La posverdad y los fake news invaden los medios. Ni las revistas científicas escapan. Actualmente enfrentan la peor pesadilla editorial: miles de artículos de dudosa calidad, en algunos casos plagios descarados, están aterrizando en sus buzones. Proceden de fábricas de papers que amenazan con socavar su credibilidad y rigor científico.
La literatura científica ha sido infiltrada por manuscritos falsos generados por lo que se conoce como “fábricas de documentos” o “papers mills”. Empresas que venden trabajos y autorías ficticias a investigadores desesperados por llenar sus currículos con publicaciones. Su impacto es alarmante. Un análisis no divulgado, al que tuvo acceso Nature, sugiere que en los últimos 20 años se han publicado más de 400.000 artículos de investigación generados por estas fábricas con similitudes textuales a estudios previamente publicados. Se calcula 70.000 fueron publicados únicamente el año pasado. La tendencia está en aumento.
La maquinaria de engaño que confecciona papers es sutil pero efectiva. Los investigadores, presionados para demostrar productividad, recurren a estas empresas para obtener artículos “a la medida”. Los manuscritos se generan en serie, plagian fragmentos de investigaciones legítimas y se camuflan como contribuciones originales. Las autorías ficticias se añaden para dar credibilidad. El resultado: una literatura científica contaminada.
Richard Van Noorden, científico y editor de la revista Nature, destapó este oscuro panorama en un artículo publicado en noviembre de 2023. Según su investigación, entre el 1,5 y el 2% de los artículos científicos publicados en 2022 se asemejan estrechamente a trabajos provenientes de las “fábricas de papers”. En los campos de la biología y la medicina, la cifra se eleva al 3%.
Detectado por Nature
Nature ha publicado una serie de investigaciones sobre las fábricas de «artículos de investigación». Uno reciente es el del caso del bioinformático Sam Payne, a quien le pidieron revisar un modesto artículo sobre el efecto del tamaño de las muestras de células en el análisis de proteínas. El texto le resultó extrañamente familiar. Payne, que trabaja en la Universidad Brigham Young en Provo, Utah, se percató de que era una versión camuflada de un trabajo suyo publicado hace tres años. Lo más sorprendente no eran las palabras, sino los gráficos. Los puntos de datos se alineaban con precisión milimétrica, como si alguien hubiera trazado una línea invisible entre sus investigaciones y este nuevo artículo.
Payne notificó a la revista BioSystems y el manuscrito fue rechazado. A los pocos meses descubrió en que había sido publicado en Proteomics. Aunque el texto principal de Proteomics no era idéntico al de Payne, sino que utilizaba la tercera persona. Claramente, se había empleado inteligencia artificial para parafrasear su artículo y crear un texto diferente, pero creíble. La revista se retractó el 15 de agosto, citando «una superposición importante no atribuida entre las figuras» y plagio de imágenes.
Hilos ocultos
Cuando Nature contacto a los cinco supuestos autores, cuatro afirmaron no haber participado en la redacción ni la presentación del artículo, y el quinto no respondió. El equipo de la revista encontró vínculos entre los autores y la editorial International Publisher, con sede en Moscú, aunque ninguno respondió a las solicitudes de comentarios.
Dos de los autores, Dmitrii Babaskin y Tatyana Degtyarevskaya, de la Primera Universidad Médica Estatal de Moscú IM Sechenov, publicaron artículos separados que fueron retirados de la Revista Internacional de Tecnologías Emergentes en el Aprendizaje en julio de 2022. En ambas declaraciones de retractación se utilizó el mismo lenguaje que vincula los artículos con una «fábrica de artículos criminal que vende autorías y artículos para su publicación».
Lisa Rasmussen, redactora jefa de Accountability in Research, declaró que el incidente destaca las vulnerabilidades sistémicas en la comunidad científica mundial. No existe un equivalente de Interpol para las revistas científicas. No hay una autoridad central que alerte sobre manuscritos sospechosos. La casualidad de que Payne fuera el revisor de su propio plagio revela esa gran debilidad.
Investigaciones realizadas por Nature y otros medios revelan que muchos artículos publicados en revistas de renombre tienen el mismo origen sospechoso: International Publisher. Un sitio web que anuncia más de 10.000 manuscritos en busca de un autor. Su catálogo abarca desde la metalurgia de aleaciones de aluminio hasta las peculiaridades biológicas de las codornices. Opera como un mercado negro de artículos científicos y hasta garantizan la publicación en revistas indexadas.
International Publisher
Los posibles compradores exploran títulos y resúmenes, vislumbrando la clasificación esperada en la base de datos Scopus. Los investigadores solo deben seleccionar un título y pagar una tarifa. Luego, seleccionan un puesto de autor, con costos que oscilan entre los 500 y los 3.000 dólares. Garantizan que los manuscritos serán “cambiados por completo” antes de su publicación y que «nadie podrá encontrar el manuscrito en ninguna parte”.
En 2021, el bioinformático Brian Perron, de la Universidad de Michigan ,en Ann Arbor, y su equipo destaparon la trama. Casi 200 artículos publicados se habrían originaron en International Publisher. Algunos eran idénticos “casi palabra por palabra” a los que estaban a la venta. International Publisher borra los manuscritos de su catálogo tras la compra, pero Nature con capturas de pantalla encontró las similitudes entre los papers ofrecidos en venta y borrados con artículos publicados.
Los títulos de varios artículos publicados por cuatro de los cinco autores del estudio de Proteomics coincidían con los títulos de artículos que habían sido listados para la venta por International Publisher. Un ejemplo: el Nº 1584, “La estructura de la vegetación forestal en vertederos industriales de diferentes edades”. Degtyarevskaya, autora de un artículo publicado en Ecology and Evolution, compartía un título casi idéntico y un resumen coincidente.
Aunque no se encontró una lista de ventas para el artículo de Proteomics, Perron señala varias características que sugieren que tiene su origen en una fábrica de papers. El manuscrito fue enviado a BioSystems mientras aún estaba bajo revisión en Proteomics. Enviar un artículo a varias revistas simultáneamente es una táctica clásica de quienes intentan publicar productos de las fábricas de documentos. Un portavoz de Wiley, editor de Proteomics, confirmó una “manipulación sistemática del proceso de publicación”, pero no especificó si el artículo provenía de una fábrica de papel.
Nadie a salvo
En 2022, Times Higher Education y el departamento de noticias de la revista Science publicaron un informe sobre International Publisher Ltd. Encontraron que en tres años laa empresa vendió 419 manuscritos que aparecieron publicados en varias revistas. Solo la revista International Journal of Emerging Technologies in Learning (de Kassel University Press) publicó casi 100. Además, tanto editores invitados como asalariados de MDPI coordinaron la venta de autoría de una veintena de artículos en cuatro revistas MDPI. Varios artículos de International Publisher Ltd. fueron aceptados en revistas de Elsevier, Oxford University Press, Springer Nature, Taylor & Francis, Wolters Kluwer y Wiley-Blackwell. Wikipedia también tiene su brete con los artículos falsos,
Igualmente, descubrieron otra fábrica de papers: iTrilon, con operaciones en Chenai, la India. Una vez descubiertas y denunciadas, este tipo de empresas borran su web y cambian de nombre. Actualmente International Publisher aparece en Internet como una editorial de libros comunistas con sede en New York.
Las editoriales científicas han intensificado sus esfuerzos para detectar y combatir las fábricas de «artículos científicos. Analizan patrones textuales, direcciones de correo electrónico y gráficos idénticos que representan diferentes experimentos.
La retractaciones que registra por Retraction Watch son casi 3.000 relacionadas con actividades de fábricas de artículos, de un total de 44.000. Un análisis determinó en 2022 que el 2% de los textos científicos publicados tenían similitudes con producciones de fábricas de papers. A lo que se agrega el uso generalizado de herramientas de inteligencia artificial para eludir los métodos de detección actuales.
Desafío editorial
El Comité de Ética en Publicaciones y la Asociación Internacional de Editores Científicos, Técnicos y Médicos discutieron en una cumbre los daños de las fábricas artículos científicos y cómo mejorar las correcciones posteriores a la publicación, apoyar el desarrollo de herramientas para verificar las identidades de autores, editores y revisores, y fomentar la comunicación entre los grupos editoriales
Nature estima que más de 10.000 artículos de investigación fueron retractados en 2023, un récord que evidencia la preocupación sobre la cantidad de artículos falsos y los recurrentes fraudes en el ambiente académico. La combinación de estas prácticas deshonestas dañan la imagen y credibilidad de los investigadores. Arabia Saudita, Pakistán, Rusia y China son los países con las tasas de invalidación más altas en los últimos 20 años. La editorial Wiley, con sede en Londres, retiró más de 8.000 artículos de su filial Hindawi, cuyas revistas tienen las tasas más altas de invalidación.
Guillaume Cabanac, científico informático de la Universidad de Toulouse, (Francia) rastrea los problemas en los artículos, desde frases manipuladoras, redacción incoherente, evasión de detectores de plagio hasta signos de uso no revelado de IA. Lo peor es que los artículos retirados se siguen citando y aparecen más de 35.000 veces.
Intereses disuasivos
De los intereses de fondo se habla poco. Las fábricas de papers se encuentran en China y en países y territorios de la antigua Unión Soviética. Gobiernos y multinacionales están involucrados en el financiamiento. Como el público en general no está familiarizado con la literatura científica restringida, se citan repetidamente sin ser cuestionadas, También ocurre que profesionales con décadas de experiencia no detectan el fraude. Un ejemplo es el falso estudio que sugería una conexión entre las vacunas y el autismo, que publicó The Lancet. Asimismo, el caso del médico Yoshitaka Fujii, que publicó más de 190 estudios con datos falsos o copiados.
Aunque existen herramientas como Papermill Alarm, que ayudan a identificar patrones sospechosos, los documentos científicos falsos se siguen produciendo el problema sigue extendiéndose. Las fábricas de papers representan peligro significativo para la comunidad científica y el público en general. Aunque se presente en los círculos académicos y científicos del más alto nivel, no es ajeno a los ciudadanos comunes.
Los artículos científicos falsos pueden llevar a tratamientos médicos ineficaces o peligrosos, retrasar el desarrollo de nuevas terapias y erosionar la confianza de la población en la ciencia. Además, los estudios falsos de las fábricas de papers pueden desviar recursos hacia proyectos infructuosos. Es esencial tomar medidas enérgicas para combatir el problema y restaurar la confianza en la investigación. La transparencia, la colaboración y la ética son fundamentales para garantizar que la ciencia sirva al bien común.