Por Idrissa Diakité | Efe
21/11/2015
Un grupo presuntamente yihadista tomó el viernes a 170 rehenes en un lujoso hotel de Bamako, y la operación de rescate lanzada siete horas más tarde se saldó con 27 muertos, entre empleados y clientes del hotel, además de los 13 asaltantes, todos abatidos por los agentes, según las cifras de la misión de la ONU.
El asalto al hotel Blu Radisson fue reivindicado por dos grupos yihadistas activos en el Sahel, Al Murabitun (dirigido por el histórico Mojtar Belmojtar) y Al Qaeda en el Magreb Islámico, que afirmaron haber actuado conjuntamente en una llamada a la agencia mauritana Al Ajbar, generalmente bien conectada con los grupos yihadistas de la zona.
Según los datos que se van conociendo, los trece asaltantes robaron por la mañana un vehículo diplomático estadounidense de marca Toyota, con el cual se presentaron en el hotel y pudieron así acceder a sus instalaciones, generalmente concurridas por diplomáticos, hombres de negocios o militares extranjeros.
Fuentes policiales dijeron que entraron en el hotel a gritos de «Alahu Akbar» (Dios es grande) y declararon que todos los presentes estaban secuestrados, entre clientes, trabajadores y guardias del hotel, de diversas nacionalidades, como pakistaníes, indios, senegaleses, marfileños, turcos, canadienses o alemanes, entre otros.
La policía acordonó la zona cercana al hotel, que era sobrevolada por helicópteros de la misión de la ONU en Mali (Minusma) y del Ejército maliense, mientras alrededor del cordón se congregaron cientos de personas que aplaudieron al ver llegar a los militares de las fuerzas especiales para liberar a los rehenes.
Los militares malienses han sido ayudados en la operación por fuerzas especiales de la Gendarmería francesa enviadas desde París (40 miembros), además de militares estadounidenses presentes en Mali y soldados del contingente nigeriano de la Minusma.
Siete largas horas
El asalto al hotel comenzó por la tarde, siete horas después de la llegada de los secuestradores, y durante horas se pudo oír un intenso tiroteo dentro del hotel, que aparentemente fue en el que perdieron la vida 27 rehenes (varios de ellos occidentales, pero no se conocen sus nacionalidades) y los trece asaltantes.
Testigos presenciales dijeron a Efe que entre estos asaltantes había dos con tez oscura que hablaban en inglés y árabe, lo que significa que no eran malienses y que habían llegado de fuera del país, sin que pueda precisarse su nacionalidad.
Los rehenes que pudieron ser evacuados tras la operación de asalto fueron conducidos en ambulancias de la ONU a un pabellón de deportes cercano para recibir los primeros auxilios; algunos de ellos abandonaban el hotel ensangrentados, según pudo comprobar Efe.
Uno de los rehenes que quedó con vida y fuera de peligro es un español cuya identidad se desconoce, según informaron a Efe fuentes policiales.
Los cuerpos de los muertos han sido retirados del hotel y llevados a un lugar desconocido, mientras que la Policía Científica trabaja para identificarlos.
El presidente del país, Ibrahim Bubacar Keita, que se encontraba de visita en Yamena, tuvo que interrumpir su viaje y regresar de inmediato a Bamako. Antes de subir al avión declaró que la situación era «preocupante, pero no desesperada», y enfatizó que ningún país está a salvo de la amenaza terrorista.
Solo este año los yihadistas han perpetrado tres ataques similares en establecimientos de ocio frecuentados por occidentales.
El primero fue en marzo, cuando un restaurante de Bamako fue atacado por enmascarados con granadas y metralletas, con un saldo de cinco muertos; siguió luego la toma de un hotel en Mopti (norte del país), donde hubo siete muertos, dos de ellos terroristas, tras una larguísima jornada de casi 24 horas.
Aquellos dos atentados fueron reivindicados por dos grupos yihadistas, al igual que el de hoy, lo que demuestra que Mali sigue siendo un país muy vulnerable a la actividad de estos comandos que se cree que se esconden en las zonas del norte del país, sin bases fijas, y que se aprovechan de la porosidad de las fronteras vecinas.
En el comunicado, los autores que reivindicaron el ataque dijeron actuar para «exigir el fin de las agresiones contra las poblaciones del norte y centro de Mali y la liberación de los detenidos en las prisiones malienses».