Por Benito Guerrero | Foto: Ekko von Schwichow
28/03/2016
La escritora colombiana Laura Restrepo publica Pecado (Ed.: Alfaguara) una serie de ocho relatos que narran la relación de ocho personajes con el mal. La vanidad, el asesinato o el incesto son los «pecados» en los que se ven atrapados los protagonistas y que los llevan a actuar de maneras muy diferentes. Algunas de estas historias están basadas en hechos reales en los que Restrepo actúa como única espectadora, quedando al margen de la trama y dejando que los personajes actúen. Su obra suma con ésta doce novelas.
El jardín de las delicias de El Bosco le ha servido de inspiración para conducir la novela, ¿por qué decide elegir esta obra?
Este es el gran cuadro que representa la gesta del pecado original. Para mal o para bien, buena parte de la humanidad ha vivido bajo la égida de esa historia: el melodrama del pecado original. Algo hicimos mal y nos ganamos un castigo de todos los demonios. De alguna manera, este cuadro cuenta qué fue lo que pasó. Es un cuadro muy visionario porque uno de algún modo se siente representado ahí, en ese drama que se empieza a desenvolver y va hacia la tragedia. Se siente algo sobrecogedor como un aquí me están diciendo algo sobre el destino de la humanidad.
Me interesaba mucho que fuese un libro sobre el mal, en el que los personajes se relacionan con él. Con el cuadro me pasa que, mucho más que dar respuestas, lo que hace es crear un montón de interrogantes. ¿Qué fue lo que hicieron? ¿Por qué estuvo mal comerse esa fruta? ¿El placer y el pecado venían siendo lo mismo?
Arcángel, el adolescente asesino; Luis B. Campocé, el ejecutivo adúltero; Emma, la descuartizadora; una pareja incestuosa; un verdugo apodado La Viuda; las Susanas, tres hermanas indiferentes o vanidosas; y el Siríaco, profeta soberbio. Ocho historias muy distintas con ocho comportamientos ante el mal muy diferentes, ¿qué aporta esta estructura?
Esa era mi idea, no caer en patrones mío mentales. Para esto ha sido muy importante hablar con la gente y que ellos me contaran su experiencia. Por ejemplo, la historia del incesto me la explicaron paso a paso. Realmente yo no lo hubiera podido contar así, porque normalmente es un tema en el que se cae en la historia de un adolescente víctima, sin embargo Ana (la protagonista) decide cuando entra y cuando sale de esa relación incestuosa.
En su opinión, después de más de 300 páginas dedicada al pecado, ¿de qué peca el mundo actual?
Yo creo que peca de perplejidad. Estamos ante una ética religiosa que se desploma y con una tabla con diez mandamientos que cae en desuso. Al mismo tiempo parece como si aún no se hubiese construido una ética civil que nos diga cómo comportarnos los unos con los otros. El imán que tiene el cuadro de El Bosco es un poco eso, te inspira perplejidad, mucho más que respuestas.
Estamos contemplando la crisis de los refugiados, ese sufrimiento masivo tan intenso, y no sabemos qué hacer o cómo comportarnos como sociedad. No soy una persona religiosa, ni recibí una formación religiosa, quizás por eso puedo mirar hacia ese mundo de la religión sin ningún tipo de prejuicio. Pero no olvidemos que en los diez mandamientos se decía “amar al prójimo como a uno mismo”, y eso ahora se olvidó. Pero, ¿cómo establecemos un marco que nos permita de alguna manera manejarnos frente a la naturaleza, frente a los animales, a los seres humanos y frente a nosotros mismos?
Tratando un tema como éste a través de ejemplos, el libro puede convertirse en un examen de conciencia de uno mismo. ¿No le parece?
Estamos acostumbrados a que no se necesita una guía moral y el libro plantea eso. Cada protagonista tiene que erigir su propio patrón moral porque se ve llevado a una situación extrema y cada uno lo construye como mejor puede. Evidentemente cada uno de estos protagonistas tiene que elegir su propio patrón moral porque se ve llevado a una situación extrema.
La violencia es un tema que está muy presente en el libro, ¿hay alguna denuncia que quiera hacer a través de esta novela?
No, ha sido un modo de hacer que los protagonistas actuaran. De algún modo yo, como autora, quise situarme al margen de las historias. Diversas circunstancias de la vida los llevan a atravesar esa zona turbia que es el mal. ¿Cómo te defiendes ante estas situaciones? ¿Cómo elaboras un patrón moral interno que no tenga nada que ver con un patrón general? En el libro se ve la historia de un verdugo, que es un oficio atroz, pero también vemos como él mismo se elabora una especial de patrón de cortesía frente a sus víctimas, que para nada está presente en la sociedad.
Después de la lectura, ¿con qué mensaje le gustaría que se quedasen los lectores?
Me encantaría que se animaran a hacer el recorrido por la zona turbia del mal. En el libro aparecen pecados que han sido considerados como tales durante toda la historia y que tal vez no deberían tomarse de este modo. También aparecen otros más serios como el orgullo o la indiferencia que no estaban en la lista tradicional y que ahora están muy presentes. Me gustaría que sacasen sus propias conclusiones. Si alguien puede indultar a los protagonistas, ese es el lector. Ponerse en los zapatos de esta gente, a la que la vida los llevó a lidiar con el mal.
Entonces, ¿el mal existe o no?
Es obvio que existe, digamos que el mal nos arropa. Hay ocasiones en las que caemos en el pensamiento de que algo está mal como por ejemplo el trato de unos seres humanos con otros, el trato con la naturaleza, el trato con los animales. Es por esto que el cuadro de El Bosco que termina con esa zona negra parece algo premonitorio. La palabra pecado es una palabra de bolero, ya no tiene sentido, es totalmente anacrónica. El mal está ahí y acecha. Quizá la literatura de seres vampíricos y de seres endemoniados, tan de moda últimamente, sea una vía de la literatura para ponerle nombre al mal.
A lo largo de su trayectoria literaria, la línea que separa el periodismo de la literatura es muy fina. ¿Por qué mezclar novela y periodismo?
Me parece muy arbitrario el hecho de dividir los géneros y todavía más arbitrario que uno tenga más prestigio que otro. Es un libro de ficción pero de alguna manera algunos de los protagonistas están basados en la historia de gente con la que yo hablé y alguno de esas historias son entrevistas que yo en algún momento hice. Yo quise conservar de alguna forma ese modelo de preguntas y respuestas más propias del periodismo. Intento conservar ese patrón de entrevista.