Stefan Armborst (Asociación BONA ONA)
Las supuestas necesidades del despliegue de las tecnologías 5G se basan en mentiras tecnológicas[1]. Incluso desde una perspectiva de uso práctico. El lobby del 5G las divulga para convencernos de que son justificadas en nombre del “progreso tecnológico” y de un supuesto futuro mejor para el ser humano y la sociedad.
¿Cuáles son entonces las razones ocultas verdaderas de las ingentes inversiones en infraestructura digital, redes de estaciones base en las calles e incluso en la propia casa, miles de satélites de órbita baja, sabiendo que nos llevan a un aumento enorme del consumo energético a nivel global y a un aumento de la contaminación electromagnética cuyos efectos sobre la salud y la naturaleza son cada vez más manifiestos y científicamente comprobados?
¿Es su sueño vivir en ciudades con coches y autobuses autoconducidos guiados por 5G para lo cual se habrá talado miles de árboles para que los vehículos reciban sin interrupciones la señal requerida? ¿Aumentan la libertad ciudadana miles de cámaras y drones de vigilancia con reconocimiento facial, rastreo y control a través del uso de datos biométricos como las muestras de voz y el ADN? ¿Le chifla vivir en hogares en que tendrá 24 horas una pequeña estación base 5G integrada en su enrutador ADSL o en su teléfono móvil que Usted no puede apagar y que sirve como antena para toda su vecindad y para las personas usuarias de su respectivo entorno?
¿Le mola vivir en una “casa inteligente” para la cual está gastando miles de euros en nuevos electrodomésticos, aparatos y dispositivos domésticos y personales que se interconectan de manera inalámbrica convirtiendo su casa en un infierno de radiaciones electromagnéticas yuxtapuestas? ¿No tiene otras ganas de divertirse y pasarlo bien que estar solo pegado a un carísimo videojuego de realidad virtual? ¿Es realmente su mayor preocupación vital poder descargar una película en un segundo en vez de en unos pocos minutos? ¿Quiere de verdad ser operado a distancia? ¿Le apetece tener un sistema GPS directamente implantado en el cerebro?
Estado Unidos y China se disputan la 6G
Si es usted fervoroso entusiasta del progreso tecnológico y responde a todas estas preguntas con un rotundo “¡Sí quiero!”…. Entonces, deje de seguir leyendo, pero no sin haber recibido con deleite la siguiente noticia:
Mientras que el 5G está en su fase de despliegue a nivel mundial –hasta ahora solo 100 operadores ofrecen servicios 5G en áreas limitadas, 59 de ellas son ciudades españolas –. Con “ejércitos de investigadores”, China y Estados Unidos se están preparando para la gran “carrera geopolítica” en la que su objetivo principal es ganar la batalla por… el 6G! Con velocidades de 1 tetrabyte por segundo (100 veces más rápidas y con una latencia 20 veces menor que el 5G). Esta tecnología, que estaría lista en 15 años, “podría habilitar el tipo de tecnología ciencia-ficción: hologramas en tiempo real hasta taxis voladores y cuerpos y cerebros conectados a Internet”.[2]
Aunque, por suerte, no existe todavía ningún chip para transmitir tantos datos por segundo. Además, las ondas de frecuencia ultracortas que emplea el 6G, requieren estaciones base en cada dispositivo que la gente usa para recibir y transmitir señales, lo que –según la misma fuente de la noticia– “va a plantear serias dudas sobre la salud, la privacidad y el diseño urbano”.
¿Cambiar el concepto de ser humano?
Y si todavía no ha dejado de leer estas líneas y, como neófito o acólito convencido de la tecnociencia dominante, quiere escuchar en qué consiste la bitácora de esta bien planificada “Larga Marcha Digital”, nada mejor que escuchar directamente lo que nos presenta Rafael Yuste, uno de los principales investigadores de la neurociencia[3], catedrático de la Universidad de Columbia (Nueva York) e ideólogo del proyecto BRAIN (Investigación del Cerebro a través del Avance de Neurotecnologías Innovadoras): “¡Se cambiará el concepto de ser humano!”[4]
En la entrevista en cuestión, Yuste elige como ejemplo las empresas de Elon Musk que ya hacen tecnologías de interfaz cerebro-computador para conectar el cerebro a la red y construir un ser humano híbrido. Es la razón por la que Musk, a través de la empresa Starlink, invierte millones de dólares en satélites en la órbita baja para tener acceso al Wifi Global 5G[5] en cada metro cuadrado de la superficie terrestre. Este nuevo humano híbrido requiere cada segundo el acceso a la nube.
Como ejemplo para este auspiciado “nuevo Renacimiento”, impulsado generosamente por la ciencia que “ha hecho tanto para la Humanidad”, Yuste menciona que Facebook está desarrollando un casco o diadema para pasar directamente del pensamiento al texto. Lo que no dice que esta supuesta ‘ayuda’ significará una de las tantas vías futuras de control y (posible) manipulación mental.
Las frecuencias 5G afectan los patrones de pensamiento y la mente
“5G es una aplicación no probada de una tecnología que sabemos que es dañina; lo sabemos por la ciencia. En el mundo académico, esto se denomina investigación con sujetos humanos.”
Dra. Sharon Goldberg, de la junta asesora médica de Somos la Evidencia
¿Saben exactamente los capitales privados que invierten en 5G en la Tierra y en el espacio el daño que ocasionan estas tecnologías que afectan y aniquilan la resonancia Schumann, es decir, el conjunto de picos en la banda de frecuencias extremadamente bajas (LTE) del espectro electromagnético de la Tierra?
Esto se debe a que la resonancia del 5G se encuentra entre el rango de frecuencia LTE de 600 MHz a 6 GHz y en bandas de ondas milimétricas de 24 a 86 GHz, en comparación con los 1 a 5 gigahercios de frecuencia del 1G, 2G, 3G y 4G.
La radiación inalámbrica en MHz y GHz es literalmente millones y miles de millones de veces la frecuencia normal de la Tierra. Cuanto mayor es la frecuencia artificial, más peligrosa es para los organismos vivos.
En los seres humanos tenemos una clara evidencia de daño en el ADN, miopatía cardíaca (que es el precursor de la insuficiencia cardíaca congestiva), efectos neuropsiquiátricos y cánceres, incluidos los gliomas, meningliomas y neuromas acústicos.
Las ondas inalámbricas no solo afectan la resonancia de Schumann, que es con lo que evoluciona todo en la Tierra, y en que resuenan nuestros ritmos de onda alfa, sino que, además, altera el equilibrio de los sistemas naturales de comunicación electromagnéticos humanos.[6]
¿Sirven los “neuroderechos” para justificar el control y la manipulación?
En la entrevista, Rafael Yuste propone que, a efectos de mejorar la “gobernabilidad global”, la ciencia se incorpore a todos los gobiernos del mundo y a todos los poderes: legislativo, ejecutivo, judicial e incluso los medios de comunicación.”
Una vez que la ciencia haya conseguido que las neurotecnologías sean aceptadas en la sociedad, desarrolladas por laboratorios privados y estatales y subvencionadas por los fondos públicos, la misma ciencia habla de la necesaria protección de la individualidad y el libre albedrío para que – citando a Rafael Yuste – “el desarrollo de esta tecnología no sea una amenaza para la Humanidad”.
“La ciencia” legitima, introduce y aplica una tecnología con tal índole de peligrosidad, sin debate público y decisión democrática, y luego nos advierte que hará falta protecciones legales para que no sean un peligro. De esta manera, se van convirtiendo en juez y parte en el nuevo totalitarismo tecnológico.
En abril pasado Chile incorporó en su constitución los “neuroderechos” como “nuevo derecho humano”. La intención es controlar las neurotecnologías de lectura y escritura del cerebro que pueden registrar los datos mentales de una persona, y evitar que, en un futuro, estos datos puedan ser modificados y manipulados.[7]
No obstante, cuando el senador chileno Guido Girardi, presidente de la Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación, habla de “la necesidad de proteger la «última frontera» del ser humano, su mente”, sabe que esta frontera, y con ella “su identidad individual y su libertad”, está en vías de desaparecer.
Un camino a la manipulación del cerebro con la máquina
Con la apariencia de protección, se está abriendo el camino a la manipulación neurológica del cerebro, hacia la neurotecnología y hacia la fusión del cerebro humano con la máquina. Esto, de facto, es un primer paso legal disfrazado de «derecho humano» hacia el transhumanismo.
Esta incorporación de «la ciencia» al Legislativo la vemos en España con “Ciencia en el Parlamento”. Detrás están las grandes empresas tecnológicas, pero también el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) o el Círculo Escéptico (teóricos «defensores de la ciencia» que en realidad actúan como grupos de presión que defienden los intereses de las empresas tecnológicas).
¿Es esa la «ciencia» de la que habla Yuste? ¿No deberíamos hablar más bien de intereses tecnológicos y económicos que secuestran la democracia al decidir por nosotros hacia dónde se dirige nuestra sociedad?
La técnica y la ciencia quedan convertidas a la vez en motor del sistema y en pantalla ideológica de protección bajo la que se oculta el ejercicio del poder. Esta ideología pertenece ahora al aparato social establecido, se convierte en requisito para su continuo funcionamiento y en parte de su racionalidad. La manipulación y la racionalidad técnica “están soldadas en nuevas formas de control social”. Según Marcuse, la ciencia se desarrolla bajo el a priori tecnológico que promueve la lógica y la racionalidad de la dominación. Esto es, la ciencia no se fundamenta sino en una “tecnología”: en una proyección previa del mundo de carácter tecnológico. El carácter interno instrumentalista de la técnica hace que la ciencia llegue a ser en sí misma tecnológica.
Jonay Castellano Santiago: Ciencia, técnica e ideología en Marcuse[8]
¿De qué ciencia estamos hablando? La ciencia no debería convertirse en una fe ciega en el progreso, en un dogma incuestionable. En cualquier caso, debería estar sujeta a crítica, debate y control democrático. Antes de incorporar este «derecho humano» a una constitución que pone límites, sí, pero que abre la puerta a la incorporación de la tecnología a nuestros cerebros, deberíamos decidir si es eso lo que queremos, por qué y para qué.
La democracia arrebatada, sin reflexión ni debate
Es la ciudadanía la que debe decidir hacia dónde queremos que vaya nuestra sociedad, nuestra Tierra y nuestro cuerpo. Todo va demasiado de prisa y nos llevan en volandas. Sin reflexión, sin debate y relegando la democracia. El mundo al que nos conducen podría resultar altamente distópico y totalitario.
No se plantean por qué se están produciendo las enfermedades mentales a las que alude Yuste en su entrevista, sino que proponen solucionarlas implantando tecnología en el cerebro. No me sirve. Lo rechazo si no hay reflexión, información veraz y debate rigurosos.
Si las grandes corporaciones tecnológicas están secuestrando nuestras democracias, y los políticos no la defienden ni nos representan, es porque se han convertido en sus instrumentos. ¿Qué debemos hacer para defender nuestros derechos?
Que dejen de llamar ciencia a unos determinados intereses tecnológicos y que dejen de llamar progreso a las imposiciones totalitarias, aunque tengan una apariencia democrática. Es extremadamente peligroso que sean las empresas tecnológicas o los científicos en connivencia con muchos políticos los que decidan los cambios en las constituciones o los que marquen el rumbo sin consultar a la sociedad y sin el correspondiente debate. No es democrático. Es, sin más, un totalitarismo tecnológico. La ciudadanía no debería permitirlo.
Bona Ona defiende los derechos de la ciudadanía
En Baleares hemos creado BONA ONA, una asociación de información y divulgación sobre las radiaciones no ionizantes. Somos la primera asociación sin ánimo de lucro que procura proteger a las personas consumidoras y usuarias en el ámbito de las telecomunicaciones inalámbricas.
Defendemos legal y administrativamente los derechos de la ciudadanía y de personas especialmente afectadas por la contaminación electromagnética. Contribuimos a que las instituciones en todos los niveles ejerzan los derechos y deberes existentes en protección de la salud y el medio ambiente (tanto terrestre como la atmósfera terrestre), exigiendo medidas cautelares a las operadoras de suspender su actividad, imponiéndoles la imprescindible condición de acreditar su inocuidad.
Difundimos información científicamente avalada sobre los múltiples impactos de la tecnología 5G, Wifi Global, Internet de las Cosas e Internet de los Cuerpos sobre la salud humana, la seguridad, la privacidad y la democracia, el medio ambiente, las relaciones sociales y de trabajo, el desarrollo educativo, etc.
Proponemos y apoyamos que una sociedad civil consciente consiga una moratoria en el despliegue de la tecnología 5G, apelando al Principio de Precaución frente a la falta de consenso científico sobre su inocuidad.
Contáctanos (www.bonaona.org y bonaona@bonaona.org).
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