Por Cambio16
02/03/2017
Nuevos estudios señalaron que, debido a su posición en la sociedad contemporánea, las mujeres han sufrido un aumento notable en la incidencia de adicciones, en particular el abuso de alcohol y los trastornos alimentarios. Un estudio del Centro Nacional de Investigación sobre Drogas y Alcohol de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, estableció que a comienzos del siglo XX los varones bebían alcohol 2,2 veces más que las mujeres, y que a comienzos del siglo XXI, 1,1 veces. En 2015, la Encuesta Nacional sobre Uso de Sustancias en los Estados Unidos confirmó que la brecha de género se redujo, según los datos de 2002 a 2012.
Ese achicamiento drástico conlleva un problema: las características físicas de las mujeres hace que para ellas sea más difícil —y con mayores consecuencias— metabolizar el alcohol.
«Los funcionarios de salud (de Estados Unidos) observan la situación con inquietud, y algunos especialistas en adicción hacen comparaciones a otras formas de dependencia a las cuales las mujeres son más vulnerables, como las adicciones a la comida», agregó The Washington Post.
¿Por qué las mujeres tendrían más propensión a ciertos trastornos adictivos que los varones?
George Koob, director del Instituto Nacional de Abuso del Alcohol y Alcoholismo (NIAAA), dijo a la autora del artículo, Caren Lissner, que él apuntaría a «todos los factores asociados a la cultura diferente que las mujeres tienen hoy en comparación con la que tenían 100 años atrás». Al salir del hogar, ellas se encontraron en una sociedad donde «beber es parte de los negocios y los encuentros sociales», observó Koob. «Las mujeres reconocen depresión y angustia dos veces más que los hombres, y la depresión y la angustia con frecuencia son factores concomitantes a las adicciones».
En un estudio de la Universidad Memorial de Terranova, Canadá, realizado sobre 652 adultos, se descubrió que dos veces más mujeres que varones cumplían con los criterios de la Escala de Adicción a los Alimentos de Yale. Y un estudio para la actualización de la Escala Yale de 2016 halló que «el género estaba asociado de manera significativa con síntomas de adicción a los alimentos y las mujeres, en promedio, manifestaban una mayor cantidad de síntomas» que los varones.
Ashley Gearhardt fue la diseñadora principal de ese instrumento. En su opinión, las mujeres podrían ser más vulnerables a los patrones de adición a la comida por «tantas presiones» que influyen en sus vidas: «Presiones en el ámbito laboral, presiones sobre el cuidado de los niños. Las mujeres, más que los varones, están sometidas a ideales de belleza imposibles, sobre un ambiente de fondo de comida tóxica». Esto hace que con más frecuencia oscilen entre extremos: «La restricción dietaria intensa y los atracones».
Mas riesgos
El problema específico del alcohol para las mujeres radica en su fisiología: una masa corporal más pequeña hace más difícil su dispersión. «En consecuencia, el cerebro y otros órganos de una mujer quedan expuestos a más alcohol y a los subproductos tóxicos de su metabolización», advirtió el NIAAA. Entre otros peligros, el cáncer de mama, la hepatitis alcohólicas y algunos problemas coronarios afectan en mayor medida a las mujeres que consumen mucho alcohol.
Que son más, según las estadísticas de Koob, entre las jóvenes que los jóvenes. Y entre las mujeres «el uso de alcohol tiende a aumentar más rápidamente que entre los varones».
Según el director del NIAAA, «no hay que ser lo que solíamos llamar ‘un alcohólico’ para tener un problema». El abuso del alcohol tiene formas sutiles de progreso: «Es un espectro de intensidad, y no es siempre el hombre que se ve tirado en la calle. Ese hombre es con frecuencia la excepción. Los desórdenes por el uso de alcohol permeable nuestra sociedad».
Los desórdenes alimentarios, que tienen como consecuencia aumento de peso, también afectan salud de las mujeres: aumentan las probabilidades de sufrir diabetes y enfermedades coronarias.
Son también una patología social: «Hemos visto en la práctica clínica que alguien puede ir de una tienda de comestibles a otra para comprar comida para los atracones», dijo Gearhardt. «No van a un solo lugar, por el remordimiento y la vergüenza. O pueden tener un compromiso y cancelarlo para quedarse en la casa y comer en exceso».