La agricultura urbana surgió como una alternativa innovadora y viable para garantizar el acceso a alimentos frescos, promover la sostenibilidad y fortalecer la resiliencia alimentaria de las ciudades. Pero el primer estudio a gran escala para cuantificar la huella de carbono de las granjas urbanas arrojó sorpresas: es 6 veces mayor que la de las convencionales.
Es una práctica con raíces en la antigüedad que ha experimentado un resurgimiento en las últimas décadas. Su renacimiento no se puede atribuir a un momento específico, ya que ha sido un proceso gradual y diverso en todo el mundo. Pero resulta innegable que el interés en ellas ha aumentado en las últimas décadas, impulsado por preocupaciones sobre la seguridad alimentaria, la sostenibilidad y la resiliencia de las comunidades urbanas.
Las granjas urbanas varían en tipo y tamaño, desde modestos jardines comunitarios hasta extensas operaciones comerciales. Independientemente de su escala, desempeñan un papel crucial en la solución de problemas fundamentales: Contribuyen a la seguridad alimentaria y fomentan la cohesión comunitaria. Más que una tendencia es una respuesta a varios desafíos contemporáneos.
Medir impacto
La Agricultura Urbana (AU), que implica el cultivo de alimentos en ciudades y áreas circundantes, aspira a hacer nuestras ciudades más sostenibles, saludables y equitativas. Aunque existen pruebas sólidas de sus beneficios sociales y nutricionales, sus beneficios medioambientales necesitan más respaldo científico. Especialmente en lo que respecta a su huella ambiental en comparación con la agricultura convencional.
A medida que crece el interés en las granjas urbanas, es crucial que los responsables políticos, los ciudadanos y los científicos se aseguren de que su desarrollo beneficia tanto a las personas como al planeta. La comparación entre la AU y la agricultura convencional depende de varios factores, incluyendo los rubros a cultivar, los sistemas de cultivo y el clima local.
No todas las formas son igualmente respetuosas con el medio ambiente. Los estudios de casos suelen centrarse en una sola forma de Agricultura Urbana, y sus evaluaciones ambientales son aún limitadas. La mayoría de las evaluaciones publicadas hasta ahora han priorizado las formas de alta tecnología y alto consumo energético. Como las granjas verticales y los invernaderos en azoteas. En lugar de las formas de las de baja tecnología con cultivos en el suelo que constituyen la mayoría de los espacios de cultivo de alimentos en las ciudades.
Aunque las investigaciones actuales sugieren que las granjas urbanas de baja tecnología pueden tener emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) por ración de hortalizas similares a las de la agricultura convencional, esas conclusiones están socavadas por varias deficiencias. Los estudios suelen tener muestras pequeñas, y los que tienen muestras grandes a menudo sólo consideran las cantidades y tipos de recursos utilizados. No los impactos ambientales. Además, los datos a menudo son poco representativos. Por lo que aún existen importantes lagunas en nuestro conocimiento sobre el impacto ambiental de las granjas urbanas.
El estudio
Un equipo de investigación de la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la Universidad de Michigan, liderado por Jason Hawes, investigador en política de recursos y comportamiento, realizó el primer estudio a gran escala sobre la huella de carbono de las granjas urbanas.
En un esfuerzo por evaluar la sostenibilidad de la Agricultura Urbana (AU), se recopilaron datos de 73 granjas urbanas en cinco países: Francia, Alemania, Polonia, Estados Unidos y Reino Unido. La muestra abarcaba una variedad de granjas, desde pequeñas parcelas domésticas y huertos comunitarios hasta granjas urbanas comerciales.
Los investigadores calcularon las emisiones de carbono de cada granja, teniendo en cuenta diversos factores como los materiales de construcción, los fertilizantes y el compost. La huella de carbono global de cada granja se expresó en términos de una ración estándar de frutas y verduras, y se comparó con la huella de las granjas convencionales.
Primero a gran escala
El estudio publicado en Nature, es el primero de su tipo en términos de alcance geográfico y número de granjas incluidas. Los investigadores evaluaron la huella de carbono de tres tipos de granjas urbanas: profesionales, huertos individuales y huertos colectivos. Calcularon las emisiones de gases de efecto invernadero y las huellas de nutrientes sintéticos de los alimentos provenientes de estos centros, y se compararon con los productos agrícolas convencionales en los cinco países estudiados. Lo que permitió asignar impactos del cambio climático a cada ración de producto.
El estudio reveló que las granjas urbanas emiten más GEI por ración de frutas o verduras que la agricultura convencional, independientemente del país. De hecho, la huella de carbono es seis veces mayor que la de la agricultura convencional. En promedio, las granjas urbanas emiten 0,42 kilogramos equivalentes de dióxido de carbono (kgCO2e) por ración, en comparación con los 0,07 kgCO2e de los productos convencionales. A pesar de los hallazgos, el estudio no aboga por el fin de la Agricultura Urbana.
“En lugar de eso, queríamos aportar pruebas cuantitativas de la huella de carbono de la agricultura urbana, lo que a su vez nos permite identificar formas de reducir el impacto sobre el clima».
Jason Hawes
Hallazgos
La intensidad de carbono de la Agricultura Urbana varía de un país a otro debido a las diferencias en las prácticas de las granjas. Por ejemplo, los impactos de carbono son más bajos en Polonia, donde predominan los huertos individuales, y más altos en el Reino Unido, donde la mayoría de los casos de estudio son huertos colectivos. Sin embargo, en promedio, las verduras de los supermercados locales tienen una menor huella de carbono que las verduras de las granjas urbanas en los cinco países estudiados. Algunos cultivos pueden competir en términos de carbono con la agricultura convencional, dependiendo de las prácticas en ambos entornos. Por ejemplo, el tomate urbano medio puede ser competitivo.
Las infraestructuras son el principal factor de emisiones de carbono en los emplazamientos de Agricultura Urbana. Representa el 63% de los impactos. Incluye camas elevadas, infraestructura de compostaje y estructuras como cobertizos. Para amortizar las emisiones invertidas en infraestructura, las granjas deben operar durante periodos prolongados. Por ejemplo, una cama elevada utilizada cinco años tendrá aproximadamente cuatro veces el impacto medioambiental por ración que una cama utilizada 20 años. Los huertos y granjas urbanas pueden ser precarios, especialmente en ciudades con alta presión urbanística. Algunos proyectos están diseñados para un uso temporal, con infraestructuras que se derriban en años, no en décadas.
Lecciones
Se espera que la Agricultura Urbana continúe expandiéndose a nivel mundial. Los hallazgos del estudio indican que es necesario tomar medidas para asegurar que respalde, y no socave, los esfuerzos de descarbonizaciónde las ciudades. El estudio, a partir de los emplazamientos de la muestra que cultivan alimentos bajos en carbono, pudo obtener información sobre las granjas urbanas respetuosa con el clima.
Aunque en general la AU es más intensiva en carbono que la convencional, 17 de los 73 emplazamientos de estudio superaron a la agricultura convencional en términos de respeto al clima. Las granjas urbanas son las más propensas a ser respetuosas con el clima (43% de los emplazamientos de granjas urbanas), seguidas de los huertos individuales (25% de los emplazamientos). Curiosamente, ni las acciones medioambientales (como la presencia de paneles solares) ni los valores expresados predicen las emisiones de carbono. Entonces, ¿qué hace que algunos lugares sean más respetuosos con el clima?
“Identificamos tres prácticas clave para que la AU de baja tecnología sea competitiva en carbono con la agricultura convencional: (1) prolongar la vida útil de las infraestructuras, (2) utilizar los residuos urbanos como insumos y (3) generar altos niveles de beneficios sociales”.
Tres prácticas para reforzar
- Conservación de infraestructuras: La Agricultura Urbana (AU) presenta una sinergia significativa entre la sostenibilidad medioambiental y social. Para prevenir el desplazamiento de granjas y demolición de infraestructuras debido a la inseguridad en la tenencia de la tierra, se requieren políticas que promuevan una tenencia estable. La creación de fideicomisos de tierras comunitarias puede ser una solución efectiva.
- Impulsar la economía circular: La AU puede desempeñar un rol clave en la reutilización sostenible de residuos urbanos. Al aprovechar materiales de construcción, compostaje de desechos orgánicos e incentivar el reciclaje de aguas grises y pluviales, se reduce la huella de carbono en más de un 52%. Las ciudades deben fomentar acuerdos intersectoriales para que la construcción done sus desechos a las granjas. Además, el compostaje bien gestionado puede reducir la dependencia de los fertilizantes sintéticos y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero. También es prioritario impulsar infraestructura para riego bajo en carbono a través de subsidios a la captación de aguas alternativas.
- Inversión en Beneficios Sociales: Las granjas urbanas de baja tecnología combina la producción de alimentos con beneficios sociales, mejorando la salud mental, la dieta y las redes sociales de los agricultores y horticultores urbanos. Al aumentar los beneficios sociales, se pueden reducir los impactos asignados a los alimentos. Un análisis de coste-beneficio de un huerto colectivo en el Reino Unido mostró que los beneficios sociales representaban el 99,4% del valor económico total generado in situ, lo que sugiere que los espacios de cultivo que maximizan los beneficios sociales pueden superar a la agricultura convencional en términos de intensidad de carbono.
“La agricultura urbana tiene un potencial real como prima verde de la agricultura convencional, si lo hacemos bien. Tiene muchos beneficios para las ciudades y para la gente que participa en ella. Pero tenemos que entender su dinámica de carbono y cómo diseñar una producción urbana de alimentos más eficiente en carbono».
Jason Hawes
Agricultura sostenible
Aunque la Agricultura Urbana tiene numerosos beneficios, el estudio sugiere que las granjas y huertos urbanos de baja tecnología tienen huellas de carbono elevadas. Pero se requieren más estudios en ciudades en proceso de industrialización y en climas más secos o cálidos. Porque la agricultura sostenible debe ser diseñada y gestionada con criterio para alcanzar los objetivos climáticos. Los próximos pasos incluyen una adopción más amplia de las mejores prácticas descritas, así como investigaciones futuras que ayuden a ampliar y perfeccionar esa lista.
Debido a sus importantes beneficios sociales, nutricionales y medioambientales, es probable que la Agricultura Urbana desempeñe un papel clave en las futuras ciudades sostenibles. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para garantizar que beneficie tanto al clima como a las personas y los lugares a los que sirve.