En el arte, como en el amor, el valor está en los ojos de quien lo ve. Una frase hermosa, pero de una gran candidez. El mercado del arte mueve miles de millones de dólares al año y tras él, aparte de los “amantes del arte”, se mueven oscuros intereses de los “amantes del dinero” que falsifican cientos de obras cada año. Una de sus mayores víctimas el artista canadiense Norval Morrisseau. La historia detrás del desmontaje del gigantesco fraude realizado con la falsificación de sus obras es digna de una película de Hollywood.
Según el Global Center for Innovation, entre el 25% y el 40% de las obras vendidas en todo el mundo son falsas. Porcentaje tiende a aumentar con la expansión de las ventas en línea a través de Internet. Las falsificaciones abarcan desde pinturas hasta esculturas, piezas arqueológicas y estampados. Organizaciones criminales, redes delictivas e individuos solitarios participan en este negocio ilícito. Cuyo propósito principal es obtener grandes sumas de dinero a expensas de la autenticidad artística.
En la mayoría de los casos los falsificadores son artistas cuyas obras fueron mal recibidas por críticos y marchantes, por lo que cobran venganza, falsificando obras de reconocidos autores. Se creen una especie de Robin Hood del arte, roban a los ricos críticos, coleccionistas y galeristas, aunque al único pobre que benefician es a sí mismo. Están convencidos de que el suyo es un delito sin víctimas. Recientemente el crimen organizado ha encontrado en la falsificación de obras de arte un mecanismo para lavar recursos de sus negocios turbios. Las reales víctimas, además de los coleccionistas, galerías y museos, son los artistas que ven perjudicado su legado y birlados sus derechos e ingresos.
Norval Morrisseau
Norval Morrisseau, que firmó sus obras como Copper Thunderbird, fue un destacado artista indígena canadiense de la Primera Nación Bingwi Neyaashi Anishinaabek. Nació en la reserva Ojibwe de Sand Point cerca de Beardmore, Ontario, el 14 de marzo de 1932. Es considerado como el abuelo del arte indígena contemporáneo en Canadá. Se le considera el «Picasso del Norte». Morrisseau creó obras que representan las leyendas de su pueblo, las tensiones culturales y políticas entre las tradiciones nativas canadienses y europeas, sus luchas existenciales, y su profunda espiritualidad y misticismo.
Su estilo se caracteriza por gruesos contornos negros y colores brillantes. Fundó la Escuela Woodlands de arte canadiense y fue un miembro destacado del «Grupo de los Siete Indígenas». Morrisseau dejó un legado artístico significativo que ha sido reconocido a nivel nacional e internacional por su originalidad y maestría en la representación de la cultura indígena canadiense. Fue además la víctima perfecta para una trama de falsificadores que se lucró a su costa por décadas.
La mayor la historia del arte
Morrisseau fue un pionero en el arte indígena canadiense. Sus obras, llenas de vibrantes colores y patrones inusuales, capturaron la atención nacional y se vendían por miles de dólares. En 2001, Morrisseau negó la autoría de 23 acrílicos que se vendieron en una subasta. A pesar de su indignación, no se sorprendió de que se vendieran imitaciones de su obra como auténticas.
Ya en 1991, había denunciado ser víctima de estafadores que falsificaban su trabajo. Sin embargo, las autoridades canadienses hicieron poco para investigar sus denuncias. A pesar de las advertencias de Morrisseau a las galerías y subastadores sobre la venta de falsificaciones, las ventas continuaron.
No fue hasta más de 15 años después de su muerte cuando se descubrió la magnitud del fraude. Un grupo de investigadores liderados por un detective de homicidios de Thunder Bay, Ontario, desenmascaró el plan para estafar a Morrisseau. El fraude, tanto en términos de la cantidad de obras falsificadas como de los beneficios obtenidos, fue probablemente el mayor en la historia del arte. No solo en Canadá o Norteamérica, sino en todo el mundo.
Copper Thunderbird
Norval Morrisseau, nacido en la década de 1930, se crió en una reserva anishinaabe cerca de Thunder Bay. Su abuela católica y su abuelo chamán le inculcaron una fusión de culturas que definiría su arte. A los 6 años, fue enviado a un internado donde sufrió abusos que dejaron cicatrices emocionales y psicológicas duraderas.
A pesar de las prohibiciones culturales y legales, Morrisseau comenzó a dibujar y pintar temas espirituales anishinaabe. Desafiando las normas y creando un nuevo estilo artístico. Sus obras, audaces y coloridas, representaban a personas y animales como portadores de antiguos mitos espirituales. Veía su arte como una forma de terapia. No solo para él, sino para los demás.
En 1962, Morrisseau se convirtió en una sensación instantánea cuando el galerista Jack Pollock comenzó a exhibir su obra. Fue la primera vez que la obra de un pintor indígena se mostraba en una galería canadiense contemporánea. Su impacto fue inmediato y sus obras se vendieron rápidamente. Con el tiempo, adoptó el nombre de Copper Thunderbird, que le habían dado como parte de una ceremonia de curación, y sus obras se exhibieron en todo el mundo.
Víctima perfecta
Norval Morrisseau, conocido por su voz suave pero irónica, era un artista que desafiaba las convenciones. En un documental de 1974, afirmó que un gran espíritu le prometió guía y protección. Lo que le liberó de la necesidad de buscar refugio en las instituciones religiosas. A pesar de su éxito se mantuvo distante de su familia. Era indiferente a la celebridad, la sociedad educada y el culto al dinero. Luchó contra el alcoholismo y las drogas.
Mientras sus obras alcanzaban precios elevados en el mercado del arte y gozaban de una ubicación privilegiada en las instituciones artísticas más elitistas del país, el artista vivía en la pobreza. No era ajeno a la controversia. En 1978, comenzó a vender obras a un anticuario vinculado a la mafia. Le proporcionaban obras y serigrafías producidas en masa para que las firmara. Incluso llegó a firmar obras que no había creado completamente él mismo.
Morrisseau no es el único artista que ha utilizado ayudantes en la creación de su arte. Artistas como Miguel Ángel y Andy Warhol también lo hicieron para producir sus obras. Jack Pollock advirtió a Morrisseau que su disposición a firmar obras que no eran completamente suyas podría poner en peligro su legado en el mercado del arte. Una advertencia que resultó profética.
15 declaraciones juradas
Según el periódico canadiense National Post, en 2001, Norval Morrisseau acusó a una casa de subastas de Toronto de vender falsificaciones de su obra. En respuesta algunos subastadores y minoristas de arte cuestionaron la capacidad del artista para autentificar su propio trabajo. Alegaban que su memoria se había visto afectada por el Parkinson y el alcoholismo.
Sin embargo, aquellos cercanos a Morrisseau afirmaban que no sufría trastornos cognitivos. Sus abogados y comerciantes autorizados señalaron diferencias claras entre las obras auténticas del pintor indígena y las que él impugnaba. Casi siempre firmaba sus obras con el nombre de su chamán, Copper Thunderbird, en silabario en el anverso, nunca de forma ilegible en el reverso del cuadro, tampoco en inglés y, desde luego, nunca con un símbolo de copyright. Estas características erróneas estaban presentes en algunas de las falsificaciones.
A pesar de lo cual, muchos coleccionistas aceptaban las imitaciones como obras originales. En los últimos años de su vida, Morrisseau presentó 15 declaraciones juradas identificando falsificaciones y fundó la Norval Morrisseau Heritage Society. A mediados de 2005, Morrisseau estaba enfermo y vivía en una residencia de ancianos. Dos años después, a los 75 años, murió. Richard Baker, abogado de Morrisseau de 1975 a 1982 y miembro activo de la Norval Morrisseau Heritage Society de Canadá, reconoce que el arte de Morrisseau era fácil de falsificar.
La muerte de Morrisseau solo sirvió para envalentonar a sus adversarios. Subastadores, galeristas y coleccionistas demandaron al marchante autorizado del artista. Así como a su abogado y a otras personas cuyas denuncias de fraude generalizado contra Morrisseau amenazaban el valor de los lienzos que estos vendedores poseían, habían vendido o podrían vender. Buscaban beneficiarse de la venta de cuadros de procedencia potencialmente dudosa.
Comienza la investigación
En 2008, la Real Policía Montada de Canadá (RCMP) inició una investigación sobre las denuncias de fraude generalizado en el mercado de arte de Norval Morrisseau. Sin embargo, la investigación concluyó con insuficientes pruebas para respaldar acusaciones de actividad delictiva.
Varios compradores, incluido el cantante canadiense John McDermott, se enfadaron al descubrir que podrían haber comprado falsificaciones. McDermott demandó a una galería que le había vendido una obra de Morrisseau de autoría dudosa. Afirmaba que podía identificar a los responsables de la producción y reventa de falsificaciones a gran escala. Según McDermott, Gary Lamont y David Voss, estaban detrás de la producción y reventa de las falsificaciones. Ambos eran conocidos en el submundo del crimen de Thunder Bay, una ciudad con altas tasas de homicidio y delitos violentos.
McDermott retiró su demanda por razones desconocidas, pero otros coleccionistas y compradores recurrieron a los tribunales para resolver sus disputas. Entre ellos se encontraba Kevin Hearn, tecladista del grupo Barenaked Ladies. Quien en 2005 compró una obra de Morrisseau titulada “Spirit Energy of Mother Earth”. En 2010, prestó la obra a la Galería de Arte de Ontario para una exposición, solo para que le informaran días después de que la obra era falsa.
De estrella del rock a investigador
Otro estafado fue Kevin Hearn. Teclista del grupo Barenaked Ladies. Quien descubrió que la obra de Norval Morrisseau que había comprado era falsa. Demandó a la galería en 2012 y pasó los siguientes años investigando a Gary Lamont y David Voss. Según Hearn eran quienes estaban detrás de una estafa de gran alcance.
Hearn y sus abogados entrevistaron a más de 200 personas. Descubriendo que Lamont y Voss afirmaban conocer a Morrisseau. Según Dallas Thompson, un hombre anishinaabe que conocía a un pariente de Morrisseau, Lamont dirigía un hogar de grupo para jóvenes indígenas como una fábrica para producir falsificaciones de Morrisseau.
Durante el juicio contra la galería en 2017, Hearn presentó expertos que testificaron que la pintura que le habían vendido era un fraude. Sin embargo, la defensa presentó un grafólogo que afirmó que la firma del cuadro probablemente era la de Morrisseau. Para el juez, que reconoció que existía una red de fraude en Thunder Bay, no probaba que el cuadro comprado por Hearn fuera falso. Por lo que sentenció un empate a favor de los demandados.
Refuerzo policial
Bloqueado por los tribunales, Kevin Hearn, continuó su lucha contra las falsificaciones de la obra de Norval Morrisseau fuera de ellos. Se asoció con el cineasta Jamie Kastner para crear un documental en 2019 titulado “There Are No Fakes”, que expuso la saga de los engaños con las obras Morrisseau a un público más amplio.
Jason Rybak, un veterano policía de 48 años, se sintió motivado para investigar a los presuntos falsificadores Gary Lamont y David Voss después de ver el documental. Rybak, que originalmente se interesó en las falsificaciones de Morrisseau debido a un caso de homicidio sin resolver de mediados de los ochenta, comenzó a investigar el fraude en 2019.
El policía se puso en contacto con Hearn, cuyos abogados le proporcionaron información sobre Lamont y Voss. Con la ayuda de la policía provincial y el Equipo de Delitos Artísticos del FBI, centró su investigación en los falsificadores y los compradores que parecían estar al tanto de las falsificaciones. A pesar de la vergüenza de algunos compradores por haber sido engañados, encontró que muchos estaban dispuestos a hablar.
Decenas de millones de dólares
Determinar si los subastadores, galeristas, compradores e incluso los pintores a sueldo habían participado a sabiendas en la estafa de las obras de Norval Morrisseau fue un desafío. Según Rybak la situación se complicó debido a que los tribunales habían dictaminado erróneamente que algunas falsificaciones eran auténticas.
El veterano policía decidió reconstruir la vida nómada de Morrisseau, entrevistando a todas las personas con las que se había cruzado el pintor. Descubrió que el artista no podía haber producido los grabados de los años setenta y ochenta que algunas galerías y propietarios reclamaban. Pronto, Rybak y sus colegas fueron capaces de distinguir las falsificaciones de las obras auténticas.
Determinó que David Voss urdió el plan de falsificación en torno a 1996, y que Gary Lamont tomó prestada la idea en 2002 y puso en marcha una segunda red que hacía lo mismo. Posteriormente encontraron otra más. Estas redes superpuestas fabricaron decenas de miles de obras falsas y las distribuyeron por todo el mundo. Generaron decenas de millones de dólares para ellos mismos, subastadores y galeristas.
A finales de 2019, la policía de Thunder Bay allanó la casa de Lamont en Thunder Bay y encontró 100 obras, y luego encontró otro alijo en la casa cercana de Voss. En 2022, Rybak dirigió una redada en Calgary que consiguió otras 300 obras falsas. Descubrió que importantes instituciones de arte habían caído en la estafa. A pesar de la magnitud del fraude, Norval Morrisseau nunca sacó ni un céntimo de ello.
Más de 10.000 obras falsas
La investigación descubrió obras falsas de Morrisseau en el edificio del Senado canadiense y el Museo Nacional del Indígena Americano del Smithsonian. Según Rybak, al menos uno de los 23 cuadros y grabados que posee el Smithsonian es falso. Gwen Manthey, curadora del Museo Smithsonian de Arte Americano, explicó que la autentificación no es un proceso sencillo. El Smithsonian consulta a sus donantes sobre la procedencia de las obras que recibe. La institución no cree que el donante de la colección Morrisseau tuviera motivos para dudar de su autenticidad.
El trabajo de Rybak, que duró dos años y medio, resultó en la detención de ocho personas en el centro de las redes de fraude, incluyendo a Gary Lamont y David Voss. La policía presentó 40 cargos, entre ellos falsificación, fraude y posesión de bienes robados con intención de venderlos. Se estima que el número total de falsificaciones podría superar las 10.000. Con ganacias que podrían superar los 100 millones de dólares estadounidenses.
En diciembre de 2023, Lamont se declaró culpable de un cargo de falsificación y otro de estafa al público superior a 5.000 dólares. Fue condenado a cinco años de prisión. En respuesta, un líder indígena dijo que las falsificaciones habían explotado criminalmente a los artistas de las Primeras Naciones y amenazaban con “deslegitimar aún más la cultura”. Rybak espera que la declaración de Lamont sea la primera de muchas. Está previsto que los juicios contra Voss y los demás sospechosos comiencen entre el 2024 y el 2025.
Daño incalculable
La falsificación de obras de arte, contrario a lo que creen quienes la realizan, e incluso quienes la juzgan, si tiene víctimas. Kevin Hearn, coleccionista cuya iniciativa ayudó a desentrañar la estafa de las falsificaciones de la obra de Norval Morrisseau, cree que la identidad de Morrisseau como parte de un grupo marginado fue útil para los criminales. Los estafadores apostaban por la falta de indignación cuando la reputación de Morrisseau se viera empañada.
El veterano Jason Rybak está de acuerdo con Hearn. Añade que sabían que Morrisseau carecía de un registro de sus obras. Los falsificadores sabían que, en su opinión, no había forma de que nadie pudiera averiguar qué había pintado. Para los estafadores no había ningún “amor al arte”, era simplemente una forma de ganar dinero.
Pero la devastación para los compradores honestos, la cultura indígena y el arte canadiense en general es incalculable. Las obras de Morrisseau no eran cuadros insignificantes. Son ejemplos preciosos e irremplazables de la experiencia anishinaabe en Canadá y en el mundo.