En Turquía, en las redes sociales y en las plataformas digitales es muy popular el mensaje de que los genes turcos son inmunes al virus de la COVID-19. También circula la idea de que tomar alcohol puro cura el nuevo virus.
Las noticias falsas y la desinformación han sido otro lado oscuro de la pandemia. Lamentablemente son más populares en las redes sociales y en las plataformas digitales que la información que aporta la OMS, médico, especialistas y científicos.
También está la otra cara de la moneda. Cuando la información oficial pretende resaltar el poder y la supremacía del Estado o esconder las fallas o injusticias cometidas por sus funcionarios. Por ejemplo, el control de las autoridades chinas sobre toda la información relativa a la pandemia no ayudó a contener la propagación del virus-
La organización Reporteros sin Fronteras descubrió que si no hubiese sido por el control impuesto por las autoridades del Partido Comunista, los medios chinos hubiesen informado mucho antes sobre la gravedad de la epidemia y se habrían salvado vidas y evitado el malestar económico que se anuncia por la caída de la producción y de los empleos.
Noticias falsas y desinformación
Noticias falsas, bulos y desinformación son el tema central de un informe especial lanzado por EEAS (Servicio Europeo de Acción Interior), el cual detalla que la vorágine de noticias falsas e información errada llevaron a los gigantes tecnológicos a replantear sus políticas.
Facebook, por ejemplo, sacó de circulación todos los contenidos en contra de las precauciones que se deben tomar para no propagar o contagiarse la enfermedad. Sin embargo, otras plataformas digitales han seguido monetizando la divulgación de contenido erróneo.
Contenido erróneo no es solo ofrecer recetas mágicas para no contagiarse del coronavirus, sino muchas que tienen un fin político específico. El informe, en particular, evalúa el especial interés de las fake news en promover ideas que vayan en detrimento de la imagen de la Unión Europea. El reporte destaca cuatro mensajes que circulan por las redes sociales y las plataformas digitales que muestran este especial interés por desprestigiar el bloque de países..
El primer mensaje se refiere a la intención de imponer la idea de que la UE no puede lidiar con la pandemia y está al borde del colapso. Detrás del mensaje ha sido identificada una red de fuentes pro-Kremlin en la que participan algunos Estados, redes y fuentes pertenecientes a la UE, los socios del Este, Medio Oriente, los Balcanes occidentales y países africanos.
Los otros dos mensajes contra la Unión Europea venden una matriz contra los principios de solidaridad de la UE. Se presenta como egoísta y traidora sus propios valores. Para darle fuerza al mensaje, en Ucrania se combina la idea de que la UE está a punto del colapso con el rumor de que Ucrania ha sido abandonada por sus aliados europeos. Otro mensaje que se repite es que la Unión Europea se vale de la crisis para avanzar sobre sus propios intereses.
China y Rusia, «fuertes y solventes»
Frente a la imagen de una Unión Europea que se desmorona, China y Rusia son presentados como actores fuertes y solventes que han sabido lidiar exitosamente con la crisis. Numerosos vídeos circulan a través de Instagram muestran personas en Italia que cambian la bandera azul de la UE por la bandera tricolor de Rusia.
Asimismo, los medios y redes sociales chinos controlados por el Estado promueven a China como un modelo superior para vencer la crisis sanitaria que el modelo de integración, democrático y de libertades del bloque europeo. La propaganda china magnifica la gratitud del mundo con el gigante asiático por la ayuda que brinda para abordar la pandemia.
Libertad de expresión
Las noticias falsas y la desinformación no son los únicos síntomas de que en la pandemia se vale todo. La libertad de expresión también se ve coartada en algunos países. En Turquía, 316 usuarios que compartieron su miedo por la propagar de la COVID-19 a través de las redes sociales enfrentan cargos en los tribunales por incitar al odio.
El Kremlin ordenó dejar fuera de las plataformas en Internet las «noticias falsas» sobre la COVID-19. En Egipto, un corresponsal de The Guardian fue expulsado del país por informar sobre un estudio que señalaba que las cifras oficiales eran imprecisas. En China, el Gobierno controla toda la información que se refiera a la pandemia.
El informe advierte que la desinformación y la información errada pueden tener graves consecuencias para la salud pública mundial. La demostración es la noticia que llegó de Irán, donde cientos de personas murieron por ingerir metanol. Un bulo que circulaba en las redes sociales y de boca en boca que afirmaba que tomado ese alcohol evitaba el contagio de la COVID-19.
Sin embargo, lo que resulta aún más descorazonador e impactante es que a pesar de los graves daños causados, y hasta muertes, grandes plataformas digitales y compañías de redes sociales sigan monetizando noticias falsas y propaganda.
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