El chocolate ha sido una fuente de inspiración de escritores y cineastas. Ha trascendido su papel culinario y se ha convertido en un símbolo que evoca pasión y misterio. Ya sea como elemento central de la trama o como metáfora de deseos y anhelos, ha dejado su huella en la literatura y el séptimo arte.
No es casualidad que el chocolate se utilice como hilo conductor. Los creadores lo usan como elemento narrativo atractivo gracias al poder simbólico y emocional que tiene en la cultura. Su rica historia, presencia y versatilidad permiten que funcione como metáfora de deseo, placer, tentación y transformación. Además, puede representar riqueza, exotismo o sensualidad, lo que lo hace ideal para explorar temas complejos y profundos.
Uno de los primeros usos del chocolate en el cine fue en la película de 1915 The Cheat, en la que una mujer usa una barra de chocolate para sobornar a un hombre. Desde entonces, el chocolate ha aparecido en muchas películas famosas. En el largometraje de 1939 El Mago de Oz, el personaje de Dorothy, interpretado por Judy Garland, recibe una barra de chocolate de una bruja mala. Como es un símbolo de amor y amistad, Dorothy lo usa para consolar a sus amigos cuando están tristes.
A punto de ebullición
En Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, cada capítulo está marcado por una receta de cocina, siendo el chocolate un elemento recurrente que no solo nutre el cuerpo sino también el alma y las relaciones entre los personajes. Actúa como un catalizador de deseos y sentimientos reprimidos. La novela fue publicada en 1989 y llevada al cine en 1992 por el director Alfonso Arau. La obra explora la relación entre la comida, las emociones y la expresión personal. Sus personajes exponen las muchas caras que adopta la maldad, el egoísmo, la soledad y cómo se superan haciéndoles frente en una historia impregnada de realismo mágico.
Es una obra que combina el amor, la pasión y el chocolate. La trama gira en torno a una joven apasionada por la cocina que transmite sus emociones a través de los platillos que prepara, incluidos deliciosos manjares de chocolate. La protagonista de la novela es Tita. Al principio el personaje está condenado a aceptar su destino, que es cuidar a su madre por siempre para no romper la tradición. Pero tiene un punto de inflexión que revoluciona todo su mundo y el de su familia. Es como una metáfora de la Revolución mexicana en la que se ambienta la obra.
Cada escena está impregnada de la sensualidad y la intensidad que solo el chocolate puede evocar, creando una experiencia sensorial para el espectador. Esta película es un homenaje al poder transformador del chocolate y su capacidad para unir a las personas a través de sus sabores y aromas.
RECETA DE TORTA DE BODA SOMNÍFERA
(Como agua para chocolate)
Ingredientes:
Para el pastel:
- 3 tazas de harina
- 2 tazas de azúcar
- 1 taza de mantequilla
- 1 taza de leche
- 4 huevos
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 cucharadita de polvo de hornear
Para el relleno somnífero:
- 1 taza de leche
- 1 taza de crema
- 2 cucharadas de extracto de valeriana (como sustituto del somnífero en una versión segura)
- 200 g de chocolate negro
Instrucciones:
Precalentar el horno a 180 °C. Batir la mantequilla con el azúcar hasta obtener una mezcla suave. Agregar los huevos uno por uno. Incorporar la harina, la leche, la esencia de vainilla y el polvo de hornear. Mezclar hasta obtener una masa homogénea. Hornear en moldes para pastel durante 25-30 minutos o hasta que al insertar un palillo, este salga limpio.
Preparar el relleno:
Calentar la leche y la crema en una cacerola hasta que hierva. Retirar del fuego. Agregar el chocolate negro troceado y mezclar hasta obtener una crema suave. Incorporar el extracto de valeriana.
Armar el Pastel:
Cortar los pasteles horneados en capas. Rellenar cada capa con la crema somnífera. Ensamblar el pastel y cubrir con una fina capa de crema somnífera. Este pastel especial refleja el acto final de Tita en la historia, fusionando ingredientes extraordinarios con emociones desbordantes.
Romanticismo y magia
La cinta de Lasse Hallström del año 2000 Chocolat está basada en la novela homónima de Joanne Harrist. Es una película que nos transporta a un pequeño pueblo francés donde el chocolate se convierte en el catalizador de cambios profundos en la comunidad. Cuenta la historia de una madre soltera que abre una chocolatería y cómo su presencia y sus dulces creaciones elaboradas principalmente con chocolate despiertan los sentidos y las pasiones de los habitantes.
Vianne Rocher (personificada por Juliette Binoche ) se da a la tarea de hacer una especie de psicoanálisis para recetar el chocolate correcto a sus clientes. Sus pociones más que una receta son un conjuro que viene de civilizaciones milenarias. Además, ayuda a desafiar las normas sociales y la rigidez moral de la comunidad. El chocolate se convierte en un símbolo de cambio y liberación. Ofrece un contraste dulce a las vidas a menudo amargas de los personajes.
Esta película nos muestra el poder transformador del chocolate, no solo como un manjar delicioso, sino como un símbolo de indulgencia, libertad y placer. A través de sus exquisitas imágenes y su cautivadora historia, Chocolat nos invita a reflexionar sobre la importancia de seguir nuestros deseos y de atrevernos a romper con la rutina para descubrir la verdadera felicidad, un mensaje que se ve reflejado en cada trozo de chocolate que se disfruta en la pantalla.
El poder de la golosina
Otra película notable es Charlie y la fábrica de chocolate, dirigida por Tim Burton y basada en el libro de Roald Dahl, que lleva al chocolate a un plano fantástico. Nos presenta una fábrica donde la imaginación y la innovación en la creación de dulces son ilimitadas. El chocolate es el sueño de la infancia hecho realidad, un lugar de maravillas y posibilidades infinitas.
La película trata de la vida de Charlie Bucket, un niño pobre cuyo destino cambia cuando gracias a un concurso conoce al excéntrico dueños de una fábrica de chocolate cercana a su casa que se llama Willy Wonka. Los personajes tienen una fuerte carga de valores o antivalores. Charlie, el protagonista personificado por Freddie Highmore, representa la bondad; su familia, la unión y la fraternidad; Willy Wonka (Johnny Depp), la seguridad en uno mismo y la perseverancia en la persecución de un sueño, y el abuelo, la ilusión y la esperanza.
Luego están los antivalores dibujados en el resto de personajes, niños insolentes y consentidos, acostumbrados a obtener lo que quieren sin esfuerzo. Veruca Salt, la insolencia y la ira;, Violet Beauregarde, la lujuria; Mike Tevé, la pereza (y la mala influencia de la televisión en las mentes infantiles) y Augustus Gloop, la gula.
Charlie es el único que no se deja levar por estas emociones. Los realizadores tratan de que el espectador entienda que no hay que dejarse llevar por el egoísmo, la competitividad o la ambición. El chocolate en esta obra se convierte en el vehículo que permite a Charlie descubrir la magia y la generosidad ocultas dentro de la fábrica, desafiando sus propias creencias y transformando su destino de una manera inesperada.
Tolerancia y diversidad
Fresa y chocolate es una película que, aunque no gira explícitamente en torno al chocolate, comparte la intención de las obras mencionadas de explorar la lucha entre opuestos y la importancia de la acción frente a la indiferencia. Ambientada en La Habana de finales de los años 70, la película narra la amistad entre David, un joven comunista, y Diego, un artista homosexual crítico con el régimen.
A través de su relación, la película aborda temas de homofobia, religión, arte y libertad de expresión. La obra muestra cómo la amistad y el amor pueden superar la intolerancia hacia la orientación sexual y la ideología política. En «Fresa y Chocolate», la historia de una improbable amistad entre un joven revolucionario y un bohemio homosexual en la Cuba post-revolucionaria se convierte en un campo de batalla donde la intolerancia y la represión enfrentan a la libertad y la diversidad. Desafía a a que seamos más conscientes de nuestro papel en el mundo y a no permitir que la apatía y la inacción nos conviertan en cómplices de la maldad y la injusticia.
Fue ampliamente aclamada y recibió numerosos premios, incluida una nominación al Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera en 1995. Sin embargo, también despertó críticas y controversias por su representación de la Cuba post-revolucionaria y su retrato de la intolerancia y la represión en la sociedad cubana.
Se convirtió en un símbolo de resistencia y valentía artística, desafiando las convenciones establecidas y abriendo el camino para una mayor libertad de expresión y diversidad en el cine cubano e internacional. A pesar de la controversia y las críticas, la película sigue siendo un hito en la historia del cine latinoamericano.
Una verdadera guerra
A estas narrativas se suma La guerra del chocolate de Robert Cormier, una novela que destaca la lucha entre el bien y el mal en un contexto escolar. El protagonista, Jerry Renault, se atreve a desafiar el orden establecido al negarse a vender chocolatinas en una recaudación de fondos, lo que desencadena una serie de eventos que ponen a prueba su moralidad y la de sus compañeros. El adolescente de 14 años, con muchas dudas y preocupaciones propias de esa edad, se ve envuelto en un embrollo que escapa de sus manos.
La película basa la trama en algo tan sencillo como la venta de unos chocolates para destacar la corrupción de profesores (todos curas), de alumnos y la corrupción de un grupo de chicos que se autodenominan los Vigías. La obra de Cormier es un recordatorio de que, en la lucha entre el bien y el mal, la indiferencia puede ser el mayor aliado de la injusticia. La historia nos enseña que cuando los buenos no actúan, los malos prevalecen. El tono relativamente desanimado de La guerra del chocolate, combinado con la prosa económica de Cormier y su recuerdo hiperespecífico de la crueldad adolescente, estaba dirigido a lectores jóvenes que se habían vuelto escépticos ante los adultos que dirigían su mundo.
La batalla fuera del libro
Como en Fresa y chocolate, el libro de Cormier fue atacado igual que su autor por ultraconservadores de la época. La guerra del chocolate se ha convertido en uno de los libros más cuestionados del país. Pero la batalla más tensa en torno a la novela tal vez se libró en la ciudad de Panamá, Florida, a mediados de los años 1980. Fue entonces cuando un intento de prohibirlo dividió a la ciudad, hubo incendios provocados y amenazas de muerte contra profesores de secundaria.
A principios de 1986, los profesores de inglés de la escuela secundaria Mowat protestaron por la prohibición en toda la escuela de un número selecto de novelas, incluida La guerra del chocolate. Los profesores de Mowat sufrieron todo tipo de acoso debido a su posición. Los bromistas llamaron en medio de la noche, calificándolos de lesbianas y brujas. Los padres los arengaban en las reuniones comunitarias. Incluso algunos de sus colegas se volvieron contra ellos.
Varios intentos de prohibir el libro señalaron el “negativismo” de la novela, su “vulgaridad generalizada” y su descripción de una “actividad sexual poco saludable”. La guerra del chocolate no fue fácil de vender: varios editores rechazaron el libro, citando su violencia, lenguaje y mensaje pesimista. Pero los adolescentes de la década de 1970 ansiaban historias que reflejaran su angustia y ansiedad, y novelas como The Outsiders, de Hinton, y ¿Are You There God?, de Judy Blume; Soy yo, Margaret, se habían convertido en éxitos heredados.
Tanto en Fresa y chocolate como en La guerra del chocolate se revela la misma verdad incómoda sobre la naturaleza humana: la pasividad y la indiferencia de los buenos pueden ser cómplices silenciosos que allanan el camino para que los malos triunfen.