Visiblemente contento se mostró Joe Biden ante los periodistas, tras la aprobación del paquete de gasto en infraestructura de Estados Unidos, por 1 billón de dólares. “Por fin, una semana de la infraestructura”, dijo el presidente. “Me hace tan feliz decirlo así: semana de la infraestructura”.
Es una plataforma de inversión histórica que Biden compara, por su magnitud, con la construcción del sistema interestatal de rutas en el siglo pasado o el ferrocarril transcontinental en el XIX. Indicó que es un “plan de trabajo para la reconstrucción de Estados Unidos”.
Ese proyecto de Ley de Infraestructura ha sido promocionado como un esfuerzo legislativo para abandonar el petróleo y otros combustibles fósiles a largo plazo. Pero, paradójicamente, el precio del petróleo ha aumentado a raíz de la tan esperada y discutida aprobación de la ley.
Ante esta respuesta del mercado, la secretaria de Energía, Jennifer Granholm adelantó que, “en lo inmediato, el presidente no quiere que la gente se vea perjudicada en los surtidores. Tampoco en el aceite para la calefacción de los hogares. Y por eso pide un aumento de la oferta en este momento”. Además agregó que la OPEP controla la gran mayoría del suministro mundial de petróleo, y comentó que Biden “quiere ver un aumento del suministro por parte de todos”.
A pocas horas de la aprobación del proyecto se produjeron varias reacciones. Louise Dickson, analista senior de mercados petroleros de Rystad comentó que “este proyecto de ley de infraestructura de Estados Unidos grita optimismo para el petróleo».
Dineros para la infraestructura en tiempos de Biden
El paquete de gasto en infraestructura por $ 1 billón está ideado por Biden y su equipo, para estimular la recuperación económica en el país. Por lo que se espera, aumentará la demanda de petróleo. Es más, el plan prevé dar un gran empuje a la construcción de carreteras, que requiere una gran cantidad de asfalto a base de petróleo.
Incluso antes de que el proyecto de ley fuera simplificado para apaciguar a los republicanos, era mucho más favorable al petróleo y al gas de lo que la mayoría de los titulares le harían creer, señala OilPrice.
De hecho, muchos grupos ambientalistas han sido escépticos del proyecto de Ley de Infraestructura de Biden por inclinarse ante la industria de los combustibles fósiles. Y a la vez, permitir que se eliminen las disposiciones más progresistas para mitigar el calentamiento global para que el texto legislativo sea atractivo para un Congreso bipartidista.
Los escépticos han descrito disposiciones como la financiación para la compensación de emisiones de carbono, ampliamente considerada como una táctica clásica de lavado verde. Como «en la lista de deseos de la industria petrolera» y los grupos climáticos las han visto como «un regalo para las empresas petroleras».
Biden camina por una línea muy fina entre impulsar una agenda amigable con el clima y evitar que el sector del petróleo y el gas se derrumbe y se lleve la economía de EE UU con él. “Incluso cuando Biden impulsa la energía limpia, busca más producción de petróleo”, proclamó la semana pasada un artículo de The New York Times.
A medida las cadenas de suministro globales han luchado por mantenerse al día con la demanda de energía, a pesar de los altos precios, la creciente ansiedad por la inflación se ha desatado.
Altos precios de la gasolina e inflación
Los precios minoristas de la gasolina han aumentado alrededor de 50% para alcanzar niveles más altos que los de la pre-pandemia. Esta escalada deja a Biden con pocas opciones para regular la inflación. Reducir las exportaciones de petróleo corre el riesgo de enojar a importantes aliados. La OPEP + se ha negado a ceder en los límites de producción a pesar de las imploraciones de la Casa Blanca, y el presidente es reacio a aprovechar las reservas de emergencia.
Todo esto ha dado lugar a un gran respaldo a los índices de referencia y los futuros del petróleo. Este impulso se debe a una pérdida significativa la semana pasada, luego de una reunión de la OPEP + que resultó en que el poderoso grupo declinara para impulsar la producción de petróleo.
Esa clara señal de que la OPEP + no iba a cambiar su enfoque de los mercados petroleros alimentó algunos temores. Entre ellos, que los productores estadounidenses abrieran los grifos, sin embargo esos temores hasta ahora han demostrado ser infundados.
Si bien el petróleo ha recibido un impulso a corto plazo por parte de la gestión de Biden, el futuro de los combustibles fósiles aún es incierto. Todo esto tiene lugar en el contexto de la conferencia climática COP26. Allí se han reunido los líderes mundiales para las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático.
Está claro que es completamente irreal que el mundo deje de consumir combustibles fósiles de la noche a la mañana. El deseo, particularmente dentro de las naciones desarrolladas, es reducir la dependencia. La transición global a la energía verde ha comenzado, y una parte clave de ese imperativo que conoce Biden, es invertir mucho en la habilitación de la infraestructura.
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