Las repercusiones de la crisis sanitaria por la pandemia de la COVID-19 serán mucho peor en Latinoamérica que en el resto del mundo. Solo a nivel económico, el Fondo Monetario Internacional informó esta semana que la región no se recuperará hasta 2023. En el resto de los sectores es similar. Es entonces cuando surge una oportunidad única para que América Latina y el Caribe alinee la acción climática con los otros objetivos para su desarrollo.
La pandemia ha dejado más de medio millón de muertes en toda la región latinoamericana. Además de una contracción económica estimada del 7,4% en 2020. El virus no ha cesado y en algunas regiones van por la segunda ola de contagios. Sin embargo, los Gobiernos ya comenzaron a tomar medidas para recuperar la economía de su país.
Hasta el momento ningún mandatario de Latinoamérica ha hecho público considerar el cambio climático. Sin embargo, es clave que este año lo hagan ya que, a pesar de que la pandemia parece ser el tema más preocupante, el cambio climático no se ha detenido. Sus impactos no solo siguen creciendo de manera acelerada, sino que las consecuencias son más severas y se están produciendo de forma más temprana que lo estimado por los científicos.
La región del mundo con más inequidad
Solo en un año, 4,8 millones de latinoamericanos pasaron a vivir en extrema pobreza debido a la crisis sanitaria actual. Si la recuperación económica pospandemia no busca hacer resilientes a los países frente al cambio climático, para finales de esta década se sumarán otros cinco millones de pobres en la región, según un informe presentado por el Centro Global de Adaptación y la Presidencia pro tempore de México de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
En la región hay cerca de 230 millones de pobres, de los cuales casi 90 millones viven en pobreza extrema. La falta de inversión social, la debilidad de los sistemas de salud y la gran tasa de informalidad laboral hicieron que los efectos de la pandemia hayan sido mucho más severos en la región.
Latinoamérica pierde en promedio 11 mil millones de dólares anuales por causa de desastres naturales asociados al clima. Además, nueve de los 20 países con mayor merma en su PIB debido al cambio climático a nivel mundial son de la región. El Banco Mundial estima que, para mediados de siglo, la región tendrá cerca de 20 millones de migrantes climáticos internos.
Asegurar un desarrollo sostenible
Ante esta problemática, Latinoamérica necesita adoptar un nuevo enfoque, uno transformador. Es la única forma eficiente de asegurar un desarrollo sostenible e inclusivo, generar los trabajos necesarios y abordar las desigualdades existentes que la pandemia ha puesto de relieve tan profundamente.
Con este nuevo enfoque para una recuperación sostenible se deben mejorar los sistemas de salud, educación, vivienda y sociales, y así mitigar los peores efectos del clima y los impactos pandémicos. Para ello se debe contar con una infraestructura de servicios básicos preparada para el futuro, como la energía, el agua y el transporte, para proporcionar servicios económicos de bajo impacto a las poblaciones y minimizar la presión sobre el medio ambiente.
El potencial de las soluciones basadas en la naturaleza debe aprovecharse mejor para ayudar a reducir simultáneamente las emisiones y ayudar a frenar los impactos climáticos. En algunos casos, por ejemplo, es necesario restaurar manglares para mitigar las inundaciones costeras.
LAC posee el 40% de la biodiversidad mundial
América Latina y el Caribe es la superpotencia mundial de la biodiversidad debido a que posee alrededor del 40% de la biodiversidad mundial. Para que este tipo de recuperación se materialice es necesario que haya un cambio en los sistemas financieros, que actualmente carecen de una consideración seria de la planificación y el presupuesto sostenibles. Un cambio fundamental en la economía podría revertir la pérdida de biodiversidad, proteger y mejorar la prosperidad. Además de prevenir el colapso climático.
Recientemente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó su Plan de Acción de Cambio Climático 2021-25. Un documento que habla de las tensiones inherentes entre recuperarse de la emergencia de salud y tomar medidas sobre el cambio climático. En la investigación se analiza el progreso que la organización ha logrado desde 2016 para respaldar la necesidad de la región de financiamiento para el desarrollo con bajas emisiones de carbono y su plan para aumentar la ambición climática de forma continua.
El informe también tiene un fuerte enfoque en alinearse con los objetivos establecidos por el Acuerdo de París, ratificado en el mismo año. Para ello, el BID debe asegurarse de que sus operaciones ayuden a los gobiernos en la planificación sostenible, las políticas y la transición de los sistemas fiscales para aliar las economías de crecimiento con la acción climática.
Un proceso a largo plazo
Si bien muchos países y organizaciones deben considerar la recuperación como un proceso de desarrollo, hay que tener en cuenta que es un proceso lento y con resultados lejanos. El documento se centra particularmente en los próximos cinco años pero también considera lo que se necesita para que la región logre con seguridad los objetivos de París de construir cero emisiones netas y economías resilientes para 2050.
Este enfoque a largo plazo es esencial para América Latina y el Caribe asegurar una transición justa a cero emisiones netas. Además de evitar quedar atrapado en vías de desarrollo intensivas en carbono, que inevitablemente resultarían en más riesgos financieros en el futuro.
La esperanza de que Latinoamérica se concentre en el cambio climático no es en vano. En diciembre del año pasado en la Cumbre de Ambición Climática, países como Jamaica y Chile anunciaron reducciones de emisiones para 2030. También establecieron metas para lograr cero emisiones netas para mediados de siglo.
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