Capturar animales y mantenerlos en cautiverio solo para nuestra diversión. Lo hemos estado haciendo durante siglos. Zoológicos, circos, parques, reservaciones, campamentos. Los nombres son muchos pero, en el fondo, la realidad es la misma. Separados de su entorno, confinados en espacios reducidos, obligados a «actuar» para nosotros. Cada vez más voces se han unido para exigir que se libere a estos animales. Cambio16 es una de esas voces.
Muchas de estas instalaciones son pequeñas y aisladas. Sobran las denuncias sobre el maltrato que dan a los animales. Por otro lado, algunas instituciones bien administradas justifican su existencia por tres razones claras: educación, investigación y conservación.
La educación
Según este argumento, revelar al público las maravillas de la vida silvestre de nuestro planeta e investigar la biología de estos animales para ayudarlos a regresar a la naturaleza proporciona a los zoológicos una razón válida para existir.
La tesis es que los zoológicos educan a los visitantes, particularmente a los más jóvenes, sobre las maravillas de la vida silvestre del planeta. Pero muchos activistas están en desacuerdo.
Aseguran que la gente obtiene más de un documental televisivo sobre la naturaleza de lo que jamás obtendrá al ver animales en zoológicos. En cautiverio, un elefante o una jirafa está fuera de su entorno natural y probablemente en una agrupación social antinatural. Según esta apreciación, la televisión o Internet son recursos mucho mejores para comprender a los animales que un zoológico.
Además, cuando se supedita la existencia de los animales a las necesidades de los humanos: expuestos en jaulas, cumpliendo rutinas, confinados en determinados espacios, se les hace un enorme daño adicional.
Pero algunos naturalistas no está de acuerdo. Sostienen que los documentales no se pueden comparar con ver la realidad. Argumentan que solo la vista de una criatura en la carne puede darnos una verdadera comprensión de su naturaleza.
La conservación
Conservar a ciertos animales en cautiverio, fuera de su hábitat puede salvarlos de la extinción. Tal es el caso del oryx árabe, que fue cazado hasta su extinción en la naturaleza en 1972, pero luego fue reintroducido, originalmente con animales del parque safari de San Diego, en Omán. Desde entonces, han tenido lugar más reintroducciones en Arabia Saudita e Israel y se estima que ahora hay más de 1.000 oryx árabes en estado salvaje.
Aun así, los naturalistas que defienden el valor educativo o conservacionista de los zoológicos hacen algunas distinciones. Advierten que a algunos animales les va mejor que a otros en estas instalaciones. Los acuarios modernos, por ejemplo, son particularmente exitosos. Han logrado recrear entonos complejos en los que se pueden ver comunidades enteras de diferentes especies de peces viviendo juntas.
Por el contrario, los osos polares, las grandes aves rapaces y los grandes mamíferos cazadores como los leones no son adecuados para ser mantenidos en zoológicos. Hay un consenso generalizado entre los especialistas de la vida salvaje en que no debería tener leones en los zoológicos, a menos que estén en peligro de extinción en la naturaleza, lo que, por supuesto, ahora se está convirtiendo en una realidad.
El rescate de Kavaan
Un ejemplo de las terribles condiciones a las que son sometidos muchos animales en cautiverio es el de Kaavan. Es el único elefante asiático de Pakistán. a estado confinado en el zoológico Marghazar, de Islamabad, durante más de tres décadas.
Los activistas por los derechos de los animales han destacado durante mucho tiempo el maltrato que ha recibido el elefante. En 2015 comenzaron una campaña para rescatarlo del zoológico. Esta cruzada fue respaldada por la estrella del pop Cher. En mayo de 2020, el Tribunal Superior de Islamabad falló a favor de trasladar Kavaan desde Islamabad a un santuario adecuado.
La reubicación se llevará a cabo con la ayuda de Four Paws International, una organización austriaca de bienestar animal que ha apoyado el rescate de más de 30 animales de zoológico en Pakistán.
El caso de Kavaan, que se acerca a un final feliz, es un recordatorio de la lucha por liberar a elefantes que aún permanecen en cautiverio. Un estudio financiado por el gobierno del Reino Unido, encontró que el 75% de los elefantes en los zoológicos tenían sobrepeso y solo el 16% podía caminar con normalidad. Menos del 20% estaban totalmente libres de problemas en las patas.
Condiciones inadecuadas
Se trata de un problema que afecta principalmente a animales de gran tamaño. Los zoológicos y otras instalaciones no pueden proporcionar la cantidad de espacio que los animales tienen en la naturaleza. Este es particularmente el caso de aquellas especies que deambulan distancias más grandes en su hábitat natural. Los tigres y los leones tienen alrededor de 18.000 veces menos espacio en los zoológicos que en la naturaleza. Los osos polares tienen un millón de veces menos espacio.
Los elefantes africanos en la naturaleza viven más de tres veces más que los que se mantienen en los zoológicos. Incluso los elefantes asiáticos que trabajan en campamentos madereros viven más que los nacidos en zoológicos.
El 40% de los cachorros de león en cautiverio mueren antes del mes de edad. En la naturaleza, se cree que solo el 30% de los cachorros mueren antes de los seis meses de edad y al menos un tercio de esas muertes se deben a factores que están ausentes en los zoológicos, como la depredación.
Deben entretener a los humanos
Circos, parques de atracciones e incluso algunos zoológicos entrenan animales para realizar trucos. Esta situación los enfrenta a mayores riesgos de recibir tratos crueles.
Por ejemplo, algunos entrenamientos de elefantes se realizan con aguijones eléctricos. La orcas, los delfines y otros mamíferos marinos son sometidos a arduas y maratónicas sesiones de entrenamiento. Además, deben repetir sus rutinas en espectáculos con públicos hasta una docena de veces al día.
Lo cierto es que los seres humanos estamos obligados a reconocer que los animales salvajes tienen un valor intrínseco. Se debe respetar su naturaleza. La educación, el aprendizaje y su conservación no pueden ser la excusa para obligarlos a vivir en condiciones deplorables.
Un mundo sin animales en cautiverio requiere de una nueva humanidad, más consciente del valor de otras especies, respetuosa de sus derechos y comprometida con una armónica convivencia de todas las criaturas que compartimos este hogar que llamamos Tierra.
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