Pandemia de la COVID-19, elecciones presidenciales en Estados Unidos, cambio climático, protestas, incendios, desastres naturales. Todo está ocurriendo al mismo tiempo y todos los destalles están disponibles en las noticias las 24 horas del día, al alcance del móvil o de la tableta.
“Me despierto varias vees por noche presa del pánico y tomo el teléfono para ver lo último”, dice Kay Bolden de Shorewood en una entrevista para The Washington Post. Dormir, en un momento como este en el que tantas cosas están ocurriendo al mismo tiempo, puede ser parecer una locura. Bolden admite saber que no puede vivir así, constantemente revisando las noticias sin parar, pero no sabe cómo detenerse.
El crecimiento del ecosistema de noticias
El ecosistema de medios de comunicación ha evolucionado para hacerle frente a una situación como esta, en la que tantas cosas están ocurriendo de forma simultánea. Ha sido así desde el nacimiento de las noticias por cable con CNN.
Lisa Napoli, autora de Up All Night: Ted Turner, CNN y el nacimiento de las noticias de 24 horas, asegura que su concepto era básicamente “entrenemos a nuestras cámaras en lo que está sucediendo y dejemos que se desarrolle para que el espectador nunca quiera apagarlo”.
Napoli mantiene que incluso si Reese Schonfeld, el primer presidente de CNN, no hubiese podido imaginar un momento como este, se preparó para ello cuando construyó la red. “Imaginó noticias en desarrollo cautivando a los espectadores como un drama en vivo”, afirma.
Lo preocupante, quizás, es que se habla de un drama en vivo pero no de un final de ese drama. Con el avance de la pandemia, los desastres naturales y los contratiempos políticos pareciera que cada desarrollo es más increíble que el anterior y no hay indicios de que haya un cierre.
El consumo de noticias se incrementó de forma drástica cuando empezó la pandemia, en marzo. En ese momento varios medios informativos informaron sobre el registro de picos en el tráfico web. Desde entonces, el número de lectores se ha ido estabilizando, aunque en muchos sitios sigue siendo superior al periodo anterior a la pandemia. Frente a este escenario algunos expertos afirman que el ciclo de noticias se ha salido de control .
La exposición a las malas noticias y sus efectos
Roxane Cohen Silver, profesora de ciencia psicológica, medicina y salud pública en la Universidad de California, en Irvine, tiene su veredicto. “El mensaje claro de la investigación de los últimos 20 años es que no hay ningún beneficio psicológico por la exposición repetida a malas noticias”.
Silver realizó un estudio en el que participaron más de 4.000 personas durante un periodo de noticias intenso; desde el atentado con bomba en el maratón de Boston (2013), hasta el tiroteo en el club nocturno Pulse (2016), en Orlando. Descubrió que la exposición a los medios de comunicación relacionada con el trauma alimenta un ciclo que crea más angustia. Un círculo vicioso de preocupaciones.
“Una de las formas en que las personas responden a sus ansiedades acerca de una crisis en particular es monitorear los medios sobre esa crisis”, explica. Sin embargo, esto solo sirve para incrementar la angustia, que a su vez genera más preocupación y conduce al consumo de medios.
Es una situación muy parecida a temerle a las arañas pero hacer una búsqueda exhaustiva en cada habitación para encontrarlas. Roxane Cohen Silver reitera que es un círculo del cual es difícil escapar.
La profesora de la Universidad de California tampoco aboga por la censura o por ignorarlo todo. Apunta a que el consumo de noticias sea una decisión mucho más consciente.
¿Cómo consumir menos malas noticias?
Hay quienes han decidido disminuir el consumo de noticias. Han eliminado aplicaciones, han puesto sus teléfonos en “modo avión” e incluso hay quienes simplemente han decidido comprarse otro celular, menos moderno, que no permita la constante revisión de herramientas noticiosas.
Karen Ho, reportera de finanzas y economía de Quartz, se ha convertido en la “Doomscrolling Reminder Lady” en Twitter. Allí publica consejos cobre cómo las personas pueden relajarse y también les recuerda dejar el teléfono por las noches y descansar.
“No vale la pena revisar lo que hay en Twitter antes de irse a la cama. Es malo para la ansiedad y la depresión. Les recuerdo a las personas que vale la pena hacer cosas que las hagan felices”, dice Ho.
Ho entiende que la mayoría de las distracciones normales se han quedado suspendidas por la pandemia. Conciertos, noches de cine, fiestas, reuniones. Ahora nos parece que los tiempos de crisis están presentes todos los días, un hecho que aumenta la angustia. Todo en medio de lo demás: pérdida de empleo, cargas de trabajo demasiado pesadas, el cuidado de los niños y el resto de la vida.
Es un ciclo complejo, algo parecido a una montaña rusa de la que, al final, cada quien debe decidir cuándo bajar.
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