Shamsia Hassani es afgana, joven, artista y valiente. Las paredes de Kabul, hasta ahora, rebosan su arte grafitero. Gritan el sentimiento femenino reprimido y maltratado. Pero también esperanzado y aferrado a las expresiones de superación y dignidad. Shamsia utiliza el azul en casi todos sus dibujos. Conocedora de colores y texturas, sabe que el mejor pigmento azul del mundo, el lapislázul, está resaltado en las mejores obras de arte de la humanidad y escondido en las minas de Afganistán.
Hassani muestra fascinación por el color de esa roca milenaria. Sus obras callejeras son realizadas con latas de aerosol que no pueden dar el tono tan único de ese azul. Entonces se apoya en los pinceles y juega con diversas pinturas acrílicas que lo asemejan… lo aproximan.
El lapislázul también llamado azul ultramar ha cautivado a los artistas de todas las épocas. Cennino Cennini (1370) fue un pintor gótico italiano y escritor. En uno de sus textos más reconocidos «Il Libro dell ‘Arte» revela su encantamiento por ese color. «El azul ultramar es un color ilustre, bello y más perfecto, más allá de todos los demás colores. No se puede decir nada al respecto, ni hacer nada con él, que su calidad no supere», dijo.
La historia del azul ultramar o ultramarino comenzó hace unos 6.000 años. Cuando la piedra semipreciosa y vibrante de la que estaba hecha, lapislázuli, comenzó a ser importada por los egipcios de las montañas de Afganistán, en la provincia de Badakhshan. Sin embargo, los egipcios intentaron sin éxito convertirlo en pintura y de sus mezclas solo surgía una gama de grises. Entonces lo usaron para hacer joyas y tocados.
Lapisláluz en las grandes obras de arte
Los trazos de lapislázul destacan en grandes obras de arte y la historia así lo recoge. Apareció por primera vez como pigmento en el siglo VI y se usó en pinturas budistas en Bamiyán, Afganistán. Fue rebautizado ultramar cuando el pigmento fue importado a Europa por comerciantes italianos durante los siglos XIV y XV. Su profunda calidad de azul real o “azul verdadero” hizo que fuera muy buscado entre los artistas que vivían en la Europa medieval. Sin embargo, para usarlo había que ser rico, ya que se consideraba tan valioso como el oro.
Leonardo da Vinci, Alberto Durero y Fra Angélico fueron algunos de los ilustres pintores que le dieron vida a ese explosivo color, llegando a denominar al polvo de lapislázuli como “oro azul”.
El ultramarino solía estar reservado solo para los encargos más importantes, como las túnicas azules de la Virgen María en La Virgen y el Niño de Gérard David. Supuestamente, el maestro barroco Johannes Vermeer, que pintó La joven de la Perla, amaba tanto el color que endeudó a su familia.
El lapisláluz siguió siendo extremadamente caro hasta que un químico francés inventó un ultramar sintético en 1826. Entonces fue llamado «ultramarino francés», cita la plataforma especializada My Modern Met.
El azul cobalto se remonta a los siglos VIII y IX, y luego se usó para colorear cerámica y joyería. Este fue especialmente el caso en China, donde se usó en porcelana estampada azul y blanca distintiva. Posteriormente, el químico francés Louis Jacques Thénard descubrió una versión más pura a base de alúmina en 1802, y la producción comercial comenzó en Francia en 1807. Pintores, como JMW Turner, Pierre-Auguste Renoir y Vincent Van Gogh, comenzaron a usar el nuevo pigmento como una alternativa al caro ultramar de Afganistán.
Imitando el azul ultramar
El azul es uno de los colores primarios que no puede faltar en la paleta de un pintor, pero el cautivante lapislázul, impreso en las más grandes obras de arte del mundo, ha tenido sus réplicas.
Originalmente compuesto de estannato de cobalto y magnesio, el azul cerúleo de color cielo fue perfeccionado por Andreas Höpfner en Alemania en 1805 tostando cobalto y óxidos de estaño. Sin embargo, el color no estuvo disponible como pigmento artístico hasta 1860 cuando fue vendido por Rowney and Company bajo el nombre de coeruleum. La artista Berthe Morisot usó cerúleo junto con azul ultramar y azul cobalto para pintar el abrigo azul de la mujer en A Summer’s Day, 1887.
En busca del color del cielo, el artista francés Yves Klein desarrolló una versión mate del ultramar que consideró el mejor azul de todos. Registró International Klein Blue (IKB) como marca y el tono profundo se convirtió en su firma entre 1947 y 1957. Pintó más de 200 lienzos monocromáticos, esculturas e incluso pintó modelos humanos en el color IKB para que pudieran «imprimir» sus cuerpos en lienzo.
En 2009, un nuevo tono de azul fue descubierto accidentalmente por el profesor Mas Subramanian y su entonces estudiante de posgrado Andrew E. Smith en la Universidad Estatal de Oregon. Mientras exploraba nuevos materiales para fabricar productos electrónicos, Smith descubrió que una de sus muestras se volvía azul brillante cuando se calentaba. Nombrado azul YInMn, después de su composición química de itrio, indio y manganeso, lanzaron el pigmento para uso comercial en junio de 2016.
Hay otros depósitos de lapislázul otros países del mundo, en menor cuantía y de reciente hallazgo. En Alemania, Angola, Canadá, Chile (norte), Estados Unidos (California y Colorado), Argentina (Jujuy y Salta), Birmania, Pakistán y Rusia (lago Baikal).
Lee también en Cambio16com: