El periodismo se enfrenta en Ucrania con un enemigo conocido, pero reforzado con armas poderosas. A medida que las fuerzas rusas invadieron ese país hace dos años, desataron una guerra de desinformación para desacreditar al líder de Ucrania Volodymyr Zelensky y socavar el apoyo de Occidente.
El Kremlin fue tejiendo una compleja red de desinformación. La cara más destacada de la red es Mohamed al-Alawi. Se le conoció en YouTube. Se identificó como “periodista de investigación” y soltó una primicia: «La suegra del presidente de Ucrania había comprado una mansión cerca de la de Angelina Jolie en El Gouna, una ciudad turística en el Mar Rojo. Ucrania y el propietario de la villa la negaron. Tampoco era periodista.
La historia no desapareció por un tiempo de la web y cuatro meses después colgaron otros dos videos. Informaba que Mohamed al-Alawi había sido asesinado a golpes en Hurghada, una ciudad a 20 millas al sur de El Gouna, por agentes del servicio secreto de Ucrania. También era falso, pero le dieron nueva vida a la antigua mentira. Inmediatamente se multiplicaron publicaciones de noticias que llegaron a millones de usuarios de Internet en el mundo. Fue tan viral que hasta miembros del Congreso de Estados Unidos se hicieron eco en pleno debate sobre la asistencia militar a Ucrania.
Todo esta campaña muestra las habilidades rusas para cambiar tácticas y objetivos a medida que la guerra en Ucrania avanza. Igual que en el campo de batalla, las fuerzas rusas han ajustado tácticas y estrategia después de numerosas pérdidas. Aparecen nuevas narrativas mediante vídeos o grabaciones falsos, intervenidos o alterados, siempre con nuevos puntos para la desinformación. Algunos hasta camuflados como provenientes de centros de noticias estadounidenses.
Habilidosos para la mentira
Microsoft reveló que Rusia alteró mensajes grabados por actores famosos y celebridades en la aplicación Cameo para presentar a Zelensky como un drogadicto. Son informaciones que, pese a ser falsas, resultan difíciles de borrar por completo. La relación de Rusia con estos mensajes no solo lo evidencia el contenido de menosprecio a Ucrania, sino también por las redes sociales cómplices. Existen medios de comunicación y cuentas de redes sociales que han participado en campañas anteriores del Kremlin.
El Instituto para el Diálogo Estratégico estudió otras tres narrativas complejas sobre Ucrania. Una era sobre un periodista francés que afirmó que el hijo de George Soros, víctima regular de ataques políticos rusos, había adquirido secretamente tierras para un vertedero de desechos tóxicos en Ucrania. Otra se refería a una afirmación de un médico no identificado en África sobre la organización benéfica médica estadounidense Global Surgical and Medical Support Group. Denunciaba falsamente que estaba cosechando los órganos de soldados ucranianos heridos para trasplantarlos a oficiales de la OTAN.
La tercera mostraba el caso de un hombre que se hacía llamar Shahzad Nasir, cuyo perfil en X lo identifica como periodista de Emirates 24/7, un medio de comunicación en inglés en Dubai. En noviembre, afirmó que gente cercana a Zelensky compró 2 yates por 75 millones de dólares. Su evidencia, como la de Mohamed al-Alawi, incluía fotografías de los buques y supuestos acuerdos de compra. Las tres narrativas eran falsas.
Combate con las mismas armas
El conflicto entre Ucrania y Rusia ha resultado ser uno de los más digitales de la historia. La guerra no solo se libra en el terreno real, sino en el virtual. Los ataque rusos son rechazados por un contingente de analistas de datos, ingenieros y periodistas ucranianos que trabajan desde refugios antibombas contra la desinformación y las noticias falsas que despliega Moscú.
El frente digital de la guerra en Ucrania labora bajo tierra con conexiones directas a Internet o wifi en algunas ocasiones. Son parte de un esfuerzo de investigadores de código abierto, analistas y periodistas para estudiar la desinformación rusa, desacreditar afirmaciones falsas y documentar violaciones. Aseguran que aunque la narrativa inicial de “desnazificar” a Ucrania y prevenir genocidios ha cambiado y diversificado a lo largo del conflicto, la propaganda se ha mantenido de manera constante.
Como investigadores secretos
El grupo se vale de imágenes satelitales y sombras, así como de letreros de calles y placas de automóviles para verificar eventos. Esto ha ayudado a dejar al descubierto mentiras y desacreditar que Ucrania está llena de neonazis. Básicamente la propaganda rusa se combate en las redes sociales, plataformas de mensajería como Telegram, sitios de noticias y televisión.
Afirman que inicialmente el foco de la propaganda era justificar la invasión. Crearon historias sobre desnazificación y liberación, programas nucleares y hasta laboratorios secretos en lso que ucranianos aliados con estadounidenses fabricaban «mosquitos de combate» y armas biológicas. Sin embargo, después de la invasión la la retórica cambió y ahora admiten abiertamente que están luchando contra Ucrania y los ucranianos.
Para este grupo de especialistas informáticos la lucha contra la propaganda tiene una relevancia adicional porque exponer la desinformación y documentar violaciones de guerra es una forma de contribuir para ganar la guerra. Ven su trabajo como una forma de recopilar pruebas que podrían usarse para enjuiciar a las personas que usaron los medios como un arma poderosa en la guerra.
Siempre tendemos a filtrar la información que nos llega. Nos quedamos con aquella parte que refuerce nuestras creencias previas y descartamos la que nos desafía. Esto se conoce como sesgo confirmatorio. También, tendemos a buscar argumentos y conclusiones que concuerden con nuestras creencias, en vez de buscar argumentos que las contradicen. Esto se denomina razonamiento motivado.
Las noticias falsas no son algo nuevo, pero en los últimos tiempos han cobrado fuerza gracias a las redes sociales que actúan como amplificadores y multiplican el impacto de una noticia falsa hasta viralizarla. También se ve favorecida por la propia naturaleza de los algoritmos que regulan la difusión de información en estas plataformas.
Los bots no son solo rusos
Como nuestros valores y convicciones son fuertemente influidos por los grupos a los que pertenecemos, las noticias falsas se difunden aprovechando el eco de las redes sociales que refuerzan la identidad de nuestro grupo frente al resto. Con el camino libre, las noticias falsas llegan a mas personas que las verdaderas, según mostró un estudio publicado en 2018 en Science. Además de llegar a más personas, también lo hacen en menos tiempo, sin importar la temática aunque las noticias falsas siempre presentan historias que apelan a las emociones y se presentan de manera más impactantes que las verdaderas.
El contenido generado automáticamente por bots sociales son la pareja perfecta de las noticias falsas. Un estudio dirigido por el Pew Research Center de Estados Unidos analizó tuits que contenían enlaces a sitios web muy populares y calculó que más de dos tercios de estos fueron escritos por bots. También se ha identificado que los bots también funcionan como fuentes de difusión de información de baja calidad. Amplifican las noticias falsas antes de que se viralicen, dirigiéndose a los usuarios con más seguidores y motivándolos a difundir estos contenidos.
Los bots confunden a los usuarios simulando el comportamiento humano, demostrando ser eficientes en la difusión de propaganda o mensajes electorales en distintos países. Los usos habituales son la promoción artificial de hashtags, los likes a contenidos publicitados o el incremento de seguidores. Otros contextos destacados donde se utilizan son las campañas de desinformación sobre salud pública, la difusión de rumores y teorías conspirativas, el reclutamiento y propaganda terrorista o la manipulación de mercados financieros, o como en la guerra en Ucrania para desacreditar y buscar respaldo para su intención belicista.