A las hormigas se les conoce por ser muy sociables, organizadas y altamente laboriosas. Contribuyen en la aeración del suelo y a la incorporación de nutrientes, en la dispersión de semillas, en la descomposición de la materia orgánica, e incluso en la polinización de algunas plantas. Un estudio profundiza en la intrincada relación entre las comunidades de hormigas y los biocombustibles.
La investigación realizada en la Estación Biológica Kellogg de la Universidad Estatal de Michigan arroja luz sobre la importancia de obtener diversas especies de plantas para la producción de combustibles sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Las hormigas, omnipresentes en los pastizales y los agroecosistemas, desempeñan funciones vitales como depredadoras, dispersoras de semillas e ingenieras del suelo. Nathan Haan, profesor asistente en la Universidad de Kentucky, advierte la importancia de comprender cómo varían las comunidades de insectos, particularmente las hormigas, en los paisajes dedicados a cultivos para bioenergía.
La investigación publicada en Frontiers in Conservation Science indica que Haan y sus colaboradores examinaron diez sistemas de cultivo bioenergético. Incluidos cultivos anuales como el maíz y el maíz de retama, sistemas perennes simples como el pasto varilla y el miscanthus. Además sistemas perennes como praderas reconstruidas y rebrotes de rotación corta con álamos.
Las hormigas y los mejores cultivos para los biocombustibles
Mientras el mundo se esfuerza por encontrar formas de alimentar el futuro, los combustibles renovables, como los fabricados a partir de biomasa, son la respuesta habitual. Sin embargo, cultivar la mayor cantidad posible del mismo tipo de biomasa no es sostenible y va en detrimento del planeta y de los animales que la habitan.
Los investigadores han comparado las comunidades de hormigas con otros insectos que viven en los sistemas de cultivo y han descubierto que una mayor diversidad vegetal favorece comunidades más abundantes, diversas y funcionales. El estudio destaca la importancia de encontrar formas sostenibles de cultivar las plantas necesarias para producir un combustible más respetuoso con el medio ambiente. Se observó una mayor diversidad en los de cultivo de bioenergía perenne que incorporaban una variedad de especies de plantas.
En los ecosistemas complejos las hormigas desempeñan funciones más funcionales, como depredadoras y dispersoras de semillas, en comparación con sistemas más simples. La riqueza de especies fue mayor en los sistemas perennes diversos y menor en los simples. La composición de las hormigas también difería, y las especies más raras aparecían más en sistemas perennes con diversas plantas.
Los cultivos probados y la actuación de las comunidades de hormigas tienen diferentes ventajas y desventajas para la producción de biocombustibles. Algunos son más productivos, pero tienen poco valor de conservación; otros, menos productivos, tienen beneficios de conservación. Por ejemplo, las plantas perennes pueden ayudar a almacenar carbono bajo tierra en sus raíces. Las praderas de especies mixtas también pueden ser muy productivas y tienen mucha más biodiversidad.
La bioenergía pasó de moda
«Es una cuestión de comprender las compensaciones y descubrir cómo optimizarlas», señaló Haan. Actualmente, el 40% del maíz producido en EE UU se utiliza para producir etanol, que a menudo se emplea como combustible. Sin embargo, cultivar tanto maíz en monocultivos es una solución insostenible. El experto comentó que existe una variedad de otros sistemas de cultivo que podrían adoptarse y convertirse en pilares. «Necesitamos determinar cuáles son amigables con la biodiversidad y cuáles no”, asentó
«La bioenergía parece pasar de moda en las noticias y en el discurso público. Pero las proyecciones indican que necesitaremos implementar cultivos bioenergéticos a gran escala en las próximas décadas para combatir con éxito el cambio climático», dijo Haan.
Aunque la investigación se llevó a cabo en un único conjunto experimental, se espera que los patrones generales sean similares en otros lugares. Sin embargo, es necesario recopilar información más específica en otros contextos.
El estudio subraya la intrincada interacción entre los sistemas de cultivo para bioenergía, el trabajo comunitario de las hormigas y la biodiversidad. Insiste en la necesidad de un enfoque matizado para optimizar la producción sostenible de biocombustibles y salvaguardar los ecosistemas.