Protagonizado por Pepe Viyuela, el clásico abre temporada en Madrid y estará de gira por toda España. Escrita en el siglo XVII, Tartufo (1664) es una de las obras mayores de la literatura dramática universal y la referencia teatral sobre la falsa devoción y la hipocresía. Adaptada y dirigida por Ernesto Caballero sobre la traducción de José Marchena, abre temporada en el Teatro Reina Victoria de Madrid a partir del 1 de septiembre. Estará de gira por toda España en los próximos meses.
Se trata de la primera producción de Lantia Escénica (Grupo Focus). A Viyuela lo acompañan en escena Paco Déniz, Silvia Espigado, Germán Torres, María Rivera, Estíbaliz Racionero, Javier Mira y Jorge Machín.
Cinco años tuvo que esperar Molière para que su Tartufo pudiera representarse libremente. Tras una primera y única puesta en escena en 1664, la obra fue prohibida hasta 1669. En el ínterin Molière hubo de escribir distintas versiones de la comedia para eludir así censuras e incluso amenazas de muerte en la hoguera.
El propio Molière insistía en que el tema de la sátira era “la crítica de los falsos devotos, de los hipócritas que se presentan bajo la apariencia de personas con fuertes valores cristianos y que esconden otros intereses”
Los más altos personajes del reino, instituciones religiosas y dramaturgos se movilizaron para acallar su denuncia sobre los hipócritas. Tartufo o El impostor atacaba ciertos grupos de poder que no permitieron quedar en evidencia y presionaron sobre el joven rey Luis XIV en un momento apasionante de intrigas palaciegas y feroz lucha ideológica y religiosa.
El clásico teatral continúa siendo una comedia de indudable vigencia, ya que satiriza sobre la impostura y la mentira en la sociedad actual. La intención de la obra es, según el propio autor, «la crítica de los falsos devotos, de los hipócritas que se presentan bajo la apariencia de personas con fuertes valores cristianos y que esconden otros intereses».
En palabras de Ernesto Caballero, Tartufo es, en efecto, todo impostura: una gran mentira. La fascinación que ejerce un personaje carente de escrúpulos es la misma que hoy nos procuran tantos expertos estrategas, comunicadores y publicistas de toda índole que invaden nuestra privacidad recurriendo sistemáticamente al engaño y a la adulación con nuestra perezosa aquiescencia.
El buen burgués Orgón ha caído bajo la influencia de Tartufo, un falso devoto, que busca quedarse con todos sus bienes. El impostor exagera la devoción y llega a convertirse en el director espiritual de Orgón. Además, pretende casarse con la hija de su benefactor, al tiempo que trata de seducir a la segunda esposa de este, Elmira, mucho más joven que su marido.
Una vez desenmascarado, tratará de aprovecharse de unas donaciones firmadas que Orgón le ha transmitido para intentar echar al dueño de su propia casa. Recurre, incluso, ante el rey, pero este hace que Tartufo sea detenido al descubrir que el beatucón no es más que un estafador.
«Tartufo es un arquetipo, sí. Y por eso es tan interesante volver a él, volver a interpretarlo. Hay tantos Tartufos como actores lo vayan a encarnar y como directores lo vayan a montar. Existe un molde, pero se ‘amolda’ al actor. Ernesto Caballero combina muy bien lo clásico y lo contemporáneo»
Pepe Viyuela
«Acaso todos nos estemos convirtiendo en Orgones cediendo gustosos la soberanía de nuestro propio criterio y discernimiento –reflexiona Caballero sobre la vigencia del Tartufo–. ¿Estamos, en estos días de aislamiento e incertidumbre, tan irremisiblemente atartufados, tan ávidos de directores espirituales rebosantes de salvíficas proclamas, que, como Orgón, entregamos encantados nuestro patrimonio material y espiritual a cualquier farsante convincente? ¿No habremos ya incorporado y aceptado como inevitable el método Tartuffe para sobrevivir en esta fase desbocada y descabezada del sistema económico y social? En cualquier caso, Tartufo es hoy ese narcótico vendaval de espectáculo que nos arrebata hasta decantarnos por lo verosímil, antes que por lo veraz por las reconfortantes, y, nunca mejor dichas, mentiras piadosas a la inevitable y, en ocasiones, incómoda realidad. Si todo es espectáculo, entonces nada duele».
Ernesto Caballero de las Heras (Madrid, España, 1958) es un dramaturgo, director de escena, profesor y gestor de compañía teatral español. Heredero directo de la primera generación de autores y directores de la Transición española, su trayectoria profesional se caracteriza por sumar a su principal faceta la de director y escritor, un profundo dominio de todos los oficios que constituyen el hecho teatral. Merecedor de varios premios y elogiado por la crítica, tanto profesional como del público, fue elegido director del Centro Dramático Nacional (teatro nacional de España) en octubre de 2011.
El equipo artístico-técnico capitaneado por Ernesto Caballero (Adaptación y Dirección), está compuesto por Beatriz San Juan (Escenografía), Paco Ariza (Diseño de Iluminación), Paloma de Alba (Vesturario), Karina Garantivá (Asesoría de Movimiento), Luis Miguel Cobo (Espacio Sonoro), Nanda Abella (Ayudante de Dirección), Maite Pijuán (Dirección de Producción), Álvaro de Blas (Producción Ejecutiva) y Ana López-Rúa (Ayudante de Producción).