, a quien persiguen por «motivos políticos».
Las declaraciones son de hace más de una década. El representante de AI en Europa del Este y Asia Central, Alexander Artemiev, precisó que se trata de unas declaraciones realizadas por Navalny en la década de los 2000, sin dar más detalles. «Amnistía Internacional adoptó la decisión interna de dejar de referirse a Alexéi Navalny como un preso de conciencia en relación con unos comentarios que hizo en el pasado», ha declarado la ONG. AI había declarado a Navalny «preso de conciencia» tras su detención en Rusia el pasado 17 de enero tras el regreso de Alemania, donde se recuperaba de un envenenamiento.
«Alexéi Navalny no ha cometido ningún delito. Está encarcelado únicamente por sus investigaciones y campañas pacíficas contra la corrupción, su activismo político y sus críticas al gobierno de Putin», ha señalado Amnistía Internacional.
El hoy líder opositor ruso fue excluido en 2007 del partido liberal Yábloko por «actividades nacionalistas» y «daños a la imagen del partido», en alusión a sus críticas de la inmigración y la participación en las ultranacionalistas Marchas Rusas.
El líder de ‘Yábloko’, Grigori Yavlinski, publicó un artículo a principios de febrero en el que acusó a Navalny de «populismo» y «nacionalismo». Según el dirigente de ‘Yábloko’, partido en el que Navalny militó entre 2000 y 2007, «la Rusia democrática, el respeto a los derechos humanos, la libertad y la vida sin miedo y represiones son incompatibles con la política» del líder opositor.
Lea también en Cambio16.com: