El crecimiento de la industria de las energías renovables se ha desacelerado en las últimas semanas, debido a la combinación de tres factores: la pandemia, la contracción financiera resultante y el colapso en los precios del petróleo.
Los analistas esperan una contracción significativa a corto plazo, seguida por una recuperación o por una recesión global. Los efectos para las energías alternativas se harán sentir, pero los expertos no están seguro de si será para bien o para mal.
The #coronavirus pandemic is having an unprecedented impact across societies & economies.@IEA is laser-focused on providing timely & rigorous analysis on what this crisis means for energy markets & clean energy transitions.
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— Fatih Birol (@fbirol) March 30, 2020
La caída de la demanda
Las contracciones económicas reducen la demanda de energía, porque toda forma de actividad productiva requiere este servicio, directa o indirectamente. Los retrocesos en la demanda, a causa de la desaceleración global, afectarán las nuevas instalaciones renovables.
Las empresas de servicios públicos ajustarán sus presupuestos y diferirán la construcción de nuevas plantas. En este contexto, las compañías que fabrican células solares, turbinas eólicas y otras tecnologías de energía verde dejarán de lado sus planes de crecimiento y adoptarán medidas de austeridad.
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— World Economic Forum (@wef) March 27, 2020
Pero por el otro lado, algunos factores compensarán esta disminución, al menos en los países industrializados. Muchas plantas renovables se están instalando por razones distintas al crecimiento de la demanda. Por ejemplo, se han visto impulsadas por las regulaciones estatales que promueven las energías limpias. Muchos proyectos ya están bajo contrato o construcción.
Además, las políticas gubernamentales y la presión pública también están obligando a los servicios públicos a retirar las centrales eléctricas de carbón. La mayor parte de estas probablemente serán reemplazadas por energía eólica, solar e hidroeléctrica.
Derrumbe de los precios del petróleo
Desde principios de 2019, los precios del crudo se han derrumbado, disminuyendo casi un 64%. Este colapso del mercado petrolero también ha reducido las cotizaciones del gas natural. Normalmente, el gas natural más barato, que se usa ampliamente para generar electricidad, estimularía la demanda, al reducir el precio de la energía, aumentando así el crecimiento económico.
En lugares donde las políticas no exigen efectivamente la energía renovable, el uso de la generación de petróleo y gas resultará más atractivo. Esto es especialmente preocupante en las economías emergentes, donde el imperativo abrumador es expandir el suministro de electricidad de la manera más barata posible.
Estas regiones siempre tienen poco capital y son muy sensibles a los costos de energía. Si optan por combustibles fósiles baratos en lugar de energías renovables, afectarán negativamente la calidad del aire y la política climática.
El hecho de que los bancos centrales estén promoviendo tasas de interés extremadamente bajas o incluso negativas para responder a la crisis económica podría mitigar este riesgo, al hacer que las energías renovables, que tienen altos costos de capital, sean más baratas de instalar. La clave es evitar un cambio generalizado a la nueva generación de combustibles fósiles.
Escasez de piezas
El impacto más significativo a corto plazo en las plantas renovables que ya están contratadas o en construcción pueden sentirse a través de las cadenas de suministro. Los ejecutivos de la industria renovable están anticipando retrasos en la entrega y la construcción, ya sea porque las naciones cierran las industrias para frenar la propagación del coronavirus o porque los trabajadores comienzan a enfermarse.
Esta situación supondrá una enorme dificultad para el avance de los proyectos de energía limpia. Sin embargo, la Agencia Internacional de Energía sostiene que los gobiernos pueden utilizar la coyuntura actual para intensificar sus ambiciones climáticas y lanzar paquetes de estímulo sostenibles centrados en tecnologías de energías limpias.
«La crisis del coronavirus ya está causando daños significativos en todo el mundo. En lugar de agravar la tragedia al permitirle obstaculizar las transiciones de energías limpias, debemos aprovechar la oportunidad para ayudar a acelerarlas», destacó la Agencia en su más reciente análisis.
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