Científicos franceses llevan algunos años investigando el impacto de las nanopartículas de dióxido de titanio en el organismo. Su ingreso, trayecto y secuelas. En un nuevo estudio advierten que ese compuesto químico, presente en el polémico aditivo alimentario E171, atraviesa la placenta. Y puede incluso, llegar al entorno del feto durante el embarazo.
Esta investigación «demuestra por primera vez que las mujeres embarazadas están expuestas y que hay un riesgo de que pase» al feto, dijo Eric Houdeau, coordinador del estudio. Sin embargo, no aclaró si esta presencia de nanopartículas de dióxido de titanio en la placenta supone un peligro para el bebé.
El experto forma parte de un equipo de científicos del Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (INRAE) de Francia. Y ha participado en otras pruebas con esas sustancias.
El dióxido de titanio es un aditivo alimentario insignia ampliamente utilizado en todo el mundo por sus propiedades colorantes y opacificantes en caramelos, productos de chocolate, galletas y chicles, salsas y helados Conocido como E171 en Europa. Se utiliza tanto para cosméticos y protectores solares como para pinturas y materiales de construcción.
El dióxido de titanio, polémico aditivo
Este grupo del INRAE, unido a otros laboratorios y universidades, encontró en trabajos previos la afectación del aditivo en la salud. Sus resultados alertaron sobre los riesgos asociados al consumo de E171, pudiendo pasar a la sangre en forma de nanopartículas desde el intestino. Y luego acumularse en órganos como que el hígado o el bazo.
Entonces señalaron que después de una exposición crónica, se observó un riesgo de inicio y promoción de las primeras etapas de la carcinogénesis colorrectal. Así como cambios en las respuestas inmunitarias.
Difundidos estos hallazgos en ratas (aunque no directamente transferibles a los seres humanos), Francia suspendió este 1 de enero de 2020 y por un año la puesta en el mercado de los productos alimenticios que contienen E171. Como medida de precaución debido a la ausencia de pruebas científicas sobre su inocuidad. Todavía se utiliza en pastas dentales, pantallas UV, cremas y polvos cosméticos y productos farmacéuticos.
A contravía con la directrices de la UE
Los investigadores han determinado en animales que la ingesta diaria de unos 10 miligramos de E171 por kilogramo de peso corporal modificaba el sistema inmune y desencadenaba las primeras etapas de la carcinogénesis en colon y recto. El 40% de los animales mostró el desarrollo de tumores cancerígenos. Trabajos realizados en la Universidad de Binghamton y en la Universidad Estatal de Nueva York concluyeron que las nanopartículas de dióxido de titanio podían afectar los procesos digestivos.
Los estudios van a contravía de la tesis expresada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, que calificó su uso como “seguro” y reclama pruebas científicas concluyentes para tomar decisiones drásticas. Cada vez hay más evidencias. Tantas que la Organización Europea de Consumidores ha solicitado que prohíba el E171.
La Unión Europea califica a cada aditivo con una letra E (que equivale a ‘seguro’) más un número de identificación. Según su clase, poseen diferentes cualidades: estabilizador, espesante, agentes gelificantes, agentes antiaglutinantes, agentes de recubrimiento, gases de envasado y propulsores.
Un maquillador de alimentos
El E171, dióxido de titanio, no es un conservante esencial, su efecto es principalmente ‘estético’. Mejora el aspecto del producto a los ojos del cliente, principalmente a los niños. Se utiliza sobre todo en los productos de panadería y confitería, también en salsas y lácteos, pero principalmente en los dulces. Está presente en más de 900 productos diferentes. Es fácil consumirlo en grandes proporciones y de forma regular. Se incorpora en alimentos con un alto rango de adicción.
El consumo de dióxido de titanio ha aumentado considerablemente. Entre 2005 y 2010, su producción pasó de 2.000 a 5.000 toneladas anuales. Paralelamente, también se han incrementado las tasas de demencia, enfermedades autoinmunes, metástasis del cáncer, eccema, asma y autismo, entre otras enfermedades de una lista cada vez mayor de patologías que se relacionan con la creciente exposición a las nanopartículas.
Otros estudios científicos habían demostrado en animales que las nanopartículas de dióxido de titanio (no alimenticio) atraviesan la placenta. E interrumpen, entre otras cosas, el desarrollo del feto. Pero la cuestión del paso transplacentario de nanopartículas nunca se había abordado en mujeres embarazadas. Además, ¿qué sucede en caso de exposición a E171? ¿Puede el feto humano también estar expuesto a nanopartículas transmitidas por alimentos?
E171 en la placenta de las embarazadas
A partir de estas interrogantes el INAE procedió a dar seguimiento a sus trabajos. Los investigadores recurrieron a técnicas de microscopía electrónica para determinar «la naturaleza química y el tamaño de los elementos» hallados, según reseña el instituto.
Demostraron la presencia de dióxido de titanio en estado de nanopartículas en las 22 placentas analizadas. También en la mitad de 18 muestras de meconio (heces de los recién nacidos). Este contagio puede tener otras fuentes además de los alimentos durante el embarazo. Bien por inhalación o a través de la piel, entonces los investigadores administraron E171 a siete placentas en laboratorio durante 1 hora. Vieron que las nanopartículas que contenían la fórmula, atravesaban la barrera placentaria e iban a parar al líquido que normalmente rodea al feto.
«Esto nos permite concluir que es probable que el aditivo alimentario pueda participar en el contagio. Ahora hay que poner en marcha estudios experimentales en animales, para ver si este paso del dióxido de titanio (en la placenta) puede ir acompañado, eventualmente, de un efecto tóxico para el desarrollo fetal», le declaró a la AFP, Eric Houdeau.
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